Nunca imaginamos que nuestro anterior artículo sobre las casetas de peaje tendría tanta repercusión y menos en tan distintas regiones del país.
Esto prueba que el malestar por "la ordeña" es generalizado a pesar de que se trata de un tema que muy rara vez es abordado por medios electrónicos nacionales y por los diarios de la ciudad de México.
Isaac Chagoya Rinza, residente de Sonora, comenta vía Internet que "desde hace muchos años y cada dos años realizo un viaje a Veracruz, y créame que regreso después de haber caminado por estas carreteras con decenas de casetas de cobro con un brutal sabor de boca, entre ofendido, burlado y póngale lo que usted quiera".
Y se pregunta: "¿Podemos hacer algo como sociedad ante este atraco? ¿Podríamos como sociedad lograr que esta inquietud respecto a las casetas de cobro se incluya en alguna propuesta ciudadana por algún candidato a la Presidencia de la República? ¿O nos quedaremos callados por muchos kilómetros más?".
El ingeniero Carlos Guillermo Jiménez Garza, de la Comarca Lagunera, informa que en el tramo Gómez Palacio-Durango de 250 kilómetros se cobran 400 pesos en casetas, de Saltillo a Paila en un total de 80 kilómetros la ordeña es de 108 pesos, mientras que en el tramo Monterrey-Nuevo Laredo existe una sola caseta que cobra 185 pesos.
"Son muy altas las tarifas... a ver si se apiadan del pueblo y le bajan a esos precios", clama Jiménez Garza.
Francisco Germán Rodríguez Estrada, residente de Acayucan, Veracruz, señala que en su región "los costos de las casetas no baja de 50 pesos, de hecho la más barata es de 58 pesos por un tramo de aproximadamente 30 kilómetros".
En tanto el periódico Expreso de Hermosillo, Sonora, publicó esta semana un extenso reportaje en donde denuncia que del total recaudado por las seis casetas que operan entre Nogales y Estación Don, apenas un 34 por ciento se reinvierte en las autopistas de la entidad y el resto se va a otras zonas de la República.
Cuando en 1985 se inició la construcción de la carretera de cuatro carriles en Sonora, se acordó que los fondos recaudados serían para mantener y modernizar la ruta, pero ahora son desviados por Caminos y Puentes Federales hacia otros estados del país sin que exista un verdadero control de estos recursos.
Para darse una idea del monumental asalto en despoblado, los automovilistas deben pagar por cruzar de norte a Sur el Estado de Sonora un total de 290 pesos que no pareciera gran cosa, pero si se trata de camiones de carga y autobuses la suma puede llegar a superar los 842 pesos.
¿Alguien puede imaginar cómo competir con los primos yanquis cuando allende del Bravo las casetas de peaje prácticamente no existen y si existen no pasan de tres o cuatro dólares?
Vayamos a otros ejemplos interesantes: del Distrito Federal a Acapulco existen en total seis casetas para un cobro acumulado de 531 pesos, esto significa que de ida y vuelta la erogación subiría a 1,062 pesos, casi ¡cien dólares por ir a la playa de mayor fama y cercanía!
De Mérida a Cancún, con una longitud de 315 kilómetros, el total a pagar son 368 pesos mientras que del Distrito Federal al puerto de Veracruz se cruzan siete casetas en 405 kilómetros y el pago acumulado es de 448 pesos mexicanos.
No queremos ni imaginar cuánto costaría cruzar en estos momentos el país de Tijuana a Tapachula o de Reynosa a Cancún. Lo que sí sabemos es que cada vez son menos los mexicanos que se aventuran a viajar por carretera tanto por la inseguridad como por las monstruosas tarifas.
Y luego ingenuamente preguntamos por qué el crimen organizado mantiene el dominio en varias regiones mexicanas. Simplemente los gobiernos lo han promovido al desalentar el turismo carretero en aras de "ordeñar" los bolsillos de los mexicanos.
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