Hay una cosa que nunca he hecho, o bueno, en realidad son dos. La primera, tener sexo por internet, y la segunda, vestirme de enfermera. Y miren que lo he intentado, ¿eh? Sobre todo lo del disfraz, que lo veo menos complicado.
No me pregunten por qué, pero siempre tuve el gusanillo de aparecer en una gran fiesta con un diminuto vestidito blanco, cofia y una cruz roja en la cabeza. Pararme frente al susodicho y decirle con tono sexy y un amenazante termómetro en la mano: “Te está subiendo la temperatura”.
Lo mejor de todo es que siento que muy pronto haré realidad esa fantasía. ¡No, no se rían! Esto me parece un asunto súper serio, sobre todo después de leer que la mujer del momento, Kate Middleton (futura esposa del Príncipe Guillermo de Inglaterra), consiguió su anillo de compromiso vestida así. Lo cual demuestra que, plebeyos o de sangre azul, todos los hombres son iguales.
No quiero sonar como una aguafiestas del amor. ¡Al contrario! Quiero que piensen en Kate vestida con un pícaro uniforme y valoren (ja) todo lo que esta mujer de clase media ha tenido que hacer para convertirse en la esposa del segundo en la línea de sucesión al trono de Inglaterra. Sepan, detractores y detractoras del enlace, que la relación de ocho años entre Kate y Guillermo ha sido un viacrucis plagado de rupturas y celos.
Cuando Guillermo conoció a la futura madre de sus herederitos, exclamó (el Príncipe, literal): “Oh ¡está buenísima!”, y se enamoró perdidamente de ella. Hasta que... dejó de estarlo.
Todo iba bien, pero cuentan que el hijo mayor de Lady Di es súper mujeriego, así que el noviazgo ha sido largo, pero con descansos e infidelidades. Cada vez que Kate y Guillermo “tronaban”, él aparecía feliz en brazos de otras mujeres, mientras ella remaba y remaba para aguantar la separación.
Dicho sea de paso, según los expertos el remo es perfecto para despejar la mente y está entre los cinco deportes de más resistencia del mundo (o sea que la Middleton es aguantadora).
Es ahí cuando aparecieron en la historia algunas mujeres que ahorita deben estar muertas de envidia porque nunca llegarán al trono. Entre ellas, Jecca Craig, Arabella Musgrave e Isabella Anstruther-Gough-Calthorpe. Y aquí aprovecho para agradecer públicamente al Príncipe, a nombre de todos los comunicadores del planeta, que no se haya casado con la última señorita. ¿Se imaginan a los corresponsales, o a mi queridísimo Joaquín López-Dóriga, tratando de pronunciar Anstruther-Gough-Calthorpe?
Bueno, pero volviendo a las fantasías sexuales (disculpen que divague tanto. Ha de ser por la Semana Santa), Kate estaba a punto de perder a su adorado novio cuando en la última reconciliación se le apersonó vestida de enfermera ardiente en una fiesta de disfraces y ahí fue cuando lo atrapó para siempre. El resto, ya lo sabemos. Por cierto, Guillermo iba de policía, con macana y todo, como los de Village People. Datos que uno sabe...
Por último, debo confesar que confío plenamente en que Guillermo reinará un día de éstos. Digo, ahorita sólo es el “heredero del heredero”, pero si tomamos en cuenta que su padre, el Príncipe Carlos, accederá al trono cuando tenga como 90 años (viendo que la Reina Isabel no soltará antes la silla), no aguantará mucho.
No sé qué tengan planeado hacer la madrugada del 29 de abril, queridos lectores. Yo seré feliz testigo frente al televisor de la boda real británica.