Este fin de semana he visto a Luis Miguel. Ahí, frente a mí. En su casi natal Veracruz, donde la comida es tan rica y la gente tan animosa que te pones de buenas. Lo Juro. Si traes el ánimo bajón, llegan los jarochos y te colocan enfrente unos camarones, unas picadas, unos toritos de cacahuate, llega el de la marimba, volteas al mar y ¡listo! Quedas como nuevo. Ah, qué dicha tan jarocha.
Y, sinceramente, como no me importan las declaraciones de Aracely Arámbula en torno a que el cantante es un padre desobligado, disfruto a todo lo que da su voz y su talento cada vez que se puede.
Ahí estaba su columnista de cabecera, feliz en aquel concierto, cuando escuché una voz que me erizó la nuca. El hombre cantaba tan fuerte, desde la fila ocho, que te ponías chinito. Era el Gobernador de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa, que entonaba con toda el alma priista y casi cuarentona que posee: “si no supiste amaaaar ¡ahora te puedes marchaaaar!”. Que yo decía: “espero que sólo sea fan de Luis Miguel y no que ande sufriendo penas de amor, que eso es muy triste”.
Y, por estar viendo cómo bailaba este personaje que me cae bien desde que dijo que “las mujeres son el corazón y el motor de la sociedad” (ya ven como me pongo cursi a veces), perdí de vista a Sara Maldonado que también andaba por ahí. Bueno, Sara y 10 mil veracruzanos que, como si fuera boda, iban elegantísimos. Cuán divertido es el show business, ¿no?
Se ve que dijeron “hay que recibir a nuestro paisano como Dios manda” y aquello parecía concurso. Es más, hubo alfombra roja. Pero yo, que no soy una persona exótica ni sensual -ya saben, bajita sin mucho chiste- atravesé la franja de los cuerpos bronceados y pasé por un ladito. Oigan, es que hay mujeres sensuales que tú las ves pasar y te quedas helado porque irradian guapura, o tienen curvas de impacto, pestañas de 10 centímetros o un gran “esplendor mamario” (manera científica de decirlo, ja). Y, yo, pues no soy de ésas. Es que la naturaleza, que es muy canija, me dotó de otras cosas. Sí, mi mente es un infierno.
En todo eso pensaba mientras esperaba a Luis Miguel. ¿Se acuerdan cuando decían que había nacido en Veracruz? Luego que en Nueva York y al final, se supo que vio la luz en Puerto Rico. Aunque desde hace años se hizo más mexicano que ninguno.
Lo anterior, al parecer, nunca lo supo un señor de cerca de 60 años que estaba sentado junto a mí. Dicho señor se emocionó en grande cuando Luis Miguel apareció en el escenario, y le decía por lo bajito a su esposa “sí, es veracruzano. Ojalá cante la de ‘Por Debajo de la Cama.”. Y claro, yo me reía sola, que es algo que últimamente hago con frecuencia.
Cada vez que escucho a Luis Miguel, vuelvo a pensar que es un cantante maravilloso y uno de los mejores de todos los tiempos. ¿Lo han visto en fecha reciente? ¡Está increíble! Y créanme, ni es un papá asqueroso ni trae bajo el brazo un block de contratos de “silencio” para que los firmen con sangre sus allegados.
Y por favor, detractores, si piensan enviar una lluvia de correos a la redacción de este diario, les recordamos que los insultos sólo se reciben en horas de oficina.
