Facilda Lasestas le contó a una amiga: “Anoche estaba con un hombre en la cama, y me llamó ‘promiscua’”. Pregunta la otra: “¿Qué significa esa palabra?”. “No sé -responde Facilda-. Y tampoco lo sabía ninguno de mis seis amigos que estaban también en la cama”... Doña Pasita, preocupada, le dijo a su nieta Pirulina: “Piru: las vecinas murmuran que te estás acostando con tu novio”. “¡Ay, abuela! -replica la muchacha-. ¡Ya no puede una acostarse con un hombre sin que la gente diga que es tu novio!”... En la puerta del cine el pordiosero le dice a la pareja que llegaba: “Yo ya vi la película. Si me dan una limosna se los agradeceré. Si no, les diré el final”... La linda chica de abundante busto se había dormido en la playa en posición de decúbito prono, o sea sobre el pecho y vientre. Tenía desatado el cordón de la parte superior de su bikini, para que no se le marcara en la espalda con el sol. Despacio, calladamente, llegaron Pepito y su amigo Juanilito. Ambos llevaban sendas bolsas de papel, infladas. Las levantaron en alto, pusieron la otra mano en posición para reventar la bolsa, y Pepito contó en voz baja: “A la una; a las dos, y a las...”... Es una lástima que la marcha y manifestación a que convocó Javier Sicilia hayan tenido su aparente culminación en la demanda hecha al Presidente para que destituya a Genaro García Luna, el secretario de Seguridad. Ciertamente ese señor es muy destituible. Basta citar sus actuaciones en el caso que se llamó “michoacanazo”, y en el de la Cassez. Cualquiera de esas dos participaciones habría sido suficiente, en un país de leyes, para la renuncia o remoción del funcionario. Pero convertir a un solo hombre en el motivo central de un movimiento de ciudadanos es quitar fuerza a ese movimiento, y exponerlo a que se diluya en agua de borrajas.Anadie en particular puede atribuirse la situación reinante, que no mejoraría con la salida de García Luna, antes bien empeoraría quizá. Además es difícil que la exigencia de que salga el secretario sea atendida en sus términos, por el talante de Calderón y porque el Presidente, si obsequiara esa petición, quedaría en situación difícil en momentos en que no puede dar ninguna muestra de debilidad. A las demandas que suelen surgir al calor de movimientos como este, sin cohesión, permanencia ni liderazgo definido, se opone siempre la contundencia de eso que los sabihondos llaman Realpolitik. Lo que se anunciaba como silenciosa manifestación de hartazgo de la ciudadanía por la violencia desatada, tuvo al final -como era inevitable- visos de mitin político, con mueras a Calderón y variopintas expresiones que hicieron perder claridad a la propuesta original y trajeron aportaciones nuevas a la confusión de ese movimiento, del país, y de cada uno de nosotros. Es imposible saber lo que el futuro guarda -o si no guarda nada ya-, perome pregunto con pena si deberemos sumar esta marcha a otras de similar carácter que se hicieron antes, cuyas demandas y conclusiones quedaron en el aire y son difíciles hoy de recordar... Doña Gelidia y su amiga Neveria estaban merendando en el café. De pronto Gelidia exclamó con enojo: “¿Oíste lo que dijeron esos dos individuos al pasar? ¡Dijeron que tenemos todas las trazas de ser mujeres frígidas, y que seguramente odiamos el sexo!”. “No les hagas caso -la tranquiliza Neveria-. Sigamos con la conversación. ¿De qué estábamos hablando?”. Responde doña Gelidia: “De nuestros esposos”. “Ah, sí -dice Neveria-. ¿Cuántas veces al mes te viola tu marido?”... Don Cursio Pringapiés murió a consecuencia de un tremendo mal caquéctico. Quiero decir que una fuerte diarrea colicuativa le sacó la vida, y de la vida lo sacó. Cuando a su viuda le preguntaban de qué había muerto su marido, ella respondía sin vacilar: “De gonorrea”. “Madre -protestó uno de sus hijos-: ¿por qué dices que papá murió de gonorrea? Sabes bien que murió de diarrea”. “Claro que lo sé -respondió ella-. Pero prefiero que la gente lo recuerde como follador, no como zurrador”... FIN.