¿Recuerdan mis cuatro lectores el cuento del padre de familia y el playboy? El genitor se presentó, ceñudo, ante el adinerado quita naguas. Le dijo que su hija creía estar embarazada, y que también creía que él era el responsable de su gravidez. Replicó, cachazudo, el seductor: "Veo que su hija es muy creyente. Y en cierto modo comparto su creencia: bastantes oportunidades me dio ella para ponerla en estado de preñez". "¡Le exijo a usted que le responda!" -bufó el padre. "¿Cómo puedo responderle -opuso el otro- si no me ha preguntado nada?". "No salga usted con evasivas" -se indignó el paterfamilia. El tenorio se encrespó, y habló con altivez: "En estos casos, señor mío, jamás he echado mano de evasivas. Si me pide usted que responda del embarazo de su hija le diré que el culteranismo es un estilo literario que se caracteriza por el uso atrevido de metáforas, la continua transposición de las palabras y el empleo quizá abusivo de alusiones mitológicas". "Eso no viene a cuento -respondió el señor-. Y menos lo de las metáforas, que en estos tiempos ya ni se usan, golondrinas ausentes del cielo literario. Si es usted hombre dígame cómo hará frente a su responsabilidad". "Hombre soy -dijo el burlador-, aunque sin fanatismos. Le hago, pues, un honroso ofrecimiento acorde con la época crematística en que nos ha tocado vivir. Si en efecto su hija está embarazada, y da a luz una niña, le daré 2 millones de pesos. Si es niño, le entregaré un millón. En cualquiera de los dos casos le haré llegar a usted un automóvil último modelo para ayudarlo a llevar el peso de su inquietud paterna". Después de una pausa dice el severo genitor: Oiga: y en caso de que no esté embarazada ¿podría usted darle otra oportunidad?". Yo creo que -en un contexto diferente, claro- Andrés Manuel López Obrador merece una segunda oportunidad. Muchos mexicanos están convencidos de que AMLO fue el verdadero ganador de la elección presidencial pasada, y que su triunfo le fue escamoteado. Yo no comparto esa convicción, pero pienso que el tabasqueño debe ser candidato nuevamente. Él también lo piensa, desde luego, como lo prueba el hecho de que se ha saltado a la torera todos los obstáculos de la risible ley electoral que padecemos, y está en campaña ya desde el año 2006. Mi problema con esa segunda oportunidad para López Obrador es que Marcelo Ebrard merece una primera. Escucho comentarios favorables a su gestión como jefe de Gobierno del Distrito Federal, y un sector importante de la izquierda considera que sería mejor candidato que AMLO, y en su caso, mejor presidente. De lo dicho podría derivar una peligrosa eventualidad: la partición de la izquierda en dos candidaturas, lo cual haría que ambas fracasaran. Ese inminente riesgo está a la vista. ¿Podrá alguien conjurarlo?... ¡Brrr! Tu pregunta, insensato columnista, le produjo a la izquierda un calosfrío siniestro. Quizá un par de inanes chascarrillos podrían servir para aliviar ese repeluzno... Tres tipos se jactaban de sus respectivas proezas amatorias. Dice el primero: "Anoche le hice el amor a mi mujer, y ella gritó durante todo el acto". Dice el segundo: "También le hice el amor a mi mujer anoche, y ella siguió gritando 5 minutos después de concluido el acto". Dice el tercero: "Yo también le hice anoche el amor a mi mujer. Al terminar me sequé en las cortinas. Y ella todavía sigue gritando"... Un turista bebía en la barra de una cantina en cierto país europeo cuyo nombre no viene al caso mencionar. Por causa de las continuas libaciones estaba ya medio beodo. A su lado se sentó una mujer que no acostumbraba afeitarse las axilas, de modo que cada vez que alzaba el brazo para pedir su trago dejaba al descubierto una profusa pelambrera. Ve aquello el turista y le pide con tartajosa voz al cantinero: "Sírvale una copa de mi parte a esa bailarina". "La conozco -responde el de la cantina-, y no es bailarina". "Tiene que serlo -barbotea el otro-. Sólo una bailarina puede levantar la pierna a esa altura". (No le entendí)... FIN.