Llámale observación o radar para captar las situaciones anormales, pero esta columnista sabía que la relación amorosa de Marc Anthony y Jennifer López estaba por irse al traste. Les pondré un ejemplo muy fácil de que había señales de que las cosas no andaban bien entre la pareja.
¿Se acuerdan del Grammy Latino del año pasado? Sale Marc, empieza a cantar “tu amooor me hace bieeen” y Jennifer suelta el llanto. Eso, el llanto. Aplaudía y lloraba. Lloraba y aplaudía. Fue en ese momento que me dije: “éstos no duran, ella trae atorado algo muy gordo y aquí hay gato encerrado. Esa pareja se está desmoronando”. Todo eso. Claro, los que siempre se van con la finta pensaron: “mira cuánto lo ama, llora cada vez que lo ve, mira cómo se emociona cuando lo escucha”.
Pero quienes practicamos el periodismo creativo nos preguntábamos: ¿por qué llora J.Lo? ¿Por qué llora una mujer cuando su ser amado canta? Sobre todo si Marc, lo que sea de cada quien, es muy bueno sobre el escenario. Abajo, quién sabe. Corren muchas historias...
Bueno, no se distraigan, la pregunta era por qué lloraba Jennifer? Así que decidí realizar una encuesta para averiguarlo, y los resultados arrojaron que ¡pudo ser por cualquier cosa! Por ejemplo, que él olvidó su aniversario de bodas, pero no creo que fuese ésa la causa, porque ellos se casaron en junio y el llanto fue en noviembre (ja). Otras dijeron que Jennifer estaba conmovida por los logros de su pareja (ay, no creo que tanto). O que la canción le traía recuerdos. O que tenían los típicos problemas de las parejas modernas. O se acordó de que Marc dejó levantada la tapa del baño. Esto último me pareció superinteresante y digno de analizar, si tomamos en cuenta que su departamento es un “triplex” de 630 metros cuadrados con nueve baños. Con tantos, seguro se le olvidaba bajar la tapa de alguno. Y ya sabes que esos pequeños detalles son los que construyen una relación o la desbaratan.
A lo que iba, es que hubo algo raro en el ambiente cuando el neoyorquino cantó: “¿Y cómo es él? ¿En qué lugar se enamoró de ti?”. Aquello estaba muy tenso y no era por la reaparición de José Luis Perales ni por los nervios de que se cayeran los bailarines que colgaban del techo. No, se respiraba tensión conyugal. Como si el tema llevara dedicatoria para su mujer y madre de dos de sus hijos. Por cierto, me gustó saber que Marc estuvo casado y tuvo una hija con una mujer policía de Nueva York. No sé, yo, que soy fanática de las series policiacas, me pareció, al menos, divertido. Que les entraba el morbo y ya tenían en el clóset el uniforme y las esposas. Me los imaginé jugando a “queda usted detenido, salga con las manos en alto...”.
Ahora se sabe que, oficialmente, se han separado. Aunque no han dicho las verdaderas razones. Vete tú a saber si fue por los videos sexuales de Jennifer que circulan por ahí o porque Marc le debe dinero al fisco, o porque Marc quiere regresar con su ‘ex’ mujer la ‘ex’ Miss Universo (ex, ex, ex), o porque debe de ser horrible que tu esposa contrate a William Levy para abrazarlo y toquetearlo en su nuevo video. Eso pudo ser.
Es que cuentan que el salsero es el hombre más celoso del planeta, y su mujer, la más hermosa del mundo (según la revista People), así que calcúlenle, simplemente ahí no había compatibilidad. Los empresarios que han contratado a los cantantes aseguran, por ejemplo, que Marc ponía en los contratos de J.Lo una cláusula superespecial en la que se especificaba que los hombres más cercanos a ella debían ser “blancos, nada atractivos y poco dotados”, para evitar que su esposa se fuera a enamorar de alguno. Por eso me encanta que lo primero que hizo J.Lo en cuanto se sintió libre fue invitar a William, para restregarle en la cara a Marc la dichosa clausulita (¡mujeres unidas!). Ay, mi Marc. Pero si las mujeres se vuelven locas por el que menos te imaginas y a la hora menos pensada.
