El papá de Susiflor la sorprendió haciendo el amor con su novio en la sala de la casa. "¡Voto a bríos! -rebufó el genitor, que en su juventud había leído novelas de Salgari-. ¿Qué significa esto?". Responde Susiflor: "Papi: tú lo único que me dijiste es que no me dejara tocar, y él no ha metido las manos".
En el campo nudista una linda chica le comenta muy enojada a otra: "¡Odio a los hombres que te visten con la mirada!".
Si digo que José Vasconcelos vivió en el siglo dieciocho, seguramente alguno de mis cuatro lectores pensará que he caído en otro de los innúmeros errores a que me lleva la pésima costumbre de escribir todos los días en los papeles públicos. Y sin embargo la afirmación es cierta. Sucede que tenemos otro José Vasconcelos aparte del gran "Ulises criollo". José Vasconcelos es también el nombre del famoso Negrito Poeta, cuyas ingeniosas ocurrencias tuvieron boga en tiempos de la mal llamada Colonia mexicana. Era bien conocida la supereminente habilidad de repentista que tenía ese pintoresco personaje. Podía improvisar rimas ingeniosas que divertían y admiraban a sus contemporáneos. Alguna vez un tal Martín le ofreció un premio si hacía una cuarteta en la cual rimara la palabra "patio" con otra que no fuera su derivado. Difícil la tarea, pues con ese vocablo no rima ningún otro. Al momento el Negrito Poeta respondió con una perfecta redondilla: "El que no sabe latín, / por Horacio dice 'Horatio'. Es consonante de patio. / Dame mi premio, Martín". Pues bien: Horacio es autor de una sentencia que deberíamos atender quienes tenemos la manía de andar por ahí haciendo vaticinios de profeta. La máxima horaciana dice así: "Quid sit futurum cras fuge quaerere". No pretendas averiguar lo que el futuro oculta. Tan inútil es eso como querer saber lo que oculta el pretérito. (O, para el caso, el copretérito y el pospretérito imperfecto). Por eso mi pronóstico sobre la elección de gobernador (o gobernadora) en Michoacán es de pronóstico reservado. Ese estado es de los pocos en la República en que las preferencias de los electores se dividen casi matemáticamente entre el PAN, el PRI y el PRD (se citan por riguroso orden de antigüedad, no de preferencia ni posibilidad de triunfo). En este caso, sin embargo, los indicios muestran que la contienda se dará entre la candidata de Acción Nacional y el candidato del partido tricolor. Según veo las cosas, el triunfo lo obtendrá el partido que logre hacer que los electores vayan a las urnas. El que tenga la mayor cantidad de votos duros, y haya formado la estructura necesaria para que el día de la jornada electoral esos sufragios sean emitidos, se alzará con la victoria. Sucede que las elecciones no son ya cosa de ideología: son cosa de ingeniería. Obrarán, ciertamente, factores psicológicos muy importantes, sobre todo en los votantes de la clase media y alta, pero al final de cuentas la capacidad organizativa de cada partido definirá el resultado de la jornada electoral. Tal es el único vaticinio seguro que por ahora puedo hacer, aparte de profetizar que mañana será viernes.
Don Arsilio, el cura párroco del pueblo, amonestaba a Pirulina, muchacha fácil de su cuerpo. A fin de apartarla del pecado le iba a hablar de las penas del infierno. Le advirtió con severidad: "¿Sabes lo que puedes ganar con esa vida de placer que llevas?". "No sé, padre -responde Pirulina-. Nunca he cobrado".
El Lobo Feroz le dijo a Caperucita Roja: "Ahora no tengo hambre. Tu abuela todavía está de muy buen ver, y tiene partes bastante aprovechables. En vez de comérmela voy a hacerla objeto de mi lobuno instinto de bestial pasión". "¡Oh no! -prorrumpió Caperucita con voz desesperada-. ¡A mí hazme todo lo que quieras, pero no toques a mi abuelita santa!". "Niña, niña -la reprende la abuela-. ¿Cuántas veces te he dicho que no debes contradecir a las personas mayores?". FIN.