En el mercado de odaliscas de Bagdad el eunuco que las vendía sacó a subasta a una hermosa hurí que tenía una extraña peculiaridad: uno de sus senos era considerablemente más grande que el otro. "Esta beldad -dice el eunuco a los compradores- perteneció al sultán Ahmed, el que tenía una sola mano"... Acaba de salir al mercado una nueva pastilla que se llama Valgra. Es una combinación de Valium y Viagra. La tomas y sientes el deseo irrefrenable de hacerle el amor a una mujer, pero si no la encuentras te vale... Uglilia era más fea que un coche por abajo. Aquella noche, en el bar, pasada ya de copas, se plantó en medio del local y anunció: "El hombre que adivine mi edad se ganará el derecho a tener sexo conmigo". Responde uno, burlón: "Calculo que tienes 314 años". Y anuncia Uglilia, feliz: "Señoras y señores: ¡tenemos un ganador!"... Doña Rácana, esposa de Avaricio Cenaoscuras, y tan ahorrativa como él, les contó a sus amigas que ella y su marido estaban alimentándose con croquetas de perro, para no gastar tanto en comida. Sin embargo un mes después les anunció que habían dejado esa peregrina dieta. "¿Se enfermaron?" -preguntó una de las amigas. "No -contestó doña Rácana-. Pero cuando hacíamos el amor nos quedábamos pegados"... "¿Cuánto?" -le preguntó el sujeto a la atractiva rubia que iba en motocicleta. "No te confundas -le dijo ella-. Lo que estoy vendiendo es la moto, pero no encontré dónde ponerle el signo de pesos, y me lo puse en las pompas"... En plena playa pública un hombre y una mujer se entregaban con singular empeño a realizar el rito natural. Acudió presuroso un policía, y les pidió que suspendieran esa actividad libidinosa. Lo que estaban haciendo, los amonestó, constituía una grave falta al reglamento de policía y buen gobierno, y era además un atentado contra la moral. Responde el individuo: "La señorita nadaba en el mar, y se hundió entre las olas. La saqué cuando casi se había ahogado ya". "Loable acción -admite el guardián del orden público-, merecedora de reconocimiento. Pero en todo caso no debió usted hacer lo que está haciendo. Debió darle respiración de boca a boca". Replica el individuo: "¿Y cómo cree que empezó esto?"... En la feria rural una niñita le dice al visitante: "¿Me compra un juego de cepillo y pasta de dientes?". "No" -responde con sequedad el tipo. "Se lo doy a mitad de precio" -insiste la pequeña. "Ya te dije que no me interesa -se irrita el individuo-. Déjame en paz". "Está bien, señor -se resigna la chiquitina-. Por la molestia que le di permítame obsequiarle esta pomada que refresca el aliento y blanquea los dientes. Pruébela". Está bien" -accede el hombre. Se la aplica en la dentadura, y luego exclama con disgusto: "¡Oye! ¡Esto sabe a boñiga de vaca!". "Es boñiga de vaca -replica la niñita-. ¿Me compra un juego de cepillo y pasta de dientes?"... La señorita Rosibel invitó a don Algón a visitarla en su departamento. Después de servirle una copa se excusó por un momento. Regresó ataviada sólo con un vaporoso negligé que dejaba a la vista la mínima y voluptuosa lencería con que apenas cubría sus encantos. Le dice al gratamente sorprendido visitante: "La tele se me descompuso, don Algón. Tendremos que divertirnos a la antigüita"... Alejandro de Antioquía, célebre escultor, le dice a la muchacha de enhiesto busto y arrogante popa: "No importa que seas manquita, linda. Si posas para mí esculpiré una estatua que te hará famosa"... Pertinacio era un hombre tozudo. Cierto día le dijo a un amigo en la cantina: "¡Mira! ¡Aquel hombre que bebe en la barra es el Papa Benedicto!". "¡Estás loco! -se burla el amigo. "Te digo que es el Papa" -insiste el testarudo. Tanto se afirmó en su idea que el amigo le dijo: "Está bien. Voy a preguntarle, para sacarte de tu error y que no porfíes más". Fue, en efecto, y regresó al punto. "¿Lo ves? Le pregunté si era el Papa Benedicto, y me dijo que fuera a tiznar a mi madre". "¡Caramba! -se consterna Pertinacio-. ¡Qué agresivo se ha vuelto el Santo Padre!". FIN.