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Delirando grandeza

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Dr. Manuel Francisco Cervantes Mijares

¿Recuerda haber conocido a alguien que a todas luces se siente superior a los demás? Cuando notamos ese tipo de conducta como algo continuo, generalmente estamos frente a una persona que padece megalomanía, conocida también como delirio de grandeza.

El delirio de grandeza o megalomanía es una distorsión del pensamiento en la que existe un núcleo psicótico y se considera como una manifestación sintomática que junto a otras conductas indica la presencia de una psicopatología grave. Se caracteriza por la presencia de ideas delirantes de poder, riqueza u omnipotencia, donde el sujeto aquejado por este padecimiento tiende a distorsionar su realidad y ver el entorno lleno de situaciones inexistentes, o a imaginarlas de tal forma que termina creyéndolas y reaccionando a ellas como si fueran verdaderas.

Tal modo de actuar le sirve para mantener el control de una vida que seguramente está a punto de colapsarse, y además por medio de su actitud logra manipular los sentimientos de quienes le rodean, afectando profundamente a lo largo del tiempo a su familia y a su contexto afectivo y laboral.

EL ORIGEN

De acuerdo a diversas investigaciones clínicas, la conducta de los megalómanos gira en torno a un gran complejo de inferioridad que se origina en la infancia como resultado de una dinámica familiar disfuncional.

Generalmente los padres del megalómano tienen alguna perturbación grave de la personalidad como narcisismo maligno o trastorno de personalidad fronterizo, ambas graves perturbaciones que dificultan la tolerancia a las frustraciones y demandan la complacencia inmediata de las necesidades afectivas, esperando incondicional cooperación de los demás y mostrando reacciones agresivas, por lo cual es evidente la gran dificultad para ser empáticos con los requerimientos de su hijo, quien crecerá en un ambiente hostil, inestable, altamente demandante. Así, su autoimagen será moldeada por los requerimientos sin límites de los padres y se le impondrá desde muy temprano el rol disfuncional de cubrir la satisfacción material y afectiva de alguno de sus progenitores, y en caso de no hacerlo será rechazado.

Esta experiencia junto con otras, irá determinando una personalidad profundamente lastimada. Como reacción, surge en los megalómanos un odio hacia todo lo que les recuerda su vida infantil rodeada de sufrimiento; evitarán y tratarán de destruir (primero en secreto, luego abiertamente) todo lo que les parezca inferior, buscando convertirse en alguien superior para que el mundo los reconozca y acepte. De esta manera simbólicamente pretenderán amarse a sí mismos y que otros los quieran sin importar los medios o las formas.

Es así que el comportamiento megalómano aparece en etapas tempranas del desarrollo y se sostiene como un rasgo de personalidad. Con el tiempo algunos individuos se deterioran y su condición se agrava. Otras se mantienen a un nivel relativamente estable, sin embargo su credibilidad tarde o temprano se verá amenazada por su actitud inadecuada y su tendencia a mantener la falsa creencia de ser superiores a todo el mundo, esto sumado a la gran dificultad para aceptar su problema de inseguridad, por lo cual es poco probable que hagan algo para corregirlo.

SÍNTOMAS DE GRANDEZA

Los megalómanos no son conscientes de la imagen falsa que tienen de su persona y que proyectan al mundo, actúan con base en creencias irracionales, a fin de esconder un defecto. No les importará la opinión de los demás ya que se creen poseedores de la última palabra y de la verdad suprema.

Para eliminar su autoimagen inferior, tendrán que cambiar de identidad. Es común que se apropien de las características de algún personaje histórico famoso que sea sintónico con sus aspiraciones fantasiosas; buscarán una figura carismática y poderosa con la cual se identifiquen. Muchos de ellos antes de deteriorarse, como parte de su enfermedad, estudian con detalle los rasgos, obras y carácter del sujeto elegido y en algunos casos se proclaman como una encarnación de éste, sintiéndose invencibles y todopoderosos.

Ante los ojos de la gente, los megalómanos se aman a sí mismos en forma profunda. No obstante en el fondo ese amor esconde el odio que sienten hacia su propio complejo de inferioridad, el cual se empeñan en ocultar y negar. Analizan y cuidan su imagen, actitud y vestimenta, para asegurarse de que todo corresponda a las cualidades de un ser superior. Se sienten investidos de una misión especial y grandiosa para la humanidad o al menos la comunidad en donde se desenvuelven.

Por otro lado, desarrollan extraordinarias capacidades de manipulación a fin de convencer a quienes les rodean sobre la autenticidad de su temperamento, pues ello es indispensable para que los apoyen en sus proyectos. Y a menudo convencen a otros de cualquier cosa que se proponen, haciéndose admirar e involucrando a sus seguidores, logrando penetrar en sus mentes.

De acuerdo a las facultades manipuladoras y al grado de inteligencia que posean, en no pocas ocasiones los megalómanos se convierten en líderes prominentes, acumulando adeptos y bienes materiales, con los cuales justificarán su superioridad. Si revisamos la Historia y el presente hallaremos las características mencionadas en numerosos personajes influyentes: Hitler, Stalin, varios emperadores romanos, jefes de sectas religiosas muy conocidos recientemente, y algunos protagonistas de la vida política actual en México y Medio Oriente corresponden a este perfil.

NO HAY TRATAMIENTO FÁCIL

Cuando planteamos las posibilidades de algún tipo de tratamiento para combatir el delirio de grandeza, necesitamos considerar que esta enfermedad tiene un proceso que suele tomar muchos años en desplegarse. Como ya se mencionó, el trastorno se origina en la estructuración de la personalidad (durante la infancia) y además los síntomas pueden aparecer como reacción a las crisis y los cambios a los que estos individuos se verán expuestos como parte normal de la existencia.

Recordemos que el núcleo central del padecimiento tiene que ver con un sentimiento muy profundo de rechazo e inseguridad, generador de una baja autoestima. Por lo tanto, en etapas tempranas de la megalomanía el foco de atención del tratamiento consistirá en fortalecer dichas aéreas y trabajar con la dinámica familiar.

Cuando aparecen ideas delirantes y síntomas severos de ansiedad será preciso recurrir al uso de medicamentos antipsicóticos y ansiolíticos, mismos que deberán ser suministrados por un psiquiatra certificado. El tratamiento integral requerirá de un equipo multidisciplinario y un gran apoyo de la familia. El gran reto para ésta será convencer al enfermo de aceptar la ayuda y sostenerlo en su terapia.

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