¡Cómo cambian los tiempos! ¡Cómo cambian! En el primer año de matrimonio dice ella: "¡No acabes!". Y en el quinto: "No empieces"... "Pipí". ¿Podría alguien imaginar un título más breve y sugestivo para un cuento? Dúdolo. La brevedad es siempre un grande mérito. ("No siempre", me corrige la esposa de Meñico Maldotado). El relato que digo es también breve, pero además contiene gracia y picardía. Léanlo mis cuatro lectores el próximo viernes en este mismo espacio... Dos grandes perdedores hubo en la elección de Michoacán: el PRD y Felipe Calderón. Ese partido tenía en la tierra de Lázaro Cárdenas uno de sus dos firmes bastiones. Lo perdió. Le queda aún el Distrito Federal, es cierto, pero lo sucedido en la jornada michoacana no es un buen augurio. Por otra parte, los perredistas deben hacer ya el anuncio de quién será su candidato presidencial, y lo harán en el peor momento posible, el de una derrota significativa. El otro gran perdedor en la elección del domingo último es el presidente Calderón. Ninguna duda cabe de que echó toda la carne al asador en ayuda de su hermana, y ni siquiera así pudo favorecer su triunfo. Lo sucedido es un golpe de consideración para él y para el PAN, y llega también en un momento muy difícil, después del trágico accidente en que perdió la vida el secretario de Gobernación. Siento que la Cocoa haya perdido. Era mi candidata -lo dije aquí desde antes de que su partido la designara como tal-, y fue una excelente abanderada de Acción Nacional, como lo prueba la copiosa votación que obtuvo. Sus padres estarían orgullosos de ella. Pienso que habría sido una magnífica gobernadora. Pero no hay mal que por bien no venga. Fausto Vallejo, igualmente un buen candidato que navegó siempre contra la corriente y ganó al fin pese a todos los pronósticos adversos, obtuvo el premio en la rifa del tigre, como suele decirse. Recibirá un estado lleno de conflictos, y deberá echar mano de todas sus cualidades y experiencia para restaurar la unidad en Michoacán y conseguir la paz y la seguridad que anhelan todos los michoacanos. Iría yo a ayudarlo, pero en estos días ando muy ocupado: tengo muchos fierros en la lumbre, y además estoy viendo una espléndida serie de televisión, ésa en la cual Ignacio López Tarso, gran maestro del teatro y de la vida -decir vida y decir teatro es casi decir la misma cosa-, hace en manera magistral el papel de don Porfirio Díaz. El triunfo del PRI en Michoacán parece inobjetable. Tratar de revertirlo no llevaría a nada, y dañaría la imagen del presidente Calderón. Espero que, sin mengua de sus legítimos derechos, Luisa María no imite la conducta de López Obrador, y mantenga el apego a la civilidad democrática que siempre ha demostrado... Afrodisio Pitongo, galán concupiscente, logró al fin que miss Tifori, joven y guapa maestra de Moral en el Colegio de las Adoratrices, aceptara salir con él. En la cena le ofreció una copa. "¡Oh no! -protestó ella vivamente-. Si bebo ¿qué les diría luego a mis alumnas?". Al terminar la cena le ofreció un cigarrillo. "¡Oh no! -volvió ella a rechazar-. Si fumo ¿qué les diría luego a mis alumnas?". En el camino de regreso pasaron por un discreto motelito. Afrodisio, seguro de que la chica le diría que no, le preguntó como por no dejar si quería que llegaran ahí. Para su sorpresa le dijo miss Tifori: "Encantada, no tengo inconveniente". Atónito, inquirió Pitongo: "Y ¿qué les dirás luego a tus alumnas?". Responde con toda calma la maestra: "Lo mismo que les digo siempre: que no necesitan beber ni fumar para pasar un rato agradable"... La mamá de Pepito retornó de un viaje, y el niño salió a recibirla con la joven criadita de la casa. Dice Pepito: "Mami: yo y papi dormimos anoche en la misma cama". La criadita lo corrige: "Papi y yo dormimos anoche en la misma cama". "No -replica Pepito-. Lo de ustedes fue antenoche"... FIN.
