La hermana de Pepito se casó. El niño, que tenía vagas nociones acerca del matrimonio y sus deberes, le preguntaba con insistencia a su mamá, el día de la boda, qué le iba a pasar a su hermana esa noche. Tanta fue su insistencia que la señora se impacientó, y le dijo al chiquillo al tiempo que le propinaba una serie de sonoras nalgadas: "¡Esto es lo que le pasará a tu hermana hoy en la noche!". Terminado el banquete nupcial, y cuando ya los desposados salían a su luna de miel, Pepito llamó aparte a la novia y le dijo muy apurado: "Hermanita, ya averigüé lo que te va a pasar hoy en la noche. ¡Por favor, cuídate mucho el trasero!"... Cuando nadie dice nada malo acerca de alguien es casi siempre porque no ha hecho nada en la vida, o porque ya murió. Hay en el cementerio de Durango un monumento tallado por el gran artista funerario Benigno Montoya el año de 1918. Su lápida ostenta esta inscripción de homenaje a la dama cuyos restos se encuentran ahí: "Fue a un tiempo honrada y hermosa, raro en mujer sin fortuna". Recientemente falleció una cierta dama de la noche, y sus compañeras de oficio fueron a acompañarla a su última morada. La madama del lupanar donde la finadita había desempeñado su antiguo y noble oficio tomó la palabra en el panteón y dijo: "¡Qué gran mujer fue Mesalinia! Podía hacerse cargo de 20 clientes cada noche. Todos los días se tomaba dos botellas de ron sin perder la compostura. Fumaba 30 carrujos de mariguana uno tras otro, y consumía habitualmente morfina, opio, cocaína y pastillas alucinógenas diversas. Con la navaja que llevaba en la liga de la media podía defenderse de cualquier hombre o mujer, y sacarle las tripas o rajarle la cara. Ésa era Mesalinia. ¡Jamás te olvidaremos, gran amiga!". Una de las pindongas que asistía al sepelio lloraba a lágrima viva al oír esas expresiones. Enjugándose el llanto con el pañuelo exclamó dolorida: "¡Qué injusto es el mundo! ¡Necesitas morirte para que la gente diga de ti cosas bonitas!". Estos relatos vienen a colación porque algo debe andar mal con Alejandro Encinas: todo mundo habla bien de él. Eso, tratándose de un político, es insólito. Rara avis, mirlo blanco ha de ser un perredista de quien se expresan con respeto y consideración no sólo los priistas y los panistas, sino -asómbrense mis cuatro lectores- hasta los mismos perredistas, que generalmente no suelen hablar bien ni de Dios Padre, con todo y ser señor tan apreciable. Tal reconocimiento a Encinas, y la estimación de que en todas partes goza, explican por qué lo acompañaron en el acto de iniciación de su campaña perredistas tan alejados entre sí como Cuauhtémoc Cárdenas, Ebrard y López Obrador, que en otras circunstancias se habrían lanzado cada uno a la yugular de su contrario. El efímero encuentro no demuestra que esté restablecida la unidad en el PRD. Según las cosas se ven hoy, antes se secarán los mares que haya unión en ese partido, y en la izquierda mexicana en general. Por cada gramo de unidad que exista en ellos estoy dispuesto a ingerir un kilo del papel en que esto escribo. Ya lo veremos cuando choquen esos dos trenes, el de AMLO y el de Ebrard, que van directamente encaminados el uno contra el otro. Difícil es también que el ingeniero Cárdenas haya puesto en olvido los agravios que recibía siempre en los mítines de López Obrador. Así pues, las cortesías que esos personajes se mostraron en su fugaz reunión, cortesías tan sinceras como las de los boxeadores que se saludan en el ring antes de empezar la pelea, no son prueba de unidad: fueron cosa de compromiso, como cuando vas sin ganas a una boda, únicamente por convención social. "Voy a hacer una visita de cumplimiento" -decían las señoras de antes. Y precisaban: "De cumplo y miento". Igual fue la asistencia de esos señores al acto de don Alejandro. Yo, como todos, tengo una buena impresión de él. Me temo, sin embargo, que haber reunido a los personajes será el logro mayor de su campaña. Cuando Encinas acató la consigna de AMLO, su tutor, en el sentido de no hacer alianza con el PAN en el Estado de México, abrió una amplia calzada al triunfo del PRI. Ya lo veremos. FIN.