Ya decía yo que Marcelo se veía muy feliz últimamente. Es que el amor, cuando llega, es maravilloso. Después, se convierte poco a poco en una porquería. Y esto no lo digo yo, sino los expertos que han pasado horas investigando las relaciones de pareja.
Por supuesto, hablamos de una de las noticias más divertidas y comentadas del momento: Marcelo Ebrard presentó oficialmente a su nueva novia, después de anunciar también que quiere la silla presidencial. Bueno, supongo que el orden es al revés. O sea que, primero quiere la silla y luego a la señorita.
Antes que nada, debo felicitar a la afortunada, porque sabrán que había muchas solteras ilusionadas luchando por el amor del Jefe Capitalino. O mejor dicho, muchas mujeres desalmadas, interesadas en el dinero, el poder y el sueño de convertirse en Primera Dama. ¿Por qué seremos así? Tan bonito que es entregarte por puro amor (ja).
La mujer que podría convertirse en la nueva Margarita Zavala o en otra Martita Sahagún, es una ex diplomática hondureña llamada Rosalinda Bueso, que, de entrada, cae bien porque debe creer mucho -muchísimo- en el amor: ésta sería su tercera boda. Es decir, me cayó bien a mí, pero en su natal Honduras la mal miran por haber sido parte del equipo de Mel Zelaya y por andar buscando novio en horas de oficina (no pueden negar que eso último es muy chistoso).
Por favor, no seamos duros con Ebrard ni lo juzguemos tan a la ligera por presentar ahorita a su “media naranja”, acuérdense que a los votantes les gustan los hombres con esposa incluida. Además, debemos admitir que un político lleno de amor, trabaja mejor que un político amargado e insatisfecho sexual.
Según la guapa señora Bueso, lo que más le gusta de su famoso galán es que “es tierno, sincero y leal”. Ah, y también que le gustan “sus ojos, porque hablan de quién es él”. En eso, queridos lectores, difiero un poco. Es que, francamente, no creo del todo en los ojos parlantes. Que a veces alguien te mira profundamente y puedes jurar que te sumerges en la paz de sus ojos verde mar, y en realidad, el hombre lo que está pensando es: “¡Te voy a matar!”. Lo he vivido en carne propia y lo he visto en infinidad de películas.
Por su parte, Marcelo la describe como “una mujer lindísima, un encanto”. Me encantaría que se apareciera detrás Rubén Aguilar y nos tradujera “lo que Marcelo quiso decir, es que ¡está buenísima!, y es más fotogénica que La Gaviota”.
A mí, lo que siempre me ha maravillado es la historia de Marcelo como amo de casa. Dicen que esa faceta suya es impactante y que tiene el umbral de la limpieza bastante alto. Me lo imagino haciéndole frente a las labores del hogar como si se tratara de combatir al hampa o solucionar un problema de drenaje.
Claro, cuando eres jefe de la Ciudad de México y se te inunda la cocina de tu casa, seguro te revuelcas de la risa. Que no prende el boiler, jajaja. Que hoy no pasó la basura, jajaja. Que no sirve el elevador, jajaja. Que la vecina no levantó las descargas del perro, jajaja. Que se acabaron los huevos, jajaja. Pues eso, te conviertes en un hombre muy risueño.
