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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

La joven esposa dio a luz. Su suegra, hosca, le preguntó: "¿Por qué el niño no se parece a mi hijo?". "Señora -replicó la muchacha-, tengo vagina, no fotocopiadora". "La primera obligación de un ser humano es ser feliz. La segunda es dar felicidad a los demás". ¿Quién pronunció esa alada frase, digna de ser inscrita en bronce eterno o mármol duradero? ¿Acaso la dijo Sócrates, dueño de todas las sabidurías, pues confesaba no tener ninguna? ¿Es por ventura de San Agustín, cuyas sentencias no podían faltar en los sermones de antes? ¿Pertenece a Confucio o Napoleón, a quienes se atribuyen todas las locuciones de autor desconocido? ¡No! La frase que arriba puse es de Cantinflas, cuyo centenario acabamos de celebrar. Bien dice el mimado mimo: la felicidad es como el bien de Dios, que sólo se realiza plenamente cuando lo compartimos con el prójimo. Hay quienes, por uno de esos misterios infinitos que la vida tiene, no gozan de todas las capacidades de cuerpo o mente que posee el común de los mortales. Algunos carecen de la vista, del oído otros, del movimiento aquéllos, y así. Hay una institución educativa que se preocupa por esas personas con capacidades especiales. Es la Universidad Tecnológica de Santa Catarina, cuyo campus se encuentra al pie de las "montañas épicas" -así las llamó Othón- que ponen marco a la ciudad de Monterrey. Su rector es un educador sabio y generoso cuya incansable tarea en bien de quienes más lo necesitan lo han hecho merecedor de reconocimiento: el maestro José Cárdenas Cavazos. Gracias a él, a sus colaboradores y a quienes apoyan su labor, más de 300 alumnos con discapacidad, provenientes de los municipios de Nuevo León, de diversos estados de la República, y aún de otros países, han cursado estudios de bachillerato, profesionales y de especialización. El pasado 10 de agosto los integrantes de la última generación de graduados recibieron su título y cédula profesional de manos del padrino de los egresados, don Federico Fleischmann, quien a través de su organización Libre Acceso ha realizado una obra benemérita. Ahí se anunció la creación de una nueva carrera en la Universidad, la de Técnico Superior Universitario en Atención a la Discapacidad, y la construcción de un edificio especialmente diseñado para el servicio de los alumnos y maestros discapacitados, en el cual se utilizarán los más modernos sistemas de avance ecológico-ambiental, con lo que esa institución se pone a la vanguardia en América Latina. Estos esfuerzos han contado con la ayuda de funcionarios sin cuyo apoyo todo esto no se podría llevar a cabo: el ingeniero José Antonio González Treviño, secretario de Educación Pública de Nuevo León; el licenciado Raúl Plascencia, presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos; la maestra María Esther de Fleischmann, coordinadora de Atención a la Discapacidad, y el licenciado Francisco Cisneros Rivero, director general del Consejo Nacional para el Desarrollo y la Inclusión de Personal con Discapacidad. Los cito como un mensaje de agradecimiento que un mexicano común (o sea yo) envía a todos esos mexicanos, maestros, alumnos, funcionarios y colaboradores que tanto bien le hacen a México haciendo cada día el bien. Possy Ciondell, misionero, llegó a la aldea de los comechingones. Este nombre no es inventado: el comechingón es un grupo étnico que en tiempos de la conquista española habitaba en Argentina. El recién llegado se propuso enseñarles el idioma español a los nativos. Iba con uno, y vieron a una pareja haciendo al amor entre los matorrales. Preguntó el aborigen: "¿Cómo llamarse eso en castilla?". Turbado, contestó Possy Ciondell, misionero, lo primero que se le ocurrió: "Eso es andar en bicicleta". El indio sacó su arco y disparó una flecha que se clavó en la región glútea del desaprensivo follador, el cual, con la aguzada flecha clavada en una nalga, salió a todo correr al tiempo que daba al aire estos gemidos plañideros: "¡Ay mamacita! ¡Ay mamacita!". Exclamó azorado Possy Ciondell, misionero: "¡¿Por qué hiciste eso?!". Le contesta el certero flechador: "Bicicleta ser mi esposa". FIN.

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