Don Hornilio comentó, ufano, en el bar: "Anoche tuve sexo con mi esposa". "¡Qué bárbaro! -exclamó uno de sus amigos-. ¡Hiciste cornudo a medio pueblo!"... Doña Panoplia, señora de la alta sociedad y presidenta de las damas voluntarias, visitó por la tarde una prisión. Entrevistó a un recluso: "¿Cuántos años de cárcel le impusieron, buen hombre?". Responde el individuo, hosco: "125 años". "Bueno -lo consuela doña Panoplia-. Ya casi se fue otro día"... Una chica pidió empleo, y dijo que antes había trabajado en un banco. Le preguntó el gerente: "¿Cuál fue su última posición en ese banco?". Contesta la muchacha: "La del misionero"... Aquella señora envió a su marido a comprar pan. Como tardaba en regresar fue a buscarlo a la panadería. Lo halló atrás del mostrador, entregado al deliquio pasional con la joven dependienta de la tahona. "¡Fornicio! -le reclamó hecha una furia-. ¿Cómo explicas esto?". Responde el descarado: "Ya no había pan"... El próximo domingo aparecerá en este espacio el infame chascarrillo cuyo estrambótico título es una interrogante: "¿Qué le pidió aquel hombre entrado en años a la muchacha sexoservidora para que lo pusiera en condiciones de hacer en ella obra de varón?". A mí, lo confieso, ese título no me gusta nada. El acto del amor, para ser tal, no se hace "en" la pareja, sino "con" la pareja. Qué triste es para mí recordar a aquella humilde muchacha, trabajadora doméstica en casa de mis padres, que me contaba llena de pesadumbre sus desazones conyugales, y me pedía un consejo que yo, adolescente, no le podía dar: "Creo que mi marido ha dejado de quererme, Armandito. ¡Ya casi no me usa!". La intimidad sexual no alcanza su plenitud cabal cuando hay en ella un sujeto activo, dominante, y otro que en forma pasiva se somete a sus dictados. La perfecta unión de cuerpos y almas que se da en el sexo bien cumplido -la más completa entrega que se puede conseguir en una relación humana- se logra sólo en condiciones de igualdad, de libertad absoluta, de respeto a la integridad física y espiritual de la pareja y, sobre todo, en un ámbito de amor. Pero veo que estoy tomando caminos ajenos. Vuelvo al mío. El reverendo Rocko Fages, pastor de la Iglesia de la Tercera Venida (no confundir con la Iglesia de la Tercera Avenida, que ofrece una "salvación grupal" con descuentos especiales), leyó el supradicho cuento y sufrió una crisis vestibular, ataque de vértigo acompañado de paracusia (trastornos en el sentido del oído), desmayo y palidez. Muy indeseables síntomas son ésos. Las personas que quieran evitarlos deberán abstenerse de leer tan nefando cuentecillo, el cual verá la luz el próximo domingo en este prestigiado diario... Mayo, el mes de las flores, es también el mes de las revoluciones. La del 68 de París ha sido llamada "Revolución de Mayo". En ese mismo mes Javier Sicilia realizó su marcha y manifestación por la justicia y la paz con dignidad. Y en la madrileñísima Puerta del Sol de la Capital de España se lleva a cabo ahora una jornada para exigir que la democracia española sea más democrática. Algo tiene este florido mayo, que hace florecer las conciencias... Una amiga le preguntó a doña Frigidia cada cuándo hacía el amor con su marido. "Lo admito en mi lecho solamente dos veces en el año -contestó ella-. No quiero que vaya a pensar que soy una ninfómana"... Comentaba un señor: "Mi mujer gastaba mucho, pero con una operación de cirugía plástica dejó de gastar". "¿Ah sí? -se interesa uno-. ¿En qué consistió esa operación de cirugía plástica?". Explica el señor: "Con unas tijeras le partí en dos sus tarjetas de crédito"... Don Chinguetas fue a consultar al médico. De regreso en su casa le comunicó a su esposa: "El doctor me dijo que ya sólo podré hacer el amor 30 veces. Con eso agotaré mi cuota de sexo". "¡Caramba! -se consterna ella-. Tendremos que dosificar cuidadosamente esas 30 veces". "Ya las dosifiqué -le informa don Chinguetas-. A ti te toca una"... FIN.