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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

"Sentí cuando me penetró. Nada pude hacer para evitarlo. Hizo lo que tenía que hacer, y al final, ya satisfecho, se alejó con ese insolente silbidito suyo". Eso relató una muchacha. Y añadió luego, furiosa: "¡Maldito mosquito!". Decía Babalucas: "Vi una estatua de la Venus de Milo, pero no la compré porque estaba defectuosa: le faltaban los brazos". (Babalucas es el mismo que dijo: "¿Qué gracia hizo Colón al descubrir América? Está bien grandotota"). La madre visitó a su hija en la casa de ésta, y se sorprendió al verla en peletier. "¿Por qué estás encuerada?" -le preguntó con gran delicadeza. "Espero a mi marido -explicó la hija-, y éste es el vestido del amor". Le gustó a la señora aquella frase, y al regresar a su casa se despojó de toda ropa y aguardó así la llegada de su cónyuge. Entró el esposo y se asombró al encontrar desnuda a su mujer. "¿Por qué te hallo sin ropa?" -preguntó. Contestó ella: "Es el vestido del amor". Le dice el incivil sujeto: "Pues le hace falta una buena planchada". Los jesuitas del Perú colonial eran bastante jesuíticos. Le pidieron permiso al Papa de poner una puerta en el templo que en Lima iban a construir. Se sorprendió el Pontífice al conocer la peregrina solicitud de los ignacianos. ¿Cómo podía hacerse una iglesia sin puerta? Les otorgó, pues, la licencia que pedían. Entonces los Padres de la Compañía pusieron tres puertas en su templo. Sólo una catedral podía tener ese número de puertas. Los dominicos, sus acres enemigos, denunciaron el exceso: en los términos de la legislación canónica, dijeron, los jesuitas sólo tenían derecho a poner dos puertas en su iglesia. Es cierto, reconocieron los hijos de Loyola. Sin embargo el Pontífice les había autorizado una puerta. Para las otras dos no necesitaban permiso, pues les correspondían por ley. Ergo, al poner tres estaban dentro de la norma. En nuestro tiempo los médicos de una cierta ciudad de Chihuahua se hacen ricos recetando aspirinas. Sucede que cerca de esa población hay una numerosísima colonia de familias pertenecientes a una comunidad de origen europeo, muy trabajadora. En ese grupo las mujeres están sujetas a las severas normas impuestas por los líderes religiosos, y sólo pueden ir a la ciudad en caso de enfermedad. Cosa rara: todos los fines de semana las señoras se ponen malas de repente. El jefe no tiene más remedio que autorizarles la salida, so riesgo de un alzamiento mujeril. Por centenares van las mujeres, pues, a la ciudad, y cumplen con el trámite que comprobará su visita al médico: la obtención de una receta. El doctor prescribe en un minuto un frasco de aspirinas; cobra por la fingida consulta 20 dólares, y todos tan contentos. A lo que voy es a decir que quien hace la ley hace la trampa. La deficiente legislación electoral que padecemos propicia toda suerte de simulaciones. Así vemos cómo por estos días, en que está prohibido hacer propaganda política, a los precandidatos les da por volverse escritores. Todos sacan un libro, y so pretexto de presentarlo al público se pasean por doquier, y hacen lo mismo que harían si anduvieran ya en campaña. Tanto el señor López como el señor Peña han presentado ya sus libros, y la señora Vázquez Mota tiene en diversas ciudades del país anuncios espectaculares en los que aparece con una gran sonrisa haciendo publicidad al suyo, y de pasada haciéndose ella misma propaganda. Es mala una ley que incita a la simulación. Cualquier prohibición irrazonable lleva a buscar caminos para eludirla por medio de tramposos subterfugios. La libertad es como el agua: si encuentra cerrado un camino busca otro. Pero noto que esta última frase ya me salió muy solemne. Mejor paso a narrar un cuentecillo final. Una mujer fue llevada ante el juez: había robado en el súper una lata de duraznos en almíbar. Le pregunta el juzgador: "¿Cuántos duraznos contenía la lata?". "Siete" -responde la acusada. Sentencia el juez: "Pasará usted siete días en la cárcel, uno por cada durazno". En eso interviene el marido de la mujer. "Señor juez -dice-. También se robó una lata grande de chícharos". FIN.

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