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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

Himenia Camafría, madura señorita soltera, invitó a su amiga Celiberia Sinvarón, célibe como ella, a jugar golf. Celiberia se disculpó. "Ignoro todo acerca de ese juego -dijo-. Ni siquiera sé cómo se coge el caddie"... Eran los días difíciles de la Segunda Guerra. Sir Winston Churchill pronunciaba su célebre discurso después del ataque de los nazis: "¡Pelearemos en las playas; pelearemos en el campo, pelearemos en las ciudades...!". "¡Mira! -le dice lord Feebledick a su mujer, lady Loosebloomers-. ¡Igualito que nosotros cuando salimos de vacaciones!"... El airado papá de Rosilí fue a hablar con los padres de Afrodisio, el novio de la muchacha. "¡Su hijo -les reclamó furioso- embarazó a mi hija!''. "¡Ay, qué lindo! -exclama alborozada la mamá del galancete-. ¡Cuando nazca la criatura tráiganos un zapatito! ¡Nos encanta coleccionar recuerdos de las travesuras que hace Afrodisito!''... Pirulina fue a confesarse con el padre Arsilio. "Me acuso, padre -le dice- de tener varios amantes''. Le pregunta el buen sacerdote: "¿Cuántos?''. "Señor cura -responde Pirulina-. El pecado ya se lo dije; permítame reservarme las estadísticas''... Viene ahora un chistecillo que no entendí, pero -según me dicen- es contrario a la urbanidad y las buenas maneras. La maestra le pregunta a Pepito: "¿Cuáles son los animales cuadrúpedos?''. Arriesga el chiquillo con timidez: "¿Los que se avientan cuatro?"... Se quejaba un señor: "La única vez que mi esposa pone atención a lo que digo es cuando hablo dormido".... "¡Cuán sabia es la naturaleza! -decía una señora de exuberante región glútea-. ¡Cuando llegamos a la edad de estar más tiempo sentadas, ya nos dotó de un cojín más cómodo!"... Me preocupa la desaparición de las humanidades en los programas escolares tanto de la preparatoria como de las universidades e instituciones de educación superior. La enseñanza de la ciencia y de la técnica es muy importante, de sobra está decirlo, pero las disciplinas humanísticas orientan esos conocimientos, y les dan sentido. "El hombre tiene mucho poder, pero no tiene ningún poder sobre su poder". La frase es de Guardini. Otro escritor católico, Gilbert K. Chesterton, escribía con un trasfondo no exento de ironía amarga: "La raza humana, a la cual muchos de mis lectores pertenecen.". Con eso quería decir que a algunos hombres les falta plena humanidad porque carecen de humanismo, es decir de una actitud vital fincada en los valores que definen a lo humano: la verdad, la justicia, la belleza, el bien, entre otros. Es importante, entonces, poner al alcance de nuestros jóvenes -de los privilegiados que tienen la oportunidad de estar en una escuela- asignaturas tales como la historia, la literatura, el civismo, la filosofía, la apreciación del arte, etcétera. Una cultura general es indispensable para cualquier profesionista en nuestro mundo de hoy. Entiendo que la especialización es necesaria, pero recordemos la enseñanza de Ortega: "Si no es un hombre culto, un especialista se vuelve un bárbaro que sabe cada vez más acerca de cada vez menos". En efecto: el que sólo sabe de matemáticas -digamos- ni siquiera de matemáticas sabe. Lo mismo si sólo sabe de derecho, o de ingeniería, o de contabilidad, o de administración de negocios, o de lo que sea. Hagamos que las humanidades vuelvan a los programas escolares. Hagamos que nuestros estudiantes se humanicen. Las damas voluntarias fueron a visitar el manicomio. Entre ellas iba Solicia Sinpitier, célibe y doncella. Les dice el director: "Quiero que conozcan a una de nuestras internas. Sufre una forma de locura muy interesante". Las llevó a la celda de una mujer que cuando vio a los visitantes empezó a gritar: "¡Quiero un hombre! ¡Quiero un hombre! ¡Tráiganme uno joven, guapo y fuerte! ¡Deseo que me tome en sus brazos; que me bese apasionadamente; que me haga el amor de día y de noche!". "Interesante, ¿verdad?" -comenta el director. "Sí, -responde la señorita Sinpitier-. Pero ¿por qué dice usted que está loca?"... Aquel cubano iba por una calle de la Ciudad de México siguiendo a una guapa chica. Le decía una y otra vez: "¡Me guta ete paí!". Harta de oír aquello la muchacha se vuelve con enojo y le dice: "¡Está bien! ¡Ya me enteré de que le gusta este país!". "¡No, chica! -aclara el cubanito apuntando al lindo cuerpo de la chica y luego apuntándose él mismo la entrepierna-. ¡Me gusta éste para ahí!"... FIN.

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