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Desayunar o no desayunar

SALUD

Al tratarse de la primera carga nutritiva que absorbemos, se aconseja que el desayuno sea balanceado en cuanto al contenido de carbohidratos, proteínas y grasas.

Al tratarse de la primera carga nutritiva que absorbemos, se aconseja que el desayuno sea balanceado en cuanto al contenido de carbohidratos, proteínas y grasas.

Fabiola Pérez-Canedo H.

Las opiniones acerca del desayuno suelen ser encontradas. Algunos sugieren omitirlo, otros dicen que es básico; hay quienes lo recomiendan ligero y unos más opinan que debe ser la comida más abundante del día. ¿A quién hacerle caso al iniciar la mañana?

Existen diversos mitos que se han construido en torno al desayuno. Quizá el más común es asegurar que se trata del alimento de mayor relevancia en el día. Incluso un popular dicho recomienda “desayunar como rey, comer como príncipe y cenar como mendigo”, aludiendo a que la primera visita a la mesa debe ser generosa en el tamaño de las porciones y que lo ideal es disminuir éstas conforme avanza la jornada. Tal creencia se ha transmitido de generación a generación, pero según los expertos no resulta muy atinada; para sorpresa de muchos el desayuno no es más importante que las otras comidas, pero sí es vital y es primordial respetarlo. ¿Quiere saber por qué?

EL PRIMER BOCADO

Como se deduce de su nombre, el desayuno es la interrupción del ayuno y suele dársele una jerarquía superior en términos de regímenes nutricionales, porque se supone que antes de él se tuvieron ocho horas de sueño durante las cuales el organismo no recibió bocado alguno. Para la mayoría, el momento de despertar marca el inicio de una serie de acciones, movimientos, etcétera, de ahí que resulte fundamental romper la citada abstinencia alimentaria; pero eso no implica ‘servirse con la cuchara grande’.

De hecho el almuerzo no debe ser pesado; esto sólo ocasionará que la persona tenga sueño durante la mañana. La cantidad de calorías a consumir depende invariablemente de la edad, la complexión, el sexo y la demanda física a la que se somete cada individuo. Por ejemplo “alguien que va a tener una actividad que implique un esfuerzo considerable en la primera parte del día, como un obrero o un deportista, puede optar por un plato con alto contenido calórico; en esos casos sí se sugiere que sea más energética la comida, a diferencia de quien únicamente va a estar sentado en una oficina”, apunta la Licenciada en Nutrición Eliana Ortega.

Al tratarse de la primera carga nutritiva que absorbemos, se aconseja que el desayuno sea balanceado en cuanto al contenido de carbohidratos, proteínas y grasas. Tomemos en cuenta que si se da prioridad a los carbohidratos en poco tiempo se agotará nuestra energía, mientras que un platillo rico en proteínas se digiere más lentamente y provocará somnolencia.

Por otro lado, se dice que no desayunar puede causar aumento de peso. Esto es verdad, pues al ayunar el cuerpo activa un mecanismo de reserva. Es así que el metabolismo se vuelve lento, gasta menos energía y entonces tendemos a acumular grasa, ya que el organismo ‘ahorra’ la que va captando en las siguientes comidas para tener un ‘guardadito’ y así soportar las horas en que no obtiene alimento. Cabe resaltar que lo mismo sucede al brincarse cualquier alimento, no sólo el matutino.

¿Y SI NO ALCANZO?

La Nutrióloga Ortega comparte que en promedio seis de cada 10 personas que visitan su consultorio no desayunan. Esto es un claro indicador del agudo porcentaje de la población que omite la primera comida del día. La principal causa del ayuno no tiene que ver con razones médicas (es decir, no es como preparación a un estudio clínico) ni religiosas, sino con la mala organización del tiempo. Y es que generalmente quienes se encuentran en esta situación argumentan que lo saturado de su rutina les impide prepararse algo antes de salir de casa. En consecuencia, muchos de ellos compran después cualquier cosa en la calle, lo cual es más dañino. “También hay gente que ayuna con el fin de ‘limpiar su sistema’ antes de iniciar una dieta, pero no es conveniente”, advierte la especialista.

Las personas pueden acostumbrarse a no recibir alimento en la mañana y aun así sentirse bien. No obstante, de acuerdo a diversos estudios internacionales, los individuos que pasan largas horas sin comer tienden más a recurrir a la comida chatarra. Se ha determinado que después de una ardua jornada de trabajo el cuerpo reclama que no se le haya dado ‘combustible’ suficiente y por ello ya avanzado el día se antojan los platillos altos en grasas y/o carbohidratos.

En definitiva no hay efectos positivos del ayuno. Lamentablemente éste se ha impuesto en un sinnúmero de familias, de modo que cada vez más niños se van a clases con el estómago vacío, pues los papás confían en que almorzarán algo en la escuela. Pero el refrigerio a la hora del recreo no suple al desayuno casero, y “cuando menos lo esperan estos niños van a acumular grasa, además podrían desarrollar obesidad o habituarse a estar ‘picando’ golosinas o comestibles no muy sanos durante el día”, comenta Eliana Ortega. Por su parte, en los adultos saltarse el primer alimento puede provocar gastritis y otros serios problemas estomacales.

Indiscutiblemente alguien que no desayuna no alcanzará todo su potencial de rendimiento y de paso se expondrá a sufrir dolores de cabeza. Igualmente es probable que cargue lo fuerte de su ingesta alimentaria hacia la tarde y la noche.

No perdamos de vista que las tres principales comidas son importantes y es primordial no suprimir ninguna; es imperante advertir el peligro de las dietas que sugieren lo contrario, ya que no tienen ningún fundamento y podrían generar problemas en el organismo de quienes las siguen. Por el contrario, si complementamos esas tres comidas con pequeñas colaciones entre cada una de ellas, ayudaremos a que nuestro metabolismo se mantenga activo y evite la acumulación de grasa.

Correo-e: fperez@elsiglodetorreon.com.mx

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