En el motel de corta estancia la muchacha le dice a su galán: "Si no eres casado ¿entonces por qué nunca te quitas el pasamontañas cuando estamos juntos?"... El réferi le extrae al boxeador del interior de su calzoncillo una corneta de bicicleta como aquella que usaba Harpo Marx, y le dice: "No necesito esta clase de ayudas. Yo me daré cuenta si tu rival te da un golpe por abajo del cinturón"... Antes de partir a la cruzada el conde Culebraldo le hizo poner a su esposa Gwangolina un cinturón de castidad. Esa misma noche ella recibió en su alcoba al trovador Laudencio, y le dijo con una gran sonrisa: "El abrelatas está en la cocina"... Yo sí creo que el resultado de la jornada electoral en el Estado de México da indicios para considerar lo que será la elección presidencial del 2012. Al contundente triunfo del PRI correspondieron derrotas no menos contundentes del PRD y el PAN. Ni juntos en alianza habrían logrado esos partidos vencer al tricolor. Es casi imposible que perredistas y panistas se unan el próximo año y postulen un solo candidato a la Presidencia -y si lo hacen eso sería aberración política-, pero se puede aventurar, a la vista de lo que sucedió el domingo, que ni así evitarían lo que ahora aparece cada día más claro: el regreso del PRI a Los Pinos. En la contienda mexiquense los verdaderos perdedores no fueron ni Alejandro Encinas ni Luis Felipe Bravo Mena: fueron López Obrador y Calderón. Si las cosas siguen como van, y si en efecto la elección mexiquense tiene calidad indicativa, es muy probable que en la próxima elección presidencial la izquierda deba conformarse con un segundo sitio, y la derecha caiga hasta el tercer lugar. Eso, vuelvo a decirlo, si las cosas siguen como van. Desde lo alto de la escalera por la que había subido para alcanzar el estante más alto, la linda empleada de la biblioteca, vestida con brevísima minifalda, le dice al visitante que con golosa mirada la veía desde abajo: "No sé por qué todos los señores me piden este libro". En el mercado de esclavas de Bagdad las bellas odaliscas eran mostradas desnudas por completo a los presuntos compradores, y conservaban sólo el velo que les cubría el rostro. "Quítales ese velo, Ahmed -le exige al vendedor uno de los sultanes que asistía a la subasta-. Me gusta ver lo que compro". Un alienígena regresó en su platillo volador al remoto asteroide en que vivía, y le informó a su jefe: "Estuve en el planeta Tierra, y aterricé en un país llamado México. Sus habitantes son muy cuidadosos". Pregunta el líder: "¿Por qué lo dices?". Responde el extraterrestre: "Cuando bajé del ovni todos me dijeron: '¿Se lo cuido? ¿Se lo cuido?'"... Doña Panoplia, dama de sociedad, señora de alto pedo, amaneció en su cama completamente en peletier, o sea desnuda, y con una cruda horrible. No recordaba nada de la fiesta que había tenido en su casa. Llamó a Pierre, su fiel mayordomo, y le pidió un café cargado. Luego le preguntó: "¿Qué sucedió anoche, Pierre? ¿Cómo llegué a mi cama?". Explica el mayordomo cortésmente: "Madame bebió quizás un poco mucho, y a consecuencia de eso perdió el conocimiento. Yo me tomé la libertad de cargarla en mis brazos, traerla a su alcoba y acostarla en su cama". "Entiendo -dice doña Panoplia algo apenada-. Pero ¿y mi vestido?". "Pensé que era una lástima que se arrugara -contesta Pierre-, de modo que me tomé la libertad de quitárselo, y lo colgué de un gancho en el vestidor". "Entiendo -vuelve a decir la socialité-. Pero ¿y mi ropa interior?". Explica el mayordomo: "Pensé que le estorbaría a madame para dormir a gusto, así que me tomé la libertad de quitársela, y la guardé en un cajón de su coqueta". "¡Qué barbaridad!" -exclama doña Panoplia-. Ciertamente debo haber bebido de más. Espero no haberme puesto violenta". Replica el mayordomo, imperturbable: "Nada más la primera vez, madame". FIN.
