EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

Empédocles Etílez llamó por teléfono a su esposa en horas de la madrugada. "Voy para allá -le dijo-. Prepárate a saber lo que es que te hagan el amor tres veces seguidas". "Estás borracho -respondió con tono despectivo la mujer-. A duras penas puedes completar una". "Es cierto -admitió el temulento-. Pero llevo conmigo dos amigos"... La linda muchacha le pregunta al señor: "Si no es indiscreción, don Gerontino, ¿cuántos años tiene?''. "Te lo diré, hija mía -suspira el veterano-. He llegado a la edad en que Diosito no tiene que esforzarse mucho para no dejarme caer en la tentación''... Nalgarina Grandchichier, vedette de moda, le contó a una compañera: "Anoche estaba yo con seis amigos, y tuvimos un accidente''. "¿Qué les sucedió?'' -inquiere, preocupada, la otra. Contesta Nalgarina: "Se nos quebró la cama''... El enamorado galán le dice con vehemencia a su linda noviecita: "¡Susiflor! ¡Leo en tus ojos la pureza; leo la candidez, la castidad y la inocencia; leo el candor de una virgen!''. "¡Ay, Simpliciano! -contesta la muchacha-. ¡Si serás analfabeto!''... El puente de Rialto, sobre el Gran Canal, una de las mayores bellezas de Venecia, se está cayendo a pedazos. En su hermosa balaustrada faltan ya varias columnas. Una de ellas vino al suelo hace unos días. Con ella suman cuatro ya las que han caído. Otras columnas muestran daños graves, sin que nadie acuda a su restauración. Los encargados del cuidado de esa joya, patrimonio universal, se quejan de falta de dinero para conservarla. Los observadores internacionales, sin embargo, fustigan a las autoridades venecianas, y las acusan de negligencia por no cuidar las hermosuras de esa ciudad que está en el sentimiento, en la memoria y la imaginación de millones de mujeres y hombres en el mundo. Quizá Venecia debería hacer lo que hizo Roma con su Coliseo: sacarlo a la venta para que algún rico mercader pague por convertirse en dueño durante algunos años de lo que pertenece a la humanidad entera. Hay tanta fealdad en el mundo -la maldad es lo más feo que en el hombre hay-, que es deber de las naciones cuidar los tesoros que poseen, y que en verdad, más que pertenecerles a ellas, son propiedad universal. En efecto, yo soy dueño del Partenón; de las Pirámides de Egipto y la de Chichén Itzá; de la Muralla China; de la torre Eiffel y la de Pisa; del Museo del Louvre y el Prado; de la basílica de San Pedro y las catedrales de Notre Dame y de Saltillo, con otras maravillas del mundo semejantes a ésas. Tú también eres su propietario. Elevo desde aquí mi voz, y pido a los venecianos que cuiden el Rialto y los demás prodigios que poseen suspendidos sobre el agua entre el cielo y la tierra. Si dejan morir esas bellezas harán que nuestro mundo muera también un poco. Meñico Maldotado fue a la playa con una amiga. Le dice ella: "Traes muy ajustado el traje de baño, Meñico, y algo se te ve''. Maldotado esbozó una sonrisa equívoca, y respondió con tono salaz: "Ya sabes qué es''. "¡Mira! -exclamó la muchacha, sorprendida-. ¡Yo pensé que era una leve inflamación por picadura de mosquito!''... Doña Gorgolota, señora más que robusta, salió del Club de Damas y le ordenó con acento imperativo a un borrachito que andaba por ahí: "Llámeme un taxi''. "Está bien, señora -accede el borrachín-. Si quiere que la llame un taxi la llamaré un taxi. Pero usted me parece más bien un camión pesado''... En la clase de educación sexual el maestro le dice al grupo: "Hoy nos vamos a ocupar de la masturbación. Es una práctica que...''. En ese momento Pepito levanta la mano. "Perdone, maestro -le pregunta-. Los que ya follamos ¿nos podemos retirar?''... Después de la ceremonia nupcial la recién casada tardaba mucho en preparar su maleta. "Apresúrate, Rosilí -le dice su mamá sonriendo-. ¿Acaso vas a llegar tarde a tu noche de bodas con Clotario?''. "Tendrá que esperarme hasta que llegue -contesta la muchacha-. Yo traigo la mitad de la materia prima''... En el lecho conyugal don Frustracio le dice con disgusto a su mujer: "Me casé contigo para toda la vida, Frigidia, pero tú no demuestras ninguna''... Sigue ahora un chiste rojo. Las personas a quienes no guste ese color deben saltarse hasta donde dice FIN. Un tipo se estaba robando unos elotes. Llegó el dueño del sembradío esgrimiendo una escopeta, y con ella amenazó al ladrón. "Como castigo -le dijo-, voy a mancillar tu honor". Y en efecto, se lo mancilló. Terminada aquella ruda punición el robador de elotes preguntó tímidamente: "¿A qué horas estará usted mañana, señor? Voy a venir a robarme unas calabacitas". (O sea que le gustó la mancillada). FIN.

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 620692

elsiglo.mx