"Su bebé nació hermafrodita". Así le dijo el obstetra a la señora. Preguntó con inquietud la parturienta: "¿Qué significa eso, doctor?". "Significa -respondió el tocólogo- que presenta al mismo tiempo características de hombre y de mujer". "¡Santo Cielo! -se consternó la señora-. ¿Quiere usted decir que tiene pene y cerebro?"... La siguiente frase no es mía. La dijo Samuel Butler, novelista inglés: "Un ladrón te pide el dinero o la vida. Una mujer te exige las dos cosas"... Don Francisco Aguirre González, apreciado señor de mi ciudad, era vehemente partidario de cambiar las cosas. Difícil tarea es ésa, pues las cosas no son partidarias de que se les cambie. En nuestros días los que buscan transformar la realidad son llamados "luchadores sociales". En aquel tiempo -mediados del pasado siglo- se les llamaba locos. Don Francisco dio pábulo a esa denominación cuando narró en su libro autobiográfico, una obra de título modesto, "El mensajero universal", que cierto día, estando él por el rumbo de la alameda de Saltillo meditando en su troquita -del inglés truck, camión de carga- sobre los arduos asuntos de su competencia, fue arrebatado de pronto por una fuerza extraña que lo elevó en el aire con todo y troca (una Ford de estaquitas, para mayores señas), y lo llevó al espacio exterior en un viaje de vértigo que le permitió ver al planeta muy abajo, del tamaño de una pelota de ping-pong. En ese fantástico periplo le fueron reveladas cosas grandes y maravillosas sobre el futuro de la humanidad, cosas que a nadie dijo nunca para no poner pánico en el mundo, pero que lo movieron a escribir cartas a los magnates de la Tierra -el presidente de los Estados Unidos; el premier de la URSS, la reina de Inglaterra-, en las cuales les hacía sabias recomendaciones sobre la forma de manejar los asuntos del gobierno y las relaciones internacionales. Terminaba don Francisco sus misivas con una frase admonitoria: "Si no sigue usted mi consejo, en su salud lo hallará". Por estos días yo veo a Felipe Calderón un poquito fuera de sí. Presidente nato del PAN, presidente conato del País, da a ver indicios ominosos en el sentido de que buscará anular la elección habida en Michoacán, poniendo como causa la presunta intervención del narco en el proceso electoral que perdió Luisa María su hermana. La tal infiltración del narcotráfico no debe ser tan grande si ahora la Cocoa aspira a un escaño en el Senado, pero aun así el Presidente se ha negado a reconocer el triunfo del candidato priista, y no ha hecho la ritual llamada telefónica de felicitación. Escuche mi consejo don Felipe, y no siga ese camino errado. Mal se vería -juez y parte- si tratara de torcer el resultado de la elección. Eso pondría inquietud en Michoacán, y sería señal muy evidente en el sentido de que también Calderón meterá mano en la sucesión presidencial. Ya fue él un ganador malo; no sea ahora un mal perdedor. Si nos ha hecho caer en la desesperanza, no caiga él en la desesperación... ¡Columnista mentecato! Tú sí que pones inquietud en la República con esas últimas palabras, que se dirían escritas por funestos hados. Despídete mejor narrando una de las inanes historietas con que sueles poner final a tu columnejilla... Tres monjitas llegaron al mismo tiempo a la puerta del Cielo. Les dijo San Pedro, el portero celestial: "Le haré una pregunta a cada una. La que responda con acierto podrá entrar en la mansión de la eterna bienaventuranza". Se dirige a la primera y le hace la pregunta: "¿Quién fue el primer hombre?". "Ésa está fácil -sonríe la monjita-. Fue Adán". "Puedes entrar" le dice el apóstol. Le pregunta a la segunda: "¿Quién fue la primera mujer?". "También ésa está fácil -se alegra la sor-. Fue Eva". "Puedes entrar" -autoriza el de las llaves. Se vuelve a la tercera y le pregunta: "¿Cuáles fueron las primeras palabras que Eva le dijo a Adán cuando se vieron fuera del Paraíso, y desnudos?". La monjita vacila. Dice: "Ésa está muy dura". Le indica San Pedro: "Puedes entrar"... (No le entendí)... FIN.
