Los novios fueron de luna de miel a Nueva York. El novio, muchacho culto -era ex alumno del ITAM-, se enteró de que en un teatro de Broadway se representaba "The taming of the shrew", de William Shakespeare. Le preguntó a su mujercita: "Mi vida: ¿te gustaría ver esta noche 'La fierecilla domada'?". "¡Ni lo mande Dios, mi amor! -replicó ella con alarma-. ¡Quiero verla salvaje, como todas las noches!". Cuando Gabino Cué despertó, el dinosaurio todavía estaba ahí. Pocas semanas bastaron para que el nuevo gobernador de Oaxaca se percatara de que las huestes de la sección 22 del SNTE, cuyos pugnaces miembros se dicen profesores, lo tratarían en la misma forma en que han tratado desde hace décadas a todos los gobernantes oaxaqueños. Ninguno de ellos ha escapado a las constantes embestidas de ese grupo anárquico e insaciable al cual se debe en buena parte que ese maravilloso estado siga sufriendo los males que derivan del atraso económico y social. Pienso que si resucitara don Benito Juárez, y otra vez fuera gobernador de Oaxaca, contra él irían también esas irreductibles tribus que luchan por una sociedad sin clases (sin clases en la escuela). Ya me imagino a los dizque maestros gritándole al pobre Benemérito de las Américas: "¡Benito, Benito, de la hueva no me quito!", y otras similares consignas ideológicas. Ahora los mentados mentores demandan el monopolio de la educación oaxaqueña, para lo cual exigen se les entregue en bandeja de plata la sección 59. Todo indica que el señor Gabino ha cedido ya a esa totalitaria pretensión. Con eso empiezan a esfumarse las esperanzas que muchos pusieron en él para lograr en Oaxaca un cambio real. Los provocadores le tomaron prontamente la medida. Seguirán trepados en sus hombros hasta que el sexenio acabe. Y la hermosa ciudad de Oaxaca, con el estado todo, continuará sufriendo los efectos de las incesantes arremetidas de esa banda que no mira por la niñez, sino por su interés. "La paciente sufre un severo episodio de fiebre errática, helódica, hiperpirética, lingódica y estivoautumnal". Tal fue el diagnóstico que rindió el doctor Ken Hosanna, médico de cabecera de doña Tebaida Tridua, después de practicar un examen de urgencia a la ilustre presidenta ad vitam interina de la Pía Sociedad de Sociedades Pías. La fiebre errática es la que se presenta a intervalos irregulares; la fiebre elódica (o heloda) es la que trae consigo sudores abundantes; la fiebre hiperpirética es la que alcanza más de los 40 grados Celsius; la fiebre lingódica es la que va acompañada por fuerte hipo, y la estivoautumnal es una fiebre extrema parecida a la que causa el paludismo. ¿Cuál fue la causa de que la señora Tridua, celadora de la moral del prójimo, haya experimentado tan graves síntomas febricitantes? Leyó el cuento llamado "Mejor la cruda que eso", un infumable chascarrillo que aparecerá aquí el próximo viernes, y quedó postrada por ese súbito accidente. Lejos de mí la temeraria idea de inficionar a mis cuatro lectores con cualquiera de esos síndromes febriles. Si alguno teme contraerlos, evite el viernes la lectura del susodicho chascarrillo. Sigue otro cuento, también de extremada bigardía, que nadie con tiquismiquis de moral debería leer. Don Imaginacio fue a una fiesta, y se acomodó en un sillón de la sala. Frente a él estaba una joven mujer de exuberantes curvas. La hermosa fémina tomó de la charola de los dulces una fresa cubierta con chocolate, y para disfrutar de su sabor empezó a darle pequeñas lambidas con la punta de la lengua. Don Imaginacio veía aquello con atención profunda. Seguidamente la muchacha hizo más intenso su lametear, para lo cual aplicó toda la lengua. Don Imaginacio no quitaba la vista de aquellas lameduras. La mujer seguía pasando su lengua por la fresa, y don Imaginacio no apartaba los ojos de sus movimientos. De pronto la chica dejó de lamer la fresa y la mordió con fuerza. Don Imaginacio se llevó las manos a la entrepierna y profirió un fuerte grito de dolor. (No le entendí). FIN.
