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DE VUELTA AL RUEDO

Luis Enrique

Martha Figueroa

Será por las vacaciones, pero anoche soñé que estaba en Brasil bailando samba. Oigan, ¡qué manera de moverme! Hasta que desperté...

No soy carioca. Definitivamente. Aunque oiga música brasileña todo el santo día, me dé por hablar en portugués sin saber el idioma (esto es único, tendrían que oírme), cante bossa nova y me comporte como si hubiera nacido en alguna tierra caliente.

Si alguno duda de mi procedencia, basta con verme con atención para saber que no, no soy carioca. Si lo fuera, tendría un cuerpazo color canela, andaría en tanga y, principalmente, no tendría problemas de ritmo.

Sí, lectores que me favorecen con su atención, su columnista tiene serios conflictos para moverse con ritmo. Al bailar, me refiero. Para otras cosas me acoplo muy bien, marco los tiempos, incorporo acrobacias y lo que haga falta. Pero es que tú me pones una samba y haz de cuenta cuando se electrocutó Doña Florinda en la Vecindad del Chavo.

Lo mismo me pasa con la salsa. La escucho sin parar, pero, para bailarla, me atoro y ni para atrás ni para delante. Como si tuviera un coagulo rítmico atascado. Y eso que interpreto salsa como los grandes: me deberían ver en la regadera cantando “química perfecta cuando mis labios te besan.” o “Pobre payaso, ríe por no llorar.” o “Yo no sé mañana”. Ésa es mi favorita.

De hecho, después de las clases de surf con Abelardo Juárez en Mazatlán, pienso inscribirme a uno de esos cursos que hay en los antros rumberos. Me han contado que es mágico porque vas, te conchabas a un bailarín cubano y a darle. Bailas porque bailas.

Y yo necesito aprender para bailar los éxitos de Luis Enrique.

Tengo algo que confesar y es que tengo un ritual: desde hace varios años, vuelo a Miami cuando sale a la venta algún disco del Príncipe de la Salsa, sólo para comprarlo y traerlo a México. De ese tamaño.

Por favor, no me juzguen. Estarán pensando: “ya ves, te dije que estaba loca?, y, puesto así, suena muy descabellado. Pero ¡ah, cómo disfruto todo el numerito! Aterrizar, explicarle al agente de inmigración que voy de paseo, ir a la tienda, buscarlo en la estantería de “música latina en la letra L”, pagarlo, arrancarle el celofán y ponerlo a todo volumen en el auto rentado o en el CD del cuarto de hotel (aunque tengo algunos discos de L.E. en acetato o cassette).

Por supuesto, como siempre he tenido mucha imaginación (ja), invento asuntos, planeo vacaciones o consigo chamba por allá para justificar el viaje. Claro, más tarde llegan a México los discos, pero es que no es lo mismo. No hay que restarle emociones a la vida ¿que no? El nicaragüense es mi segundo cantante favorito del mundo y la vida. Después de Luis Miguel, sólo Luis Enrique, desde hace como 22 años cuando lanzó un disco que se llamaba Mi Mundo.

Aunque supongo que muchos de ustedes no habían nacido, esta columnista ya trabajaba como “asistente de información” en Siempre en Domingo (les digo que me estoy poniendo mayor) y lo vi actuar agazapada detrás de cámaras, en el monitor del camerino de Raúl Velasco. El jefe me pedía sus tarjetas para leer, lo seguí en el guión del programa y yo le decía: “péreme tantito, que me acabo de enamorar...” (ja, ja, luego les contaré lo que me respondía ¡Don Raúl!).

¿Lo han escuchado? Es maravilloso. Absolutamente genial. Revolucionó la salsa y siempre ha estado adelantado a su época en cuestión de letras y arreglos. Sus canciones empiezan muy normalitas y crecen y crecen hasta terminar en un temazo, tres minutos después.

Digamos que es el ¡Zidane de la salsa! Elegante, tiene una sonrisa espectacular, es perfecto, guapo, se mueve increíble, te pone de buenas y te transmite una buena vibra que te mueres.

Si tuviera que escoger entre sus discos, creo que mis favoritos serían Transparente, Evolución y Ciclos, que incluye la rola que me hace más feliz mientras manejo en el tráfico siempre espantoso o mientras me enjabono estas partes mías que día con día parecen caerse al vacío. No se rían, ¡es en serio! hoy, mientras me duchaba pensé: “que no tenía ayer las rodillas y las popis más arriba?”.

A lo que iba es que acaba de salir al mercado Soy y Seré, el nuevo álbum de Luis Enrique, así que ya sabrán dónde me encuentro, ¿no? Hay placeres que no cambio por nada.

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