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Desgarre institucional y social

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LUIS FERNANDO SALAZAR WOOLFOLK

El estilo autoritario de gobierno de los Moreira, además de la quiebra económica de las finanzas públicas, deja en Coahuila consecuencias desastrosas en el orden institucional y social.

El daño institucional ha sido mayúsculo. La Fiscalía General y el Sistema de Administración Tributaria del Estado de Coahuila que fueron las joyas de la corona, respondieron a su diseño como órganos que privilegiaron el control político y la opacidad, sobre la eficiencia y la calidad en el servicio, lo que ocasionó el fracaso de ambas dependencias que según Rubén Moreira, serán desmanteladas para volver a la estructura anterior.

El Congreso se ha envilecido al autorizar la reestructuración de la deuda con dispensa de análisis. El Poder Judicial que hasta ahora se había librado de una intromisión descarada del Ejecutivo, hoy día es usado como tapadera de la deuda, al generar procesos cómodos que de un modo u otro, liberan a los inculpados.

Los Municipios han perdido tanto su identidad política como la autonomía que por derecho les corresponde, en aras de un centralismo enfermizo. Los alcaldes hacen las veces de jefes delegados impuestos, y el caso de Torreón es el de una administración descerebrada, que tiene sumida a la ciudad en el desorden, la ausencia de obra y el deterioro de los servicios.

En cuanto a los partidos políticos, el PRI pasó a ser propiedad de una sola familia, en la que los viejos liderazgos han sido eliminados y suplantados por incondicionales a la voz del amo, sin espacio de maniobra ni capacidad crítica.

Los partidos de oposición en su mayoría cooptados en las redes de la nómina burocrática, han visto cambiar de chaqueta a muchos de sus cuadros hacia el campo moreirista, impulsados por la disposición de recursos ilimitados, destinados a la compra de convicciones y lealtades.

El control absoluto sobre el Instituto Estatal Electoral (IEPEC), cuyos consejeros tienen salarios del doble de los de por sí sobrevaluados consejeros del IFE, ha sido uno de los ejes de la política electoral, junto a la utilización de los programas sociales para financiar la compra del voto.

En cuanto a las relaciones con la sociedad, se han fincado en la compra de líderes de opinión en virtud de privilegios según el rango e índole de cada personaje, así como en virtud de una red de negocios que ha enriquecido a unos y quebrado a otros, de modo que los consejos ciudadanos y los organismos intermedios están divididos en incondicionales al gobierno y excluidos, a quienes se aplica la ley del hielo.

Asfixiada entre la pinza de la inseguridad y el autoritarismo, la sociedad coahuilense se encuentra desgarrada e invertebrada frente al autoritarismo del gobierno, y sólo en los últimos días, se advierte un despertar de la pesadilla.

Los primeros brotes de inconformidad en contra de la deuda frente a las oficinas de los regidores de Torreón el mes pasado, fueron reprimidos con palo y cárcel, en condiciones que no se habían visto desde hace cuarenta y un años, desde la campaña presidencial en la que Luis Echeverría sufrió el repudio de un grupo de estudiantes universitarios, a la altura de la entonces Escuela de Comercio y Administración.

La semana pasada, durante el informe del gobernador sustituto, fue reprimido en Saltillo un grupo de ciudadanos que se manifestaban en contra de la deuda e igualmente fueron golpeados los familiares de los más de doscientos desaparecidos del primer sexenio moreirista, que exigían una respuesta sobre el paradero de sus seres queridos.

Ante el alza de impuestos con la que el gobierno pretende pagar la deuda, la iniciativa privada se opone al incremento, advirtiendo que en tal caso los empresarios irán al juicio de amparo e incluso a la resistencia al pago en vías de hecho.

A los reclamos de rendición de cuentas que explique en qué se gastó el importe de la deuda, el gobierno responde con una costosa campaña de promoción de imagen y lejos de ofrecer una explicación puntual sobre el destino de los recursos, el sistema Moreira trata a los ciudadanos como idiotas, al difundir una publicidad según el cual "lo que se ve no se pregunta...".

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