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DE VUELTA AL RUEDO

Mis amores

Martha Figueroa

Por favor, no se asusten con el título de la columna. No será un escrito cursi que derrame miel. Lo que pasa es que, mientras el filipino canijo le robaba a Juan Manuel Márquez la pelea, yo estaba en el teatro viendo Un Dos Tres por Mí y por Todos Mis Amores. Que el nombre está más largo que mi última relación, pero la obra es maravillosa.

Ya sé que todo el mundo estaba haciendo cuentas de los rounds, sumando y restando para ver si cuadraban las apuestas y el ganador era Paquiao. Pero, por favor, perdónenme: yo no soy de números, soy de letras.

Así que me fui directamente a escuchar historias de amor a la Sala Chopin, lugar al que no iba desde que compré un pandero y una flauta hace ya algunos años (¿les conté que en la adolescencia fui una promesa del pandero?). Bueno, pues el lugar ha cambiado mucho desde entonces. El teatro es comodísimo, y tiene paredes acolchonadas de piel. Como si fuera un cuarto de manicomio, pero bonito. Sobre todo, me parece muy práctico, porque, cuando empiezas a identificarte con los personajes, luego te entran ganas de aventarte contra las paredes.

Uno Dos Tres por Mí... es una comedia romántica muy divertida (muy) que trata sobre buscar y encontrar, amor a primera vista, ilusiones, desamor, desilusiones, matrimonio y destiempos.

Y todo vale la pena: el guión y la dirección de Manolo Caro, la escenografía, que es fantástica, el vestuario y, sobre todo, los actores, que están increíbles: Raúl Méndez, Paola Núñez, Andrés Palacios, Marimar Vega y Juan Pablo Medina. También participan, alternando funciones, Verónica Toussaint (que debe estar padrísima) y José María Torre, así que tendré que regresar para verlos. Retextote.

Debo confesar que lloré. Sí, soy una columnista chillona. Lloré de risa y de lágrima de hilo (ya saben, la que es como un riachuelo), que cualquiera podría pensar: “Mira, esta pobre, encima de todo ¡es bipolar!”. Pero no. Es que pasan cosas que te provocan carcajadas y luego suspiros.

Personalmente, tengo debilidad por Raúl Méndez, que me parece lo máximo. Pero Andrés está que se cae de guapo, y Juan Pablo es encantador, y una joya para el llanto. Provocó el lloriqueo masivo: él aventaba una lágrima y nosotros tres.

Marimar vestida de novia es genial. Guapa, buena actriz y muy chistosa. Además, te sorprende y te mata de risa cuando canta “Como tu Mujer”.

Paola está impresionante de actriz y de percha. ¿Por qué tiene ese cuerpazo? Hay un momento cuando canta “La Gata bajo la Lluvia”, que te provoca decir: “Ya, me voy a subir al escenario a darle un beso ¡la amo!

Creo que desde Casi un Pueblo no había disfrutado tanto una obra de teatro. Así que salí feliz y con ganas de volver.

Al día siguiente, ya veía el mundo más amoroso (ja, ja, ja). ¡En serio! Con decirles que me encontré en la Plaza México a William Fitchner, o sea “Mahone”, de Prision Break, y le aventé de besos. Una cosa cursi. Hubieran visto la cara que puso. Se ve que pensó: “oh, qué cálidos son en México con el turismo extranjero”. Oigan, es que, aparte del romanticismo dominical que me embargaba, nadie le hacía caso por estar pendientes de Paulina Rubio y Alejandro Sanz. Entonces, me dije: “demuéstrale al actor que tú sí tienes Cablevisión y tu vida va más allá de La Voz... México. El beso voló. Y las carcajadas, peor.

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