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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

Susiflor, muchacha casadera, leía el periódico. "Qué estadística tan interesante -les dice a sus papás-. Según esto el 68 por ciento de las mujeres solteras son vírgenes, y el 32 por ciento ya no lo somos"... En una fiesta el guapo y joven intelectual quedó sentado junto a la curvilínea pelirroja. A fin de hacerle plática le preguntó muy serio: "¿Qué opina usted, señorita, de la liberación sexual?". "¡Eres tremendo! -responde ella con una gran sonrisa y dándole una fuerte palmada en la espalda-. ¡Ya me convenciste! Está bien: ¡vamos a tu departamento!"... Después de algún tiempo de que no se veían se reunieron tres amigos. Dos de ellos eran casados; el otro seguía soltero. "Yo -dice jactanciosamente uno de los casados-, salgo de mi casa todas las noches, a pesar de las protestas de mi esposa. Me voy de parranda con los cuates, o me meto en un bar a jugar al dominó". "Pues yo -dice el otro casado-, también me salgo todas las noches, diga lo que diga mi mujer, y me voy con alguna amiguita". El soltero no decía nada. "Y tú ¿qué haces en las noches?" -le preguntan. "Me quedo en mi departamento" -contesta él tranquilamente. "¿Te quedas en tu departamento? -se burlan los otros-. ¡Eres un idiota! ¡Siendo soltero deberías salir a divertirte!". "En mi departamento me divierto bastante -replica el soltero-. Siempre llega a visitarme alguna señora casada que busca compañía porque su esposo se sale todas las noches de parranda con los cuates, o se mete en un bar a jugar al dominó, o anda con alguna amiguita"... A mí me encanta comprar libros viejos. Encuentro en ellos muchas cosas nuevas. El otro día, por ejemplo, hallé un librito impreso en ese papel de poca calidad que se llamaba -no sé por qué- "papel revolución". El pequeño volumen, impreso por Medina Hermanos, de Seminario 14, México 1, Distrito Federal, se titula "Poesías a la Madre. Antología Poética de Ofrenda Filial", selección de Ladislao Metre. Espléndida es la selección de los poemas escogidos. Entre ellos figuran unos versos escritos por el primer director teatral que tuve, Héctor González Morales, hermano de Otilio, el desdichado bardo saltillense caído en Huitzilac. "Madreselva a mi madre", se llama ese bello poema de Héctor. Otro poema encontré, éste de Emilio Mazó, cuya obra yo, que tantas desconozco, no conozco. Con algunos leves cambios, los sencillos versos de esa poesía, al parecer escrita en los años de la Segunda Guerra, podríamos repetirlos, a modo de oración, los mexicanos de hoy. Leamos: "Mi Virgen de Guadalupe, / madrecita mexicana: / oye este ruego que nace / de lo más hondo del alma. / Como tu casa en el cerro / está tan alta, tan alta, / queda muy cerca del cielo; / y así mis pobres palabras / llegarán más pronto a Dios / en el vuelo de mis ansias. / Por dondequiera que voy / se ha perdido la enseñanza / del amor y de la paz; / de la concordia y la calma. / Por todas partes observo / que los hombres ya no se aman, / y un torbellino de muerte / les florece en las entrañas. / ¡Ah! ¿Cómo se han olvidado / del hijo, madre y hermana / que lloran al ser querido / muerto bajo la metralla? / Madrecita: tú sí puedes / con tu poder y tu gracia, / desterrar la mala sombra / de la perversión humana. / Haz que otra vez en tus hijos / la fe perdida renazca, / y hagan su vida mejor, / sin crímenes ni venganzas. / Te prometo, Virgencita, / si escuchas esta plegaria, / que de rodillas iré / hasta llegar a tus plantas; / y al influjo milagroso / de tu maternal mirada / se convertirá esta ofrenda / en una paloma blanca; / paloma blanca de luz, / símbolo de paz cristiana, / que volará hacia los vientos/ con un canto de esperanza". Versos de otros días, que bien pueden decirse en los oscuros días que vivimos hoy. La guapa rubia visitó a su amigo en el hospital. El pobre tipo estaba vendado de pies a cabeza, como momia egipcia, y se quejaba lastimeramente. "Muy bien, Lacerio -le dice la muchacha-. Ahora que ya le dijiste lo nuestro a tu esposa ¿cuándo se lo vas a decir a mi marido?"... Llegó la chica a la oficina luciendo una cortísima minifalda. "Es de verano" -les dijo orgullosa a sus compañeros. Comenta uno: "Y sí se ve, sí se ve"..."... Un turista fue a Palenque, y ahí entabló conversación con un viejo indio perteneciente a la tribu de los lacandones. El anciano llevaba con él a un niño, su nieto. El viajero le pregunta al hombre: "¿Es usted lacandón puro?". "Sí -responde éste-. Lacandón puro". "¿Y su nietecito? -inquiere el tipo-. ¿También él es lacandón puro?". "No -contesta el indio-. Él es mitad lacandón y mitad antropóloga"... FIN.

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