La directora del colegio de señoritas llamó a la prefecta de disciplina y le dijo, preocupada: "Maestra Perséfona: en este mes ya son siete las alumnas que han salido embarazadas. Algo está en el aire. ¿Qué cree usted que sea?". Arriesga la prefecta: "¿Las piernas de las muchachas?"... Una adolescente le dijo a su amiguita: "Rosilú: ayer que fuimos al cine con los chicos vi cómo te besabas con Acnerio. Para tu información, el beso que se dieron duró media hora". Se justifica la otra: "Es que se nos trabaron los frenos"... Don Martiriano asistió a una despedida de soltero. Resultó que alguien llevó varias muchachas de conducta fácil. El atribulado señor llamó por teléfono a su esposa. "Jodoncia -le dijo con angustia-. En la fiesta hay mujeres. ¿Qué puedo hacer?". Le responde la feroz señora: "Si crees que puedes hacer algo, ven inmediatamente a casa"... Solicia Sinpitier, madura señorita soltera, acudió a la consulta de un psiquiatra y le dijo: "Doctor, necesito su ayuda. Desde hace algunos meses he dado en creer que soy gallina". "¡Notable caso el suyo, señorita Himenia! -exclamó el analista-. Voy a tratar de sacarle de la cabeza tan extravagante idea". "¡No doctor! -se asusta la madura célibe-. Estoy muy a gusto creyéndome gallina. Vengo a preguntarle si no hay entre sus pacientes alguno que se crea gallo"... Cierta marca de detergente usaba para su publicidad a un personaje llamado "Rápido", que iba casa por casa anunciando el producto y regalando premios. Llegó el tal Rápido a un domicilio, y le abrió la puerta una mujer. "Amiga -le dice el personaje-, estoy dispuesto a darle mil pesos si...". "¡Ay, no! -lo interrumpe ella-. ¡Retírese, que no tarda en llegar mi marido!". "¡Señora! -se sorprende el visitante-. ¡Soy Rápido!". "Ah, bueno -dice la mujer-. Si es aprisita, entonces sí"... Aquel refrán que dice "Mucho ruido y pocas nueces" podría muy bien aplicarse a México. A todas horas, y también a deshoras, los ciudadanos somos bombardeados con una incesante propaganda lo mismo del Gobierno en todos sus niveles y dependencias que de los partidos políticos. Nos asestan cientos de miles de mensajes que a la nación no le hacen ningún bien. A veces los tales anuncios son tan malos, o tan improcedentes, que quitan seriedad a la tarea de quienes los emiten. Es el caso de los Poderes de la Unión: parece que están haciéndose publicidad, o promoviendo sus servicios. Cualquier observador extranjero se sorprenderá, o reirá de plano, escuchando esa propaganda oficialista que los mexicanos nos vemos obligados a ver y a escuchar, como si viviéramos en uno de esos países totalitarios en que el Estado, repitiendo una y otra vez sus mensajes, condiciona el pensamiento y la conducta de sus súbditos. Y ¿qué decir de la propaganda de los partidos políticos? Igualmente debemos resignarnos a escuchar sus irritantes anuncios a mañana, tarde y noche, en una agresión continua a la razón -y a la paciencia- de los televidentes y los radioescuchas. Quién sabe si algún día nos libraremos de esa propagandística embestida que nos acosa, nos atosiga, nos agobia, nos importuna, nos persigue, nos enoja, nos fatiga, nos enfada y acaba por hartarnos y aburrirnos. Si llega a hacerse en México una verdadera reforma política, deberá incluir una legislación que suprima esa absurda, irracional, costosa y necia propaganda que atenta contra el sentido común y contra la libertad de los ciudadanos. Eran las tres de la mañana. En el tálamo nupcial los felicísimos recién casados estaban entregados a los deliquios de Himeneo. El arrebato de su recién estrenada intimidad los hacía proferir voces extasiadas, gritos de amoroso entusiasmo, ayes clamorosos y sonoras expresiones de delirante exaltación. El huésped del cuarto vecino, a quien aquellas ardientes efusiones no habían dejado dormir, empezó a dar fuertes golpes en la pared en demanda de una mayor circunspección en las demostraciones derivadas del inaugural connubio. "Caramba, Rosibel -se preocupó el muchacho-. Creo que debemos suspender nuestras acciones. El señor de la habitación vecina ya se está quejando". "Tú síguele -responde acezante Rosibel-. Ha de estar clavando un cuadrito"... ¿Por qué en los campos nudistas no son admitidos los hombres de muy baja estatura? Porque siempre andan metiendo las narices en los asuntos de los demás... Babalucas se las arregló para que Pirulina, muchacha con harta ciencia de la vida, saliera con él en su automóvil. Cuando empezaron los amorosos escarceos Pirulina detuvo a Babalucas. "Espera -le dijo-. Te falta algo. A mí me gusta el sexo seguro". "Tienes razón" -replicó el badulaque. Y les puso el seguro a las puertas... FIN.