Derechos y obligaciones

Mucho hablamos de derechos: derechos humanos, derechos fundamentales, derechos de los niños, de las mujeres... Los derechos humanos (los que tenemos por existir) se vuelven aspiraciones de gobiernos y comunidades: el derecho a la alimentación, a una vivienda digna, etcétera. Incluso hablamos, referido al orden y al buen gobierno, que aspiramos a vivir en democracia y estado de derecho.

Debemos trabajar todos por el respeto a los derechos: que las condiciones de vida en comunidad lleguen pasando por los buenos modales o buenos modos de trato, al respeto por los derechos que son una serie de actitudes y comportamientos que ponen de manifiesto la madurez personal y colectiva basada en valores.

Cuando vemos afectados nuestros derechos nos volvemos agresivos e incluso violentos, no permitimos que los pisen y buscamos el respeto de los demás; sin embargo “a la par de cada derecho existe la obligación correspondiente, los derechos son la otra cara de la moneda de las responsabilidades. Si pretendo defender mis derechos también debo de asumir mis compromisos”.

Por ejemplo tengo el derecho a ser tratado con respeto, sumado a la obligación de tratar con respeto a los demás. De manera que por cada derecho que tenemos existe una obligación. Eso nos coloca en un equilibrio social, de otra manera haremos divisiones y segmentaciones que generan malestar y violencia. Es decir que cuando defendemos los derechos y además asumimos las obligaciones correspondientes, generamos condiciones para la paz.

Todos poseemos el derecho a tener y expresar sentimientos y opiniones propios, pero asimismo la obligación de valorar los ajenos. Tenemos derecho a ser escuchados y tomados en serio, pero de la mano con la obligación de escuchar y tomar en serio a los demás. El derecho a establecer las propias prioridades y la obligación de comprender y aceptar las diferencias. Incluso el derecho a decir “no” sin sentir culpa, pero con la obligación de asumir el compromiso cuando se dice “sí”. Sólo la defensa de los derechos sin las obligaciones correspondientes nos haría una especie de agresores sociales. No se trata únicamente de creer que quienes poseen más tienen más obligaciones y los que poseen menos tienen más derechos, sino que por ser personas junto a los derechos que debemos hacer respetar, tenemos además obligaciones y compromisos por honrar. No nada más debemos pensar que quienes tienen mayor edad deben cuidar los derechos de jóvenes y niños, sino que también los niños y jóvenes deberían aprender a asumir sus obligaciones respectivas.

El derecho de pedir lo que se requiere o necesita va junto con la obligación de dar lo que se puede y merecen los demás, en un esfuerzo de poner en común y compartir el destino con los otros y de apoyarnos mutuamente para lograr el bienestar que anhelamos. Asimismo en los tratos cotidianos donde ponemos en juego nuestros conocimientos, habilidades y recursos, todos poseemos el derecho a obtener aquello por lo que pagamos y aunado a ello la obligación de pagar lo justo por los bienes y los servicios que adquirimos.

En el campo de la academia, la escuela, las universidades, incluso en el ámbito de las empresas, todos tenemos el derecho de pedir información a los profesionales, pero también la obligación de contribuir con el propio talento y habilidades.

Finalmente todos tenemos el derecho de cometer errores, pero éste no nos quita la respectiva obligación de intentar hacer las cosas bien y a la primera. Igualmente poseemos el derecho a decidir cambiar de opinión, pero no como un pretexto para la pereza mental, ya que también tenemos la obligación de pensar y estar bien enterados. Así pues hay que defender nuestros derechos, pero asumiendo con responsabilidad nuestras obligaciones.

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