"¡Ah, bergante!". Ese antiguo voquible profirió lord Killforth E. Sakeofit, famoso cazador, cuando sorprendió a su caballerango en apretado abrazo de coición con su esposa, lady Sakeofit. Seguidamente le ordenó al mancebo que se levantara del lecho, así desnudo como estaba; que apoyara las dos manos en la pared, bien separado de ella, y que abriera las piernas a todo el compás. Cuando el muchacho hubo hecho eso lord Kilforth le apuntó por la espalda a la entrepierna con su poderoso rifle Magnum. "¡Por Dios, milord! -clamó con desesperación el ilícito amante-. ¡Deme una oportunidad!". "Está bien -accede con hidalga caballerosidad lord Killforth-. Te daré una oportunidad. Balancéalos". La Sierra de Arteaga es una de las más bellas regiones de Coahuila y de México. Imaginen ustedes una cadena de montañas -el punto más elevado del norte mexicano- en cuyos valles se asientan poblaciones de nombres peregrinos: Jamé, Los Lirios, El Diamante, San Antonio de las Alazanas. En esos vastos montes crecen el encino, el oyamel, el pino, y sus cimas y quebradas son morada natural del venado, el oso, el puma, el pavo silvestre, la guacamaya, el pájaro azul, el jabalí. Pues bien: los pinares de esa hermosísima comarca están siendo asolados por una plaga, el gusano barrenador, que ha destruido ya miles de hectáreas de bosque. El verdinegro de los altos pinos es ahora un manchón de ominoso ocre que se va extendiendo por las cumbres y laderas de los ondulantes cerros. No sé si la delegación local de la autoridad correspondiente esté haciendo algo al respecto. Los campesinos me hablan de enviados que llegan de la ciudad, miran aquello, toman algunas notas y se van, sin que regresen luego. Entiendo que a la Semarnat -siglas, creo, que significan Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales- corresponde el cuidado de los bosques. Amenazados por la ignorancia, las imprudencias o la codicia del hombre, los bosques sufren también el ataque de males de la naturaleza desatados a veces por la sequía, a veces por la propia acción humana. Pero esos bosques son santuario que se debe preservar, y valiosísimo recurso que no se puede perder por negligencia u omisión. Yo espero que el sentido del deber de las autoridades, y su pronta y eficaz acción, prevalezcan sobre el gusano barrenador y sobre esa otra plaga destructiva que es la culpable indiferencia, la burocrática dejadez. Mañana sábado, a las 14 horas, en el Museo del Estanquillo, de la Ciudad de México, calle de Isabel la Católica esquina con Madero, Centro Histórico, presentaré dentro de la Feria del Libro del Zócalo mi regocijante y picaresco libro "Los mil mejores chistes que conozco, y otros cien más buenos aún". Hablaré de mi vida en los periódicos; narraré chascarrillos -algunos de subidísimo color-, y compartiré con mis cuatro lectores del DF los dones del amor, la jubilosa risa y el abrazo. Quizá nos tomaremos una foto, y te daré las gracias por tu afecto. Mañana, a las 14:00 horas, en el Museo del Estanquillo. ¡Ahí nos veremos!... Le pide un tipo a otro: "Dime tres marcas de cerveza". El otro responde prontamente. Sigue el tipo: "Dime tres marcas de cigarros". La respuesta es igualmente rápida. "Dime una marca de preservativos". El otro contesta sin vacilar. "Ahora -le pide el individuo-, dime el nombre del mayor río de Kenia; quién es el autor de 'La Jerusalén Libertada', y cuántas variedades de fanerógamas hay en Nueva Zelandia". Responde el otro: "No sé". "¡Carajo! -le reprocha el primero-. Ya déjate de borracheras, fumaderas y cogederas, y ponte a leer un poco". Los dos guardias de la prisión se dirigen a la celda de un recluso. Con ellos iba una voluptuosa sexoservidora. Le dice uno de los guardias a su compañero: "Ya van 14 veces que le aplazan la sentencia a Hamponio, y cada vez pide lo mismo como última voluntad". El reverendo Rocko Fages, pastor de edad madura, casó con mujer en flor de edad. Después de algún tiempo de celebrado el matrimonio suspiraba la joven esposa: "Ya tengo seis meses de casada, y todavía sigo esperando la segunda venida del señor". (No le entendí). FIN.