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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

Noche de bodas. Termina el primer trance de amor, y Simpliciano, el novio, le pregunta con tono suspicaz a Pirulina, su flamante mujercita: "¿Soy el único hombre con quien has hecho esto?". "No eres el único -responde ella con paladina franqueza-. Pero, si te sirve de consuelo, te diré que tampoco has sido el peor"... La señorita Sheila Kill, genial detective, fue llamada para que investigara un caso de robo. Un ratero se había introducido en un domicilio particular y se llevó el horno de microhondas. Después de revisar la escena del delito, la señorita Sheila Kill manifestó con absoluta certidumbre: "El ladrón es Babalucas". "¿Cómo lo sabes?" -le preguntó el jefe de policía, admirado por la clarividencia de la detective. Replica la señorita Sheila Kill: "Lea usted este burlón recado que dejó el que se robó el microhondas". Lo lee el oficial. Decía el recado: "¡Y gracias por el televisor, idiotas!"... Don Algón llamó a su linda secretaria por el interfón: "Hágame el favor de venir, señorita Rosibel". Inquiere la muchacha: "¿A lo de siempre, jefe, o me va usted a dictar?"... Don Cornulio llegó indignado a la mesa de café que compartía con amigos. "¡Estoy furioso! -profirió-. Alguien me dijo que mi mujer estaba con un pintor. Llegué, y la encontré desnuda frente al individuo". "Vamos, vamos -intentó tranquilizarlo uno de los amigos-. El arte tiene sus exigencias. No debe enojarte tanto que tu mujer se haya desnudado ante un pintor". "¿De coches?" -rebufa don Cornulio... Dice la Palabra: "Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres". (Evangelio según San Juan, capítulo 8, versículo 32). La experiencia ruin, en cambio, nos enseña: "Conoceréis la verdad, y la verdad hará que os encaboronéis.". Don Valetu di Nario, caballero que padecía numerosos ajes de salud, sintió llegado el fin de su existencia. En su lecho de enfermo le preguntó a su esposa: "Dime, Cachureca: ¿me engañaste alguna vez? Te ruego que me digas la verdad, al cabo ya voy a morir". "¡Ah no! -protestó la señora-. ¿Y luego si no te mueres?". Esa sola respuesta debió bastar para que don Valetu concibiera las peores sospechas acerca de la fidelidad conyugal de su mujer. Todavía, sin embargo, conservaba un resto de ilusión, de modo que insistió en que su esposa le dijera si alguna vez le había sido infiel. Ella dudaba, temerosa. Y con razón: antes de decirle la verdad a alguien hay que cerciorarse de que la puerta está cerca, para poder salir a escape en caso necesario. Pero cedió por último a la instancia de su esposo, y le hizo una sincera confesión. "Tres veces te engañé -le dijo-, pero en las tres ocasiones tuve razón fundada para hacerlo". "Ninguna razón plausible puedes aducir -dijo el señor Di Nario con enojo- para haber faltado a la fe que me juraste ante Dios y ante la sociedad". Hizo una pausa y precisó: "Sobre todo ante la sociedad". Y es que don Valetu tenía en mucho el qué dirán. Luego le pidió a su mujer: "Dime cuáles fueron esas tres veces que me pusiste el cuerno, y por qué lo hiciste". "La primera -relata doña Cachureca- fue de recién casados, cuando no teníamos para pagar la hipoteca de la casa. Recordarás que el gerente del banco nos concedió una prórroga para pagar. Ahora sabes por qué". "Repruebo el medio usado para obtener ese favor -manifestó muy serio don Valetu-. Pero en fin: hiciste eso para evitar que nos quedáramos sin techo. Te perdono. ¿Cuál fue la segunda vez?". Responde la señora: "Enfermaste del corazón, y necesitabas urgentemente una intervención quirúrgica. El médico la hizo sin cobrar un peso. Ahora sabes por qué". Declaró con emoción el abatido enfermo: "En este caso, mujer, nada puedo reprocharte. Lo que hiciste fue para salvar mi vida". "Y creo que lo hice bien -replica muy orgullosa la señora-, porque una semana después el cirujano operó a mi mamá de los juanetes y tampoco percibió honorarios". Dijo don Valetu: "Espero que haya sido por el mismo precio. Pero dime: ¿cuál fue la tercera vez?". Responde doña Cachureca: "¿Recuerdas aquella vez que quisiste ser presidente del club de golf, y para ganar la elección necesitabas que 85 socios te dieran su voto?"... FIN.

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