Hasta hace relativamente poco tiempo, organismos protectores de la salud, regularon el consumo de alimentos "chatarra".
En la primera mitad del siglo anterior se comía natural: vegetales, carnes, frutas, alimentos nutritivos, que por ser así no requerían de agregar vitamínicos o recibir plaguicidas dañinos, mismos que se utilizaron hasta la segunda mitad del veinte.
Se han perdido viejas costumbres, como tomar leche "bronca entera", agregando agua de arroz en recetas para niños diarreicos. Aún ahora, algunos alimentos se mantienen puros, como quesos que son reconocidos por su descomposición, sabor fuerte y costo.
Actualmente hay más comida para repartir, sin embargo, el hombre, el mayor depredador del planeta, prefiere destruirla antes de permitir la baja de los precios.
Disfrutar comiendo sigue siendo el gran regalo de la naturaleza y la gula uno de los pecados capitales sancionados por el cristianismo, aunque por pertenecer a los "corporales" es de los menos graves, en comparación con los "espirituales".
Comer se ha transformado en una obsesión contradictoria; por una parte la ciencia de la nutrición ofrece alternativas para nuevos sabores, presentaciones y goce de alimentos preparados por gourmets; por el otro, la machacante insistencia de que la esbeltez es bella y síntoma de buena salud, al grado de llegar a la flacura enfermiza, desencadenando patologías como la bulimia o anorexia.
Antes, las madonas ¬-mujeres entradas en carnes, inmortalizadas por artistas como Botero- eran reconocidas como bellas; hoy, las esqueléticas son motivo de admiración de otras que asisten a los desfiles de modas para transformarse en compradoras irreflexivas, quienes pretenden imitar a las delgadas, insistiendo en dietas que les enferman.
Otro contrasentido lo observamos en jóvenes que evitan consumir caramelos y chocolates; hombres y particularmente mujeres, que vemos transitar por las calles con sus botellas de agua a cuestas, insistiendo en mantenerse "esbeltos" como los galanes y actrices de moda.
Sin embargo, los índices de obesidad continúan incrementándose hasta llegar a transformarse en un problema de salud pública, al ser favorecedora de enfermedades metabólicas tales como: diabetes o hipercolesterolemias, sin olvidar las cardiopatías isquémicas.
La incongruencia está presente: el gobierno de México prohíbe la venta de alimentos "chatarra" en escuelas y continúa favoreciendo la producción de los mismos, beneficiando a fabricantes, comercializadoras y publicistas, dicho de otra forma: la tentación es prohibida y censurada, pero al tentador se le protege ¿Usted entiende?
Al consumir tan sólo 100 calorías extra al día, una persona promedio subirá 500 gramos de peso en un mes y seis kilos en un año. Esa proporción está contenida en las harinas y preparados saborizados, alimento "chatarra" deleite de niños y adultos.
La idea peregrina de prohibir o limitar esos alimentos en las escuelas es inútil cuando no educamos a los padres; dicho de otra forma: postergamos su consumo para después de clases, viendo televisión, por ejemplo.
La lucha por las dietas es complicada; por una parte, se promueve -anunciando machaconamente- comer de más y por otra se insiste en dietas sin fundamentos científicos, ingesta de medicamentos y ejercicios irracionales. ¿Cuál cree sea la idea?
Al desconcierto se suman los conocimientos técnicos y científicos mal aplicados; desde promover dietas a partir del genoma personal, hasta acudir a algunos médicos que formulan recetas, prescriben bloqueadores del apetito y definen esquemas de ejercicio, muchos de ellos sin el debido sustento profesional
Tener obeso al humano occidental acorta su vida, pero incrementa los negocios. Los ingresos por venta de comida "chatarra", son tan altos, que se "apalancan" por sí mismos. Basta calcular el pago de impuesto que representan.
Así, nos engañan impunemente, hablando de "alimentos 'chatarra'" y olvidan -¿intencionalmente?- otros que además de poco útiles o alimenticios, son peligrosos para la salud y caros, caso de las vitaminas o de algunos antibióticos "naturales", negocios escandalosos y fraudulentos, publicitados en los medios de comunicación, particularmente la televisión, sin que haya autoridad que frene el fraude abiertamente cometido.
Las vitaminas, necesarias para la salud, que deben ser ingeridas en frutas y verduras, han servido para el abuso de la pseudo-ciencia y la mercadotecnia incorrecta. Baste recordar que la "C", se adquiere con el simple consumo de jugos cítricos o que la "E" -a la que le atribuyen efectos afrodisiacos- se metaboliza a partir de la exposición a los rayos solares.
Los transgénicos se "cuecen" aparte y son causa de discusión, desde 1999, entre Estados Unidos de América y Europa. Han existido acusaciones sin fundamento contra cadenas vendedoras de alimentos, dejando de lado lo dañino de sus comidas por las grasas que contienen: hamburguesas, por ejemplo.
Ni qué decir de los antibióticos utilizados en animales de engorda, que favorecen la resistencia y mutaciones bacterianas.
La realidad es simple: poco sabemos del tema al que no le aplican aquello de la trasparencia. Y nosotros contribuimos, siendo negligentes y no buscar información correcta.
¿Qué piensa?
Ydarwich@ual.mx