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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

La esposa del pastor de ovejas sospechó de su marido la noche que lo oyó contar ovejitas para dormirse. El pastor contó así: "... 57, 58, 59, 60, ¡hola, querida!, 61, 62, 63...". Capronio Jodelada, ya se sabe, es el mayor canalla de este hemisferio, y muy posiblemente también de los otros. Solía llegar a la cantina y pedir una bebida que costaba 26 pesos. A la hora de pagar lo hacía arrojando 26 monedas de un peso, una por una, hacia todos los rincones del local. El cantinero, acostumbrado a las rarezas de sus parroquianos, jamás decía nada: se limitaba a recoger pacientemente las monedas. Un día, contrariando su costumbre, Capronio pagó con un billete de 50 pesos. El tabernero vio llegada la ocasión de su desquite. "Aquí tiene el cambio" -le dijo al majadero. Y así diciendo lanzó por todas partes las 24 monedas respectivas. No se inmutó Capronio. Puso dos monedas más sobre la barra y dijo: "Sírveme la otra"... Aquella joven mujer llamada Facilda Lasestas vestía siempre ropa carísima, de marca. Le preguntó una amiga con admiración y envidia: "¿Cómo haces para vestir tan elegantemente?". "Es fácil -respondió Facilda-. Me visto en abonos y me desvisto al contado"... Don Poseidón, ranchero dineroso, enfermó de gravedad. En torno de su lecho se juntó su profusa -y ávida- parentela. De pronto don Poseidón abrió los ojos, y en su delirio empezó a gritarles con estentórea voz: "¡Largo de aquí, buitres! ¡Salgan inmediatamente, malditos ambiciosos! ¡Fuera de mi vista, zopilotes, sierpes venenosas, hienas, chacales, gente sin dignidad y sin pudor!". Dice el médico: "El señor se va a aliviar. Ya empieza a reconocer"... Silly Kohn, vedette de moda, fue a un día de campo con amigos. Bebió de más; se sintió mal y se alejó un poco para tomar el aire y descansar. Sin darse cuenta se quedó profundamente dormida de espaldas sobre el pasto. Vino a suceder que una vaca pasó por ahí, y se detuvo de modo que la ubre de la res quedó exactamente sobre el rostro de Silly. Sintió ella algo; abrió los ojos, y lo que vio la dejó sorprendida. Dijo: "Está bien, muchachos; pero uno por uno ¿eh?"... Los recién casados discutieron acremente. Ella quería cuatro hijos; él solamente dos. La discusión subió de tono, y el muchacho, exasperado, declaró con enojo: ¡Tendremos dos hijos, y punto final! ¡Después de que tengamos el segundo me haré la vasectomía!". "Está bien -admite la muchacha-. Pero yo tendré cuatro hijos, y espero que quieras a los otros dos como si fueran tuyos"... Un señor tenía una fábrica de ropa. Salió de viaje a fin de promover su venta, pero a causa de la crisis y la recesión le fue muy mal: nadie le compraba su producto. Pasaban los días, las semanas, y el señor no hacía ni una venta. No podía enviar dinero a su esposa; ni siquiera tenía ya para sus propios gastos. En la casa la señora sufría apremios y carencias. Desesperada, le puso a su marido un correo: "Envía dinero o las doy". Respondió él de inmediato: "Dalas y envía dinero"... Susiflor casó con un suriano, y se preocupó al saber que en la noche de bodas el matrimonio se consumaría en una hamaca. Ella, no acostumbrada a tan ondulante lecho, se acomodó bien en la hamaca y se dispuso al trance conyugal. Pero antes se encomendó en voz alta a todas las potencias celestiales: "¡Vengan a mí, ángeles, arcángeles, serafines y querubines; tronos, virtudes, potestades y dominaciones!". En eso ¡zas!, se rompió una cuerda de la hamaca y los dos esposos vinieron al suelo. "¡Ya ves! -dice el novio enojado-. ¿Para qué invitabas tanta gente?"... El doctor Ken Hosanna se topó en la calle con la esposa de Empédocles Etílez, su paciente. "¿Cómo está su marido? -le preguntó-. ¿Sigue tomando las pastillas que le receté, aquéllas que debe acompañar con una copa de vino tinto?". Contesta la señora: "En lo de las pastillas va atrasado, doctor; pero en lo de la copa ya lleva tres años de adelanto"... "Necesito una nueva plancha" -le dijo la mujer a su marido, aquel avaro que conocemos ya, Avaricio Matatías. "¿Para qué quieres otra plancha? -le preguntó el cicatero individuo-. Ya tienes una ¿no?". "Sí -respondió la señora-. Pero no funciona". "¿Qué tiene?" -quiso saber don Avaricio. Contesta la señora: "Le pasa lo mismo que a ti: tarda en calentarse, se enfría rápidamente, y ya se le acabó la resistencia"... FIN.

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