Estados Unidos ha declarado ayer que la guerra con Irak ha terminado. Empezó el 10 de marzo de 2003, sin alguna razón lógica. En aquel entonces sobraron comentaristas que argumentaban que el petróleo era la causa. Casi nueve años después no hay evidencia alguna de que ese argumento tuviera algún sentido. A diferencia del ataque a Afganistán, que se explicaba por el ataque a las Torres Gemelas, la invasión de Irak no tuvo nunca una explicación. La excusa eran unas armas de destrucción masiva que no existían. Sigo pensando, como pensaba hace nueve años, que esta guerra no fue sino un capricho del grupo cercano a los Bush. Querían acabar con Hussein desde la primera Guerra del Golfo, y querían usar al enemigo externo como soporte de Bush Jr.
El resultado es pésimo, si pensamos que las guerras tienen sentido geoestratégico. La región acabó peor de como estaba, porque si bien Saddam Hussein era un tirano, resultaba útil para equilibrar a otros tiranos de la zona. El otro tirano "equilibrista", Gaddafi, ha sufrido este año el mismo fin de Hussein: fue derrocado y muerto por un monumental error geopolítico de sus antiguos amigos.
Es así que la extraña disposición del Magreb, el Medio Oriente y el Asia Central, creada en la Primera Guerra Mundial alrededor del agónico Imperio Británico, ha sido destruida. Los equilibrios de la región habían logrado sobrevivir al final de la Segunda Guerra y a las guerras de liberación nacional, y con sus dificultades pudieron acomodarse en la guerra fría (muchas guerras). Lo que no pudieron resistir ha sido la brillante idea del equipo de Bush de invadir Irak.
El caso es que hoy tenemos una gran franja inestable, desde los Himalayas hasta Gibraltar, en donde hay quien encuentra grandes esperanzas primaverales, sólo porque siguen sin entender a los seres humanos y a esa construcción cultural que es la religión. Uno se sorprende de la candidez que sigue campeando en el siglo XXI, ahora rejuvenecida con las redes sociales. Todavía no queda claro que la democracia no es una opción natural en los humanos, sino una construcción que requiere mucho esfuerzo y que, como todas las construcciones, exige destrucción. En especial, de otros edificios culturales que hacen sombra. Como la religión.
Al norte de esa franja está Europa, desde su versión occidental hasta esa cosa extraña que es Rusia. Y no está bien. Hay problemas económicos como no se habían visto en muchas décadas. La misma Angela Merkel ha dicho que la situación es equivalente a la vivida en las guerras mundiales. Un poco así es. En la cosa extraña, en Rusia, el asunto se complica. No olvidemos que, en términos económicos, Rusia es similar a México, es un país mediano, a pesar de su inmensidad geográfica y su arsenal nuclear. El colchón entre el norte cristiano y el sur musulmán sigue siendo zona difícil: los Balcanes, Turquía, el Cáucaso, e incluso Asia Central.
Al otro lado del mundo, China continúa con sus esfuerzos por convertirse en una potencia de verdad. Ya tiene sus portaaviones, ha invertido seriamente en submarinos, y acaba de acordar con las islas Seychelles el establecimiento de una base. Las Seychelles son un pequeño archipiélago al este de Somalia, al sur de la península Arábiga. Más claro, del otro lado de la India y a tiro de piedra del golfo Pérsico y del mar Rojo. Es cierto que China amenaza con tener problemas económicos importantes en 2012, pero la India ya los empezó a tener. Es decir, que hay que atender al océano Índico, va a ser muy importante.
Estados Unidos, la potencia indiscutible en los océanos, ha movido buena parte de su flota al Pacífico y al Índico. Se ha desentendido ya de la franja musulmana (que previamente complicó). Más aun, ha concentrado su actividad diplomática para enfrentar a China. Por eso debe salir de Irak, mantenerse en Afganistán y, sobre todo, invertir en serio en defensa. Justo lo que quieren recortar los congresistas.
El próximo año va a ser muy movido: problemas económicos mayúsculos (en Europa, en los BRIC y en Estados Unidos) y elecciones (China, Estados Unidos, y nosotros, claro). Pero no podemos perder la visión geoestratégica para interpretar lo que ocurre.
El siglo XX, que en realidad empezó con la Gran Guerra, ha terminado definitivamente. Eso, aunque no me lo crea, significa que lo que conocimos y damos por sentado está en proceso de desaparecer. Vamos a ver un año, una década, tal vez dos, de profundas transformaciones. Póngase en sintonía, no se resista, voltee al mundo.
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@macariomx
Profesor de Humanidades del ITESM-CCM