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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

Libidio comentaba: "Siempre llevé una vida amorosa muy intensa. Nunca supe lo que era vivir sin sexo hasta que me casé"... Desde los tiempos del seminario al Padre Arsilio le decían el Papa Veráceo, pues sus sermones eran como la adormidera, planta perteneciente a la familia de las papaveráceas que puede sumir en un profundo sueño al hombre más despierto. Atribulado por el efecto hipnótico de su oratoria, don Arsilio habló con el obispo, quien gozaba de merecida fama por la eficacia y donosura de sus prédicas. El prelado era un San Juan Crisóstomo -eso de "Crisóstomo" quiere decir "boca de oro"-; era un Bossuet, un Fénelon. Le suplicó el buen Padre Arsilio: "Su Excelencia: dígame por favor qué debo hacer para que mis sermones sean menos aburridos". No acababa de decir eso el padre Arsilio y ya Su Excelencia estaba bostezando, así era de somnífera la voz del pobre párroco. "Mira, hijo -contestó el obispo-. Lo primero que hago al predicar es captar la atención de mis oyentes con una frase sugestiva. Ayer, por ejemplo, en el sermón de Santa Columba, empecé mi homilía diciendo: 'Queridos hermanos: amo profundamente a una mujer'. Con eso los feligreses pusieron oreja. Proseguí: 'Cuando estoy con ella la lleno de besos y caricias'. Todos contenían la respiración para no perder palabra. Y concluí: 'Esa mujer, hermanas y hermanos míos, es mi madre'. Rió la gente, aliviada, y ya con el público atento pude llevar adelante mi predicación. Haz tú lo mismo". El siguiente domingo el padre Arsilio puso en práctica la sabia sugerencia del jerarca. Comenzó su sermón con aquellas sonoras palabras: "Queridos hermanos: amo profundamente a una mujer". Se hizo un silencio profundo en la feligresía. Animado por aquello prosiguió el buen sacerdote: "Cuando estoy con ella la lleno de besos y caricias". No se oía en el templo el vuelo de una mosca: todos tenían los ojos puestos en el predicador. Y concluyó el padre Arsilio: "Esa mujer, hermanas y hermanos míos, es la madre del señor obispo"... La Entrevista con Sarmiento cumple 14 años. En ese tiempo el programa y su conductor han conquistado un público numeroso y agradecido. Soy parte de ese público, y tengo el privilegio de haber estado en el programa. Difícil arte, en verdad, es el de la entrevista. Sergio Sarmiento es tan inteligente que hace que sus entrevistados luzcan inteligentes, aunque en algunos casos -como el mío- no lo sean demasiado. Tiene Sarmiento la gentileza de la bondad. Admiro el uso que hace de la palabra hablada y de la escrita, y lo considero un hombre de pensamiento libre, sin rémora de dogmas. Me habría gustado estar en la celebración de este catorceno aniversario. No podré hacerlo: mi permanente condición de andante de la legua me traerá hoy en el camino. Pero hago propicia la ocasión -así decía el Manual del Perfecto Secretario- para reiterarle a Sergio, con afecto permanente, las seguridades de mi alta y distinguida consideración. Que La Entrevista con Sarmiento cumpla muchos años más, y que los vea yo... El gerente de la tienda le dijo al joven que pedía empleo: "Te voy a dar una demostración de cómo ser buen vendedor". Seguidamente el gerente se dirigió a un señor que andaba por ahí. "Tenemos en oferta las cortadoras de césped -le informó-. ¿No quiere una?". Replicó el otro: "¿Para qué quiero yo una cortadora de césped? Ni siquiera tengo jardín". "Quizá no lo tenga ahora; pero veo en usted un triunfador, y seguramente no habrá de pasar mucho tiempo sin que tenga su casa con jardín. Entonces necesitará una cortadora de césped, y no la podrá hallar al precio en que las ofrecemos ahora". "Tiene usted razón -dice el señor-. Llevaré una". Aprendida la lección el joven vendedor se dispuso a ponerla en práctica ante los ojos atentos del gerente. Llegó una joven señora, y le dice el muchacho: "Tenemos en oferta las cortadoras de césped". "No necesito una cortadora de césped -responde ella-. Vengo a comprar toallas sanitarias". "Llévese la cortadora -insiste el vendedor-. No estará usted disponible por tres días, y en ese tiempo su esposo podrá cortar el césped"... FIN.

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