El buen Padre Arsilio llegó en trabajo misional al País de las Sombras Largas, es decir a territorio habitado por esquimales. Después de predicarles los bautizó y confirmó, y unió en sagrado matrimonio a las parejas que se presentaron, radiantes, a solicitar el rito. Acabadas las ceremonias el padre Arsilio preguntó a Nanuk, el jefe de los esquimales, cuál de los oficios religiosos le había gustado más. "El de los matrimonios" - contestó sin vacilar Nanuk. "¿Por qué?" -preguntó el buen sacerdote. Responde el esquimal con una gran sonrisa: "Todos agarramos viejas nuevas"... En la cantina un ebrio lloraba desesperadamente. "¡Mi esposa dio a luz! -decía entre sus lágrimas-. ¡Y no puedo llamarle 'hijo' a esa criatura!". El cantinero, compasivo como todos los de su oficio, le pregunta: "¿Por qué, señor, no puede usted llamarle 'hijo' a esa criatura?". Responde, gemebundo, el temulento: "¡Porque es niña!". Le decía aquella presuntuosa muchacha a su amiga: "Cuando yo me case muchos hombres van a sufrir". "¿Ah, sí? -replica la amiga-. ¿Pues con cuántos te vas a casar?"... Una sugestiva chica le pregunta a Babalucas: "¿Te gustan los pecados de la carne?''. "No -contesta el badulaque-. Soy vegetariano''... El marido y su esposa estaban haciendo el amor, pero aquello era muy frío, le faltaba el calor de la pasión. "¿Qué nos pasa?'' -le pregunta el hombre a la mujer. ¿Tampoco tú puedes pensar en alguna otra persona?''... Suena el teléfono en la central de bomberos. "Hay un fuego en mi casa -dice una voz femenina-. Con un bombero que envíen creo que será suficiente para apagarlo, pero que venga rápido''. En efecto, poco después un bombero joven y apuesto llega al domicilio. "¿Dónde está el fuego que me mandaron apagar?'' -pregunta a la dueña de la casa, Himenia Camafría, madura célibe soltera. Abrazándose a él exclama la señorita con ardiente voz: "¡Está en mí, guapo!''... Don Hornicio Bicórnez era ejemplo de morigeración y rectitud. Cierto día, sin embargo -¿a quién no se le llega un día de ésos?- prestó oídos a las perversas sugestiones de amigos no muy buenos y aceptó su invitación para acompañarlos a visitar una casa de mala nota. Inquieto y desasosegado andaba el pobre don Hornicio entre las daifas pelanduscas y su heteróclita compañía de rufianes. De pronto se le vio patidifuso y boquiabierto: ¡en medio de las meretrices, como una más de las pintadas coimas, vio a su esposa! Fue hacia ella, pero antes de que pudiera decirle una palabra la mujer se le encaró y le dijo: "¡Ah, canalla!". ¡Conque aquí es donde te gastas el dinero!''... La crédula muchacha fue a consultar a una quiromántica a fin de que le adivinara el porvenir. La mujer le dice: "Llegará a tu vida un hombre''. "Eso no es difícil adivinarlo -replica la muchacha-. Tengo toda la vida esperándolo''. "Pero éste ya no tardará mucho -le indica la mujer-. Nacerá dentro de unos siete meses''... Doña Frigidia, ya se sabe, es la mujer más fría del planeta. Una vez pasó frente a una agencia de viajes que anunciaba un viaje a Hawai, y eso solo bastó para que ese año se helara toda la cosecha de piña en las islas de los Mares del Sur. Cierto día doña Frigidia se quejó con su esposo. Le dijo: "¿Por qué nunca dices mi nombre cuando hacemos el amor?". Respondió el señor: "Porque no quiero despertarte". Había carreras de caballos en el pueblo. De su rancho llegó don Poseidón, rico señor terrateniente, quien iba montado en un macho rucio de gran alzada y corpulencia. Para ver bien la carrera se acomodó a lomos de su macho en la primera fila. Sucedió, sin embargo, que con el animal invadía la pista por donde correrían los caballos. Se acerca uno de los organizadores y le dice con tono perentorio, usando el vocabulario de los charros: "Haga recular a su macho, porque está estorbando''. "Mi macho no recula, ni reculo yo'' -replica don Poseidón con acento desafiante. "Pues le digo que lo haga recular'' -insiste el otro-. "Ya le dije -contesta de nueva cuenta, terco, don Poseidón-. No haré recular a mi macho''. "Pues mire -se enoja el otro-. Si usted no recula su macho, se lo voy a recular yo''. "¿Ah, sí? -estalla don Poseidón-. Mire, amigo: usted que me recula el macho y yo que le remacho el...''. ¿Por qué Pinocho no sabe quién es su papá? Porque está hecho de varios palitos. (No le entendí). FIN.