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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

Un señor llegó a su casa y sorprendió a su esposa en brazos del vecino. Antes de que el mitrado caballero pudiera pronunciar palabra le dice ella: "Tenías razón, querido: el vecino está engañando a su mujer". Don Algón llevó a la oficina a su hijita pequeña, pues su señora no podía cuidarla ese día. Cuando volvieron a la casa, la niñita le pregunta a su padre en presencia de su mamá: "Papi: ¿por qué a tu secretaria le dices 'muñequita'?". Tosió el ejecutivo al sentir sobre sí la mirada de halcón de su consorte. "Bueno, hijita -balbuceó-, es que la señorita Rosibel es muy eficiente en el trabajo, muy amable.". "Ah, vaya -replica la pequeña-. Yo pensé que le decías 'muñequita' porque cierra los ojos cuando la acuestas". Empédocles Etílez, ebrio consuetudinario, le contó a su similar, Astatrasio Garrajarra: "Mi mujer está furiosa conmigo". "¿Por qué? -le pregunta el otro briago. Relata Empédocles: "Anoche bebí demasiado, y fue a buscarme en el bar. Cuando llegó le invité una copa y le pedí su teléfono". El chiste que sigue es blanco, y por lo tanto malo. Hay una pieza de pan dulce que en algunas partes se llama "concha", "volcán" en otras, y "bomba" en algunas más. Era de noche, y la panadería estaba ya cerrada. En uno de sus anaqueles cantaba una conchita: "Soy una concha, lalalá, soy una concha". Con su canción no dejaba dormir a las demás piezas de pan. Uno de los panes, el llamado chamuco, la amenazó: "Si no te callas te dispararé con mi pistola". No hizo caso la conchita, y siguió con su misma melopea: "Soy una concha, lalalá, soy una concha". En la oscuridad se oyó un disparo: ¡bang! Y luego, con voz más apagada, la canción: "Soy una dona, lalalá; soy una dona". El Grupo Editorial Milenio publicó ayer una encuesta realizada en Coahuila, entre los días 9 y 11 de este mes, acerca de la intención de voto de los ciudadanos en la próxima elección de gobernador. Esa encuesta, llevada a cabo por el Gabinete de Comunicación Estratégica, abarcó a 6,400 encuestados distribuidos equitativamente en los 16 distritos electorales. Los resultados de la encuesta fueron éstos: el 73.9 por ciento de los ciudadanos respondieron que votarán por el candidato del PRI, Rubén Moreira; el 14.3 lo harán por Guillermo Anaya Llamas, candidato de la coalición PAN-PRD-UDC, y el 1.5 por ciento darán su voto a Jesús González Schmal, candidato del PT y Convergencia. En verdad no sorprenden esos números. Guillermo Anaya es el mejor candidato que el PAN y el PRD pudieron encontrar, pero entre otros factores adversos le está pesando la imagen de su compadre, Felipe Calderón. Ese compadrazgo con el Presidente, lejos de beneficiar a Anaya, lo está perjudicando. Quizá por la desventaja en que se encuentra el candidato panista-perredista, sus estrategas políticos están echando mano de la injuria y la difamación en su intento de contrarrestar aquellos números. Con eso degradan el nivel de la contienda electoral, y dan una mala idea de quien los patrocina. Coahuila y los coahuilenses no merecemos una propaganda así, tan bajuna y envilecedora. En cuanto a los números, a mí me gustaría ver una competencia más equilibrada. Pero ahí está esa encuesta, y otras similares que muestran iguales resultados. Se explica entonces una frase que circula ya, según la cual la alianza entre el PAN y el PRD se llama "Alianza 2011", porque en Coahuila quedan unos 2 mil panistas, y hay unos 11 perredistas. Eso se debe a las pugnas internas que localmente han dividido al partido oficial -o sea al PAN- y a su ayer furibundo enemigo y ahora amigo y socio, el PRD. Si las cúpulas de esos partidos, y quienes manejan la campaña de Guillermo Anaya, quieren hacer que su candidato suba algunos puntos, tendrán que hacer algo más que pagar gente para que reparta en las esquinas panfletos con injurias. Himenia Camafría, madura señorita soltera, se desesperaba por causa de su doncellez. Decía con tristeza: "Parece que soy una carta dirigida a nadie, y que Diosito puso en mí un letrero que dice: 'Devuélvase sin abrir'". Un tipo llegó al departamento de perfumería de una tienda, y le pidió a la encargada que le mostrara la fragancia más cara que tuviera. Le dijo que quería hacerle un regalo a una amiga. La dependienta le mostró un frasco pequeñito y le dijo: "Este es el mejor y más caro perfume que tenemos. Se llama 'Quizá', y cuesta 5 mil pesos la onza". "Señorita -replica el individuo-, por 5 mil pesos la onza no quiero algo que se llame 'Quizá'. Quiero algo que se llame 'A huevo'". FIN.

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