El niñito preguntó: "Mami: ¿qué es lesbianismo?". Responde la mamá: "Ahora estoy muy ocupada. Pregúntale a tu padre. Ella no tarda en llegar"... Muchas lacras padecen los habitantes de esa hermosa giganta que es la Ciudad de México. Una de ellas tiene nombre y apellido: Martín Esparza. Su movimiento, que él llama "de resistencia", se ha convertido en delincuencia. No hablemos de presuntas acciones de sabotaje, difíciles de probar por su misma naturaleza clandestina. Refirámonos a lo que sí se ve: el incendio de automóviles; las agresiones por parte de golpeadores profesionales a reporteros y fotógrafos; el abuso de plantones y manifestaciones que perjudican a los ciudadanos. Cuando Esparza empezó su movimiento recibió episcopales bendiciones bastante despistadas. Me pregunto si ese benedícite alcanza ahora a la violencia que esgrime dicho líder, calificado de charro por algunos, para mantenerse vivo y seguir llevando a sus mesnadas a un callejón sin salida, bien lo sabe él. Indigna -que no sorprende- ver el grado de impunidad concedido por la autoridad capitalina a quienes así atentan contra la legalidad, y destruyen y golpean a la vista de todos sin que nadie intervenga para frenar sus tropelías. Me pregunto también si alguna vez llegará a la jefatura del DF alguien con suficientes redaños -¡cuán útil eufemismo es ése!- para hacer lo que todos los defeños quieren: que se ponga un alto a esas manifestaciones por las cuales unos cuantos, las más de las veces sin razón, y con frecuencia a cambio de un pago en dinero, atentan contra el derecho de cientos de miles de personas, y les causan no sólo molestias, sino también daños. Y una tercera pregunta me hago -mis cuatro lectores la conocen ya-, que me acucia desde hace mucho tiempo: ¿cuál es la capital de Dakota del Sur?... Lord Feebledick fue a Londres a presidir la reunión anual de los veteranos de su regimiento, el Cuarto de Lanceros de la Reina. Durante 14 años ese cuerpo combatió en Calcuta. Se singularizó entre todos los que lucharon en la India porque cuando salió de Inglaterra contaba con 400 elementos. ¿Cuántos creen ustedes que regresaron? ¿100? No. ¿50 acaso? No. ¿20? No. ¡Regresaron 826! Con eso se rompió la absurda tradición militar por la cual en todas las campañas regresaban menos soldados de los que partían. Rudyard Kipling dedicó a ese heroico regimiento un poema en el cual se contienen aquellas célebres palabras: "Four things greater than all things are: / Women, and Horses, and Power, and War". Terminada la alegre reunión con sus antiguos camaradas volvió lord Feebledick a su finca en el campo. Lo que ahí lo aguardaba estaba muy lejos de conciliarse con sus pasadas glorias de guerrero. Al entrar en la recámara sorprendió a su mujer, lady Loosebloomers, en apretado concúbito con Wellh Ung, el lacertoso mozalbete encargado de la cría de faisanes. Antes de que el airado lord pudiera pronunciar palabra, le dijo milady: "No solamente tú tienes derecho a reunirte con tus camaradas". "Pero, mujer -adujo, vacilante, el jefe de la casa-. Yo estuve al servicio de la Reina". "Y yo estoy al servicio del rey" -respondió con descaro lady Loosebloomers. Y volviéndose hacia su ilícito amador le preguntó, mimosa: "¿Verdad que sí, mi rey?". "Yup, love", asintió el comblezo. Al oír tales palabras el marido se encrespó: "Joven -amonestó, severo, al mocetón-. El adulterio lo puedo perdonar -soy hombre de mi tiempo-, pero jamás transigiré con la vulgaridad. Le ruego que no use en mi casa ese lenguaje de cockney". "Yup, mate" -dijo Wellh Ung. "¡Ah! -se mesó los cabellos lord Feebledick-. ¡Cuánta razón tiene mister Shaw al decir que hemos descuidado la educación de las clases bajas! Tendré que contratar un preceptor para la servidumbre". Le sugirió lady Loosebloomers: "Búscalo de buena presencia, y joven". "Pondré un aviso en el Times -dijo el esposo al tiempo que salía de la habitación-, y veremos qué resulta". Como se ve, no sólo en México la educación está fallando. FIN.
