La esposa de Ulero, el cobarde mayor de la comarca, lo movió en medio de la noche para despertarlo. "¡Levántate! -le dijo con alarma-. ¡Creo que abajo anda un ladrón!''. "Levántate tú" -replicó, temeroso, el tal Ulero. Ella salió de la recámara y bajó al primer piso. Después de un rato regresó. Venía desgreñada y con las ropas en desorden. "¿Qué te pasó? -pregunta, inquieto, Ulero. Responde la señora con rencorosa voz: "Había un hombre allá abajo. Me violó''. Le dice Ulero entonces: "¿Lo ves? ¿Qué tal si hubiera bajado yo?''... Un joven demasiado fino para frontera llegó a una maquiladora. "Perdona, joven -le preguntó al capataz-. ¿Aquí es donde están contratando personal masculino y femenino?''. "Sí'' -respondió, lacónico, el sujeto. "Pues contrátame -demanda el muchacho-. Yo reúno ambas condiciones''... Celiberia Sinvarón, madura señorita soltera, por fin encontró novio, un senescente caballero de nombre don Otonio. En su primera cita romántica el galán empezó a darle besitos en el cuello. "Los besos -le dijo- son el lenguaje del amor''. "Entonces -le pidió Celiberia con anheloso acento- ¡háblame más bajo!''... El Padre Arsilio le aconsejó a Pirulina, muchacha pizpireta: "Escucha la voz de tu conciencia, hija. Ella te impedirá hacer cosas que no debes''. Contesta Pirulina: "Hasta ahora no me lo ha podido impedir, padre. Lo único que ha hecho es estorbarme que disfrute bien las cosas malas que hago''... "Y dígame, jovencito -le preguntó con draconiano acento el circunspecto señor al galancete que cortejaba a su hija-. Sus intenciones en relación con mi hija ¿son honestas o deshonestas?''. "¡Caray, señor! -se alegra el jovenzuelo-. ¡No sabía que podía escoger!''... Birjanio fue a la feria del pueblo, y se pasó toda la noche jugando albures con baraja española. Llegó a su casa en horas la madrugada. Lo recibió su mujer hecha un basilisco. Le gritó, furiosa: "¡Granuja miserable! ¡Bellaco infame! ¡Estólido bribón! ¡Has de haber estado jugando albures otra vez!''. "Te equivocas, mujer -responde el ludópata con calma-. Estuve en la oficina trabajando. Y dame algo de almorzar, pues por el mucho trabajo que hice me dio hambre''. Ella, de mala gana, se puso a freírle un par de huevos. Mientras tanto Birjanio se quedó dormido de bruces en la mesa. Al terminar el guiso ella le aventó el plato con los huevos estrellados. Al escuchar el ruido Birjanio se enderezó, abrió trabajosamente los legañosos ojos, miró el plato y farfulló con voz aguardentosa: "¡Mil pesos al dos de oros!''... Otro hombre fue a Las Vegas, y se puso una borrachera de órdago. Despertó al día siguiente en una habitación desconocida, y vio en la cama, dormida al lado suyo, a la mujer más fea que en su vida había contemplado. Lleno de susto se vistió en silencio, y se dispuso a salir del cuarto. Pero sintió un vago remordimiento, regresó y dejó un billete de 100 dólares en el buró. Ya se iba otra vez cuando sintió que alguien lo detenía por el pantalón. Volvió la vista abajo y vio a otra mujer, igualmente fea, que estaba acostada al pie del lecho. Le dice ésta: ¿Nada para la madrina de la novia?". Se encontraron dos señoras que hacía mucho tiempo no se veían. Preguntó una: "¿Cómo están tus hijos?''. "Bien -repuso la otra-. Mentorio estudió una licenciatura; después hizo la maestría y el doctorado. Güeverio, en cambio, no quiso estudiar. Anda limpiando parabrisas de automóviles en las esquinas''. La señora, para disimular la confusión que le produjo la franqueza de su amiga, le dijo: "Has de estar muy orgullosa de Mentorio''. Responde la señora: "Más orgullosa estoy de Güeverio. Es el que nos mantiene a Mentorio y a mí'... Babalucas se metió a compositor. "Voy a escribir una opereta -les informó a sus amigos-. Se llamará `El Soldado de Chocolate''. "Oye -le indicó uno-. Strauss compuso ya una opereta que se llama 'El Soldado de Chocolate'''. "No lo sabía -se consterna Babalucas-. Pero no importa: entonces la mía se llamará El Soldado de Fresa, o deVainilla''... En otra ocasión Babalucas participó en un concurso de vuelo en globo. Cuando ya iba en las alturas empezó a sonar su radio. Dijo una voz: "Llamando al globo número 66. Llamando al globo número 66''. Responde el tonto roque: "Yo voy en el número 99''. "No -lo corrige la voz-. Su globo es el número 66''. "¡En la madre! -se asustó Babalucas-. ¡Entonces voy volando cabeza abajo!''... Don Feblicio Pitocáido, vejete que presumía de tenorio, se jactó ante sus amigos de que traía una novia de 20 años, y que se iba a casar con ella. Le dice uno: "Pues vas a parecer oreja de vaca". "¿Oreja de vaca? -se amoscó Pitocáido-. ¿Por qué?". Explica el otro: "Andarás muy lejos de alcanzar la cola, pero estarás muy cerca de los cuernos". FIN.