"El matrimonio es como el dinero que pones en el banco". Así le dijo un tipo a otro. "¿Cómo? -inquirió el otro. Explica el primero: "Si nomás estás metiendo y sacando, se pierde el interés". Don Poseidón, ranchero acomodado, jamás había visto un elefante. Sucedió que cierta noche escapó uno del circo que estaba en el pueblo, y andando andando fue a amanecer en el rancho de don Poseidón, y se puso a arrancar con la trompa los repollos que crecían cerca de la casa, y a comérselos. Salió el viejo, y se espantó al ver aquella enorme bestia. Volvió a entrar apresuradamente, y le dijo a su mujer: "Vieja, ahí afuera está un animal de lo más raro. Arranca los repollos con la cola. Y si te digo lo que hace con ellos después de arrancarlos, no me lo vas a creer". En una noche sin luna el amigo de Babalucas asoma por la ventana y le dice al tonto roque: "Está muy oscuro ahí afuera ¿verdad?". "Quién sabe -contesta el Babalucas-. No se ve nada". Torreón es una ciudad habitada por gente laboriosa, fortalecida en el trabajo y en la lucha contra el desierto, convertido en emporio productivo por varias generaciones de laguneros de orígenes diversos. Igual que en otras comunidades, la vida de esa ciudad se ha ensombrecido a causa de la violencia desatada por el crimen. El tiroteo habido en el estadio de futbol el sábado pasado es una especie de culminación de actos violentos que son parte ya, desgraciadamente, de la cotidianidad de quienes viven en Torreón, Gómez Palacio y Lerdo. Del terror impuesto por las diversas bandas de la delincuencia, terror que amenaza a la población, se ha pasado ahora a lo que parece ser un germen de terrorismo que iría ahora contra el Estado mismo. Un pensamiento surge que da idea de la descomposición a que ha llegado nuestra vida pública: ojalá el tiroteo se haya debido a la acción de los grupos criminales; ojalá no tenga ninguna implicación derivada de la lucha por el poder político. Estremece la sola idea de considerar esa probabilidad, pero el ambiente se ha enrarecido tanto, tan grave es ya la polarización de fuerzas, que la misma angustia social surgida de los acontecimientos lleva a tomar en cuenta aun las más descabelladas posibilidades. Juntas, la violencia y la política, forman una mezcla explosiva que trae consigo desastradas consecuencias. Esperemos que la nación mexicana se vea libre de ese terrible mal, sobre todo en vista de la elección de Presidente, tan cercana ya. Es digna de elogio la actitud de los laguneros presentes en el estadio aquel mal día. La calma y orden con que se condujeron evitaron lo que bien pudo ser una tragedia de inmensurables proporciones. Tomemos nosotros ese ejemplo, y emprendamos nuestra labor de cada día con serenidad y confianza. Los pocos malos pueden hacer mucho mal, pero los muchos buenos acaban finalmente por prevalecer. En la clase de aritmética la maestra les pregunta a los niños: "Si pongo tres huevos en este cajón de mi escritorio, y cuatro en este otro ¿cuántos tengo?". Pepito levanta la mano. "Maestra -responde-. Con la mayor franqueza y el mayor respeto le diré que no creo que pueda poner ninguno". Un tipo vio en el parque a una mujer de exuberante busto, y le hizo una proposición indecorosa: "Si me permite darle una mordidita ahí, le pagaré mil pesos". La mujer se enfureció. "¿Cómo se atreve usted a decirme eso?". El hombre subió la oferta a 5 mil. La dueña de aquel ubérrimo tetamen vaciló un poco. Y cuando el sujeto le ofreció 10 mil pesos no resistió la oferta -la crisis, usted sabe- y accedió al trato. El hombre se aplicó a besar concienzudamente y a pasar su ávida lengua por aquel encanto. Después de un espacio de tiempo razonable ella le preguntó, impaciente: "¿A qué horas va usted a darme la mordidita?". "¡Ah no! -replicó el tipo sin dejar de hacer lo que hacía-. ¡Morder sale muy caro!". FIN.
