Se hizo una encuesta entre mujeres sobre el orgasmo femenino. Desgraciadamente 9 de cada 10 respuestas fueron simuladas... La linda secretaria Rosibel, apoyada de codos en el escritorio de su jefe, le dice: "Francamente, don Algón, yo pensé que me hablaba de trabajo cuando dijo que me tenía una nueva posición"... La súbita irrupción de la muerte -es decir la súbita irrupción de la vida- puso a Javier Sicilia en la vorágine en que se encuentra ahora. Él es poeta, y los poetas son por esencia hombres de soledad. A sus soledades van y de sus soledades vienen. De la suya ha sido privado este padre dolorido que de su noche a la mañana se vio convertido en hombre público. Camina ahora al frente de muchos. Camina al frente de todos. No lo conozco -tampoco me conozco yo-, pero pienso que en el fondo se ha de sentir ajeno al rol que hoy, por fuerza de las circunstancias, debe desempeñar. He aquí que un poeta, místico además, se halla de pronto caminando junto a mujeres y hombres a quienes nunca ha visto, rodeado por organizaciones del más diverso origen y color, cada una con sus tendencias y demandas propias. Frecuentemente la confusión hace acto de presencia en este tipo de manifestaciones, que no admiten la coherencia de lo organizado. Por más que se busque la muda elocuencia del silencio, los discursos y las declaraciones suelen penetrar con expresiones quizá no deseadas por quien fue origen del movimiento. Ejemplo: algunos pensarán que el texto de la manta que se desplegó en el arranque de la marcha a la Ciudad de México: "¡Alto a la guerra!", sería aprobado por la delincuencia, pues parece conminación dirigida al Presidente para que cese el combate contra ella. En medio de todo esto no debe cometerse una injusticia. Hay quienes están pidiendo ya, o esperan, que Javier Sicilia presente en el Zócalo, el domingo, un programa con puntos concretos para acabar con la inseguridad, o haga propuestas viables que lleven a la solución de ese problema. El poeta no está en posibilidad de hacer tal cosa. Y no por ser poeta, sino porque el asunto de la criminalidad es tan complejo que nadie en las actuales circunstancias podría proponer medidas a corto o mediano plazo para cambiar la situación. Todos estamos con Javier Sicilia en esta marcha. Así como lo acompañamos en su dolor, también ahora vamos con él en su protesta. En su voz nuestros silencios hablan. Nadie, sin embargo, exija de él más de lo que puede dar. Nadie le pida otra cosa aparte de lo que está dando ya: la expresión de nuestra ira por las perversidades de unos y las ineptitudes y corrupción de otros, y porque ahora cada día salimos de nuestra casa con el temor de ya no regresar... Pepito, hijo de indocumentados, estudiaba en una escuela del sur de Estados Unidos. En la clase de matemáticas Miss Chievous, la maestra, le pidió a un alumno: "A ver, Johnny: dame un número formado por dos dígitos". Respondió el niño: "15". "¿Y por qué no 51?" -replicó ella, burlona. Se vuelve la profesora hacia otro niño. "Timmy -le dice-. Dame otro número formado por dos dígitos". "84" -contesta el chiquillo. Otra vez le dice la profesora en tono de chunga: "¿Y por qué no 48?". Se dirige la maestra a Pepito: "Dame tú también un número formado por dos dígitos". Responde el chiquillo sin vacilar: "22". Con acento burlón repite Miss Chievous: "¿Y por qué no... ¡Pepito! ¡A mí no me vengas con esos trucos de mexicano!"... Sigue ahora un cuento que mis cuatro lectores deben leer, como dicen los franceses, à ses risques et périls, por su cuenta y riesgo... En la cafetería un señor le pidió a la encargada que le hiciera una hamburguesa y un hot dog. Ipso facto la mujer se puso bajo la axila la carne de la hamburguesa. "¿Por qué hace eso?" -le pregunta el señor lleno de asombro. Replica la mujer: "Para descongelar la carne". "Entiendo -replica el caballero-. Cancele entonces el hot dog". (No le entendí)... FIN.