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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

Nadie debería leer el cuento que alza hoy el telón de esta columnejilla. Lo leyó doña Tebaida Tridua, presidenta ad vitam interina de la Pía Sociedad de Sociedades Pías, y sufrió el espasmo conocido como rotatorio -lo muestra Linda Blair en el film "El exorcista"-, espasmo que provoca, por contracción del músculo esplenio, un movimiento de rotación de la cabeza. El médico de la ilustre dama le administró varias papelinas de polvos de Dover -nitrato de potasa con ipecacuana y opio-, y logró sacarla de ese penoso síndrome. A doña Tebaida, sin embargo, le quedó una visible euriopía, abertura anormalmente grande de los ojos. Parecía había visto a Mandinga, o sea el demonio. Quien no quiera experimentar esos extraños síntomas debe abstenerse de leer el relato que viene a continuación... Dos tipos coincidieron en la sala de espera de un médico. Le dice uno al otro: "Estoy muy preocupado. Me salió una mancha en la pudenda parte, y temo que sea algo grave". El otro responde: "Yo vengo por lo mismo. También me salió una mancha ahí, y eso me angustia". En eso la recepcionista llamó al primer sujeto y lo llevó ante el médico. Salió el paciente al minuto justo, con una gran sonrisa. "No te preocupes -le dice alegremente al otro-. El doctor me vio la dicha parte; me dijo que no tenía nada, y luego de una breve tarea de limpieza me despachó. Contigo será igual". Entra el otro con el facultativo. Lo revisa el médico y luego le dice con tono grave: "Lo siento mucho, amigo. Tendré que cortársela". "¡Cómo! -exclama angustiado el sujeto-. ¡El que entró antes que yo también traía una mancha, y usted le dijo que no tenía nada!". "Es cierto -reconoce el galeno-. Desgraciadamente hay mucha diferencia entre una mancha de gangrena y otra de lápiz labial"... Mi mujer dice que ella y yo vivimos dentro de una biblioteca con algunos anexos que le dan apariencia de casa. Los libros que uno compra tienen sólo dos defectos: pesan, y ocupan un lugar en el espacio. Por eso sufren ahora la amenaza de esos modernos artilugios en los cuales caben todas las bibliotecas del mundo. Ninguno de ellos, sin embargo, ha de tener los libros raros, pintorescos o curiosos que en mi biblioteca tengo. Ayer, cuando los desordenaba por enésima vez, encontré uno que me puse a hojear. Ojeándolo encontré este párrafo: "...En 1934 la educación sexual salió a la luz en México. Ya en 1928 hubo casos en que los niños fueron iniciados en los misterios de la vida en una manera nauseabunda. Pero después de 1933, cuando Narciso Bassols fue ministro de Educación Pública, esa práctica se extendió rápidamente. Bassols parecía tener una especie de obsesión acerca de esto. Escribió morbosas páginas sobre educación sexual que le ganaron, y le ganaron a México, una ingrata reputación en el exterior... He visto fotografías de maestros de escuela cuyas lenguas les fueron cortadas como castigo por haber dicho cosas que los niños no debían oír. Se me informó que en algunas escuelas a las maestras les cortaron las orejas por la misma causa, y debieron salir a toda carrera de los pueblos donde enseñaban, felices de escapar con vida. Esos hechos son infortunados, pero ¿por qué provocar en forma tan brutal a la gente, sobre todo a la que habita en pueblos alejados, y especialmente a los indígenas, que tienen por la pureza de sus hijos e hijas el respeto de aquellos que han escapado a la corrupción?...". Y más adelante: "... Sin embargo las campañas de Acción Nacional, aun aquellas contra las leyes antirreligiosas, como las del artículo tercero de la Constitución, o la vergonzosa legislación que permite el divorcio, no cuentan con la unanimidad de los católicos...". Estos renglones pertenecen al libro "Rise of the downtrodden" ("La rebeldía de los oprimidos"), escrito y publicado en 1959 por el padre Joseph Ledit, de la Compañía de Jesús. Como se ve, los tiempos han cambiado. Aunque cuando se observa el trato que oficialmente da la Iglesia a los divorciados, los homosexuales y las mujeres, algunos extremistas pensarán que en este renglón quizá los tiempos no han cambiado mucho... FIN.

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