‘Detrás de esta niña hay un chavo soñador’

Cuando Óscar se vio en el espejo vestido de mujer, se gustó mucho. Ahora lo conocen como Andrea Villarreal y le gusta llamar la atención de todos cuando camina por las calles de la ciudad.

Detrás de su maquillaje, sus tacones y vestidos, sólo hay un joven feliz con ganas de salir adelante. Este 28 de junio es Día del Orgullo Gay y Andrea asegura que por nada del mundo cambiaría algo de su vida, por el contrario, le gustaría volver a nacer tal cual es ahora.

“Todos los días le doy gracias a Dios por vivir un día más, y lo primero que hago al levantarme es verme al espejo porque desde niño he sido muy vanidoso, me gusta mucho contemplarme”.

Andrea tiene 22 años y es de Torreón. Le gusta el teatro musical y realiza shows travestis en fiestas privadas como despedidas de solteras y en antros. Hace imitaciones de artistas como Jenni Rivera, Dulce María y Yuri, entre otras cantantes.

“Desde niña me gustó el rollo de la actuación, de la cantada, del baile y todo lo artístico. Empecé a estudiar y de alguna manera en el escenario veo reflejado todo lo que a mí me gusta, por eso me encanta transformarme”.

Cuando deja a un lado sus caracterizaciones sigue siendo la misma persona. “Soy muy alegre y amiguera. Sé que llamo la atención, es obvio, y los hombres me acechan porque me confunden con una mujer, sobre todo por las noches, pero siempre les aclaro la verdad”.

A Óscar le gusta mucho cómo se ve de mujer. Dice que muchos hombres se convierten en travesti por dinero o diversión, “en mi caso disfruto esta faceta de mi vida porque es como tener dos personalidades en un mismo ser”.

Tiene dos años vistiéndose como mujer. Comenzó a juntarse con amigos que lo hacían y comenzó a cuestionarse cómo se vería. Decidió no quedarse con la duda y le gustó lo que vio en el espejo. Al principio no fue fácil que su familia lo aceptara, sobre todo su padre se mostró renuente, pero poco a poco lo ha ido asimilando, al igual que su madre y sus hermanos.

“Ya se hicieron a la idea, y mucha gente ya se dio cuenta que esto es de lo más normal porque hay muchos hombres que hacen lo mismo que yo”. Vestirse de mujer cuesta mucho dinero, dice Andrea. Hay que comprar vestidos, tacones, maquillajes, medias, y pelucas.

“Verme así cuesta mucho pero vale la pena porque sé que muchas veces paro el tráfico. En el día se dan más cuenta que soy un hombre vestido de mujer porque obviamente no es normal que una joven se vista así a estas horas del día, pero de noche me confunden, incluso cuando les digo me dicen ‘no es cierto, eres mujer’ y no me quieren creer”. En el mundo hay todo tipo de personas, dice Andrea. Hay quienes la admiran y quienes la critican.

“Por fortuna en mi caso no he vivido una situación fuerte de rechazo o discriminación. Sé que hay gente que me acepta y gente que no. Gente que me voltea a ver por morbo y otra por admiración, y muchas mujeres se me acercan a decirme ‘oye, te maquillas mejor que yo, estás mejor que yo’, pero de verdad no he sido blanco de agresiones, de que me digan ‘joto o gay’ en la calle”.

Andrea considera que la sociedad está cambiando y cada vez los aceptan como parte de la sociedad.

“Mi nombre real es Óscar, pero detrás de esta niña hay un chavo soñador, con ilusiones y metas, alguien simpático, alguien que lucha por ser aceptado y salir adelante”.

Como Óscar se gana la vida maquillando y peinando a mujeres. “Además me gusta mucho el baile y daba clases pero ya no porque me lastimé un tobillo”. Ya sea como Óscar o como Andrea, le gusta disfrutar de su vida.

Óscar llegó a pensar en quedarse como Andrea para siempre y recurrir a hormonas y operaciones para verse como mujer, pero le dio miedo.

“Creo que tendrían que pasar muchas cosas para dejar para siempre a Óscar. Si volviera a nacer me gustaría nacer gay otra vez”.