El galancete fue a pedir la mano de su novia. Le pregunta el severo papá de la muchacha: "¿Se cree usted capaz, jovencito, de hacer feliz a mi hija?". "¡Uh, señor! -responde muy ufano el pretendiente-. ¡Hay veces que hasta grita: 'Oh my God!', 'Yea, yea!' y '¡Papacito!"... Llegó un hombre a una florería. "Me da dos rosas -le pidió al encargado-. Amo a mi esposa, y quiero decírselo con flores". Comenta el de la florería: "No dispone usted de mucho vocabulario, ¿verdad?"... El padre Arsilio predicó aquel domingo un hermoso sermón sobre una frase de Jesús: "Dejad que los niños se acerquen a mí". Esa tarde estaba tendiendo una acera de cemento frente a la casa parroquial. Pasó un chiquillo y marcó en el cemento las huellas de sus manos y sus pies, con lo que la obra quedó arruinada. Enojado, el padre Arsilio le propinó al chamaco una patada en el trasero que lo lanzó a 150 yardas de distancia pasando, en perfecta parábola, por sobre el tejado de la iglesia. "¡Pero, Padre! -se asustó la señorita Peripalda, catequista de la parroquia-. ¿No dijo usted en su sermón que ama mucho a los niños?". "En abstracto sí -responde hosco el sacerdote-, pero no en concreto"... Aquella noche don Feblilio entró en la recámara y se asombró al ver al lado de su cama una batería o acumulador para camión pesado. Le pregunta a su mujer: "¿Por qué pusiste ahí esa batería?". Responde ella con sequedad: "Ponte los cables ahí, a ver si de ese modo arrancas"... En el laboratorio de genética los científicos habían logrado crear nuevas especies animales derivadas de la cruza de diversos ejemplares de la fauna. El jefe de los investigadores le mostró las exóticas criaturas a una reportera. "Ésta es Leti -le dice-. Se llama así porque es una mezcla de LEón y TIgre". "Esta otra -continúa-, es Pepa. Su nombre obedece a que es una cruza de PErico y PAloma". Pasan a otra jaula, y dice el director: "Ésta es nuestra obra maestra: Fifí". Pregunta la joven reportera: "¿Por qué se llama así?". Explica el director: "Es el mejor nombre que le pudimos encontrar. Salió de la mezcla de una culebra con un lobo". (No le entendí)... Manlio Fabio Beltrones servirá, consciente o inconscientemente, para dar una apariencia democrática al proceso interno de selección del candidato del PRI a la Presidencia. Grande es su habilidad política, y es bien sabido que ejerce control sobre una buena parte de la estructura del partido, pero se antoja muy difícil que eso pueda ayudarle a contrastar la fuerza de Enrique Peña Nieto, y su ventaja en las encuestas. La formal declaratoria de sus aspiraciones, sin embargo, y su participación en la contienda, evitarán que los priistas den el pobre espectáculo que los panistas están dando, el de un precandidato surgido por dedazo, y los demás nadando contra la corriente a cuyo favor nada un delfín. Beltrones tiene sobre Peña Nieto la ventaja de un discurso político mejor, y de un programa que hoy por hoy se ve mejor estructurado, pero no tiene la juventud del mexiquense, ahora un valor muy apreciado, ni mucho menos su carisma y su capacidad de convocar a los votantes. No dispone tampoco del aplastante apoyo de ese poderosísimo elector que es la televisión. Un guiño de Peña Nieto en la pantalla anula todos los documentos de Beltrones. El de Sonora, pues, constituye una opción sólo en caso de un acontecimiento extraordinario que nadie desearía que sucediera. Donde sí lo veo muy bien acomodado es en la Secretaría de Gobernación. Ahí serían muy útiles su experiencia política, su incuestionable talento y su capacidad negociadora. En el ámbito de la seguridad interior tendría mucho que aportar, pues posee los conocimientos y relaciones necesarias para eso. Esperemos que su ambición de ser el primero no lo prive de la oportunidad de ser un buen segundo... Y para terminar, la verdadera historia de "La joven campesina que le pidió a su padre, como regalo de bodas, un reló". Se iba a casar Eglogia, zagala linda, pero rústica y sin ninguna ciencia de la vida. Don Poseidón, su padre, le preguntó pocos días antes de la boda: "Y ¿qué va a desear mi hija que le obsequie su progenitor en la dorada fecha de sus nupcias?". (El viejo, ya se ve, era proclive a la grandilocuencia). Respondió ella: "Regáleme un reló, 'apá". "¿Un reloj? -se extrañó don Poseidón-. ¿Pa' qué quere m'hija un reloj?". Explica la muchacha: "Es que todas las noches mi novio me dice: 'Demelora'". (¿Qué le quería decir? "¿Deme la hora" o "Démelo ahora?". Misterio inescrutable es ése que no puedo yo dilucidar; pero en el caso de significar: "Démelo ahora" el reloj salía sobrando). FIN.