Educación 2.0
En la mejora educativa del país todo es urgente. Computadoras, aulas interactivas, idiomas; pero también baños dignos, pupitres en buen estado y por supuesto, maestros competentes. Las prioridades se difuminan ante los graves retrasos. ¿Qué debe atenderse primero, los retos del siglo XXI o los rezagos del XX? ¿Tiene oportunidad la modernización de los salones de clase cuando algunos incluso se caen a pedazos?
En el Distrito Federal, la calle Oriente 91 de la colonia Mártires de Río Blanco es fea, sucia. Vendedores ambulantes desbordan las banquetas y el olor a fritanga se funde con el del esmog de los camiones urbanos. En ese ambiente de apariencia tan poco propicia para el estudio está enclavada una de las mejores escuelas de la capital del país. El edificio que alberga a la primaria Carlos González Peña es casi deprimente. Su fachada de grandes muros pintados de verde pastel refleja las carencias de la educación en México y su tamaño parece una alegoría de lo aparatoso que resulta el sistema en la nación -la institución ocupa toda la manzana. Pero ahí, por increíble que parezca, hay alumnos tan aplicados que incluso en 2007 lograron que el plantel obtuviera uno de los principales resultados en la prueba de Evaluación Nacional del Logro Académico en los Centros Escolares, conocida como Enlace.
Cuando destacó en la citada clasificación, la escuela carecía de cualquier herramienta de última tecnología. La educación se impartía como se había hecho por décadas: maestro, discípulo, pizarrón y algunos materiales. De computadora, proyectores o Internet, ni hablar. Fue hasta 2009 que llegaron al recinto los primeros ordenadores. Desde primero hasta sexto grado los colegiales hacen uso del aula digital, el único lugar donde algunos de ellos tienen contacto con la tecnología. Para un niño de segundo año, navegar en la red y -por supuesto- jugar en línea ya son habilidades comunes. Y a pesar de que en el instituto hay un resquicio para la modernidad, las deficiencias son evidentes. El mobiliario, la construcción y el precario estado de los patios nada tienen que ver con un establecimiento renovado.
El retrato de esta primaria es el de muchas otras en territorio azteca. Los rezagos del siglo XX conviven con los del XXI y las autoridades no alcanzan a atender ambos.
¿Se necesitan las tecnologías para perfeccionar la calidad de la enseñanza en México? A la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE) que evalúa los niveles de vida de 34 naciones no le preocupa tanto ver los salones conectados, sino cómo afectan los problemas estructurales a la formación académica. La violencia del narcotráfico y la delincuencia organizada, así como el poder de los sindicatos son “restricciones importantes para el avance de la educación”, según dijo Andreas Schleicher, el creador de la prueba PISA (Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos, por sus siglas en inglés). Tal examen es el parámetro que utiliza la OCDE para evaluar cada trienio la educación en los países miembros. México, Chile y Turquía han estado constantemente en la ‘cola’ de las valoraciones. En el puntero: Corea y Finlandia.
El año pasado, la misma OCDE emitió una serie de recomendaciones, 15 en total, para impulsar la instrucción escolar en México; curiosamente, ninguna relacionada con la inclusión de tecnología en las aulas, sino más bien con asuntos básicos como definir cuál es la enseñanza eficaz, fortalecer la capacitación docente, abrir las plazas magisteriales a concurso, garantizar fondos para todos los planteles y evaluarlos, entre otras más.
Si bien las instancias mundiales exigen a nuestra patria mejorar los estándares pedagógicos, la necesidad de incluir propuestas más interactivas, lúdicas y actuales de aprendizaje es igualmente una realidad. Las nuevas herramientas y métodos prometen cambiarle el cariz a los recintos y a las evaluaciones del sistema educativo en México.
Con este reportaje, Siglo Nuevo pretende mostrar un abanico de reflexiones sobre la urgencia de una modernización de los salones que lleva años asomándose, pero que no acaba de sentarse de lleno en el pupitre.
SIN CUADERNOS
A primera vista, la pantalla en la que los maestros del Instituto Juventud de Naucalpan (Estado de México) proyectan imágenes, no parece nada especial. Pero la magia ocurre en un instante. El sistema solar está suspendido en un cielo negro y estrellado. La alineación usual de los planetas se ha perdido, y con un dedo, un pequeño de primaria arregla el asunto. Entre el revoltijo de esferas encuentra el Sol y con la yema de su índice lo lleva hasta su lugar. Le siguen Mercurio, Venus, Tierra...
La tecnología táctil de computadoras, cajeros automáticos y teléfonos ha llegado a las escuelas mexicanas. La empresa estadounidense SMART Technologies, creadora del pizarrón interactivo SMARTBoard, ha instalado más de 100 mil de estos equipos en aulas de distintos estados. Además de revolucionar la típica pizarra verde, SMART también ha desarrollado controles remotos con los que los alumnos responden preguntas de opción múltiple y en segundos el profesor conoce los resultados.
En el Instituto Juventud, 20 salones han sido dotados de SMARTBoard, beneficiando a 1,200 niños. Hacer que uno de estos pizarrones funcione cuesta entre tres y 10 mil dólares dependiendo de la computadora que se instale, la calidad del proyector y las dimensiones de la pizarra. Tal herramienta parecería exclusiva de los colegios privados debido a su alto costo; no obstante, SMART proveyó 50 mil de las 145 mil pizarras electrónicas que requirió el lanzamiento de Enciclomedia, estrategia diseñada durante el sexenio de Vicente Fox para incluir las Tecnologías de la Comunicación e Información (TIC) a los recintos de la educación básica pública.
Nancy Knowlton, directora de la empresa, afirma que la irrupción tecnológica en las aulas ha roto el esquema del pedagogo que se para frente a un grupo a dictar cátedra; por lo tanto para algunos docentes puede resultar incómodo o retador. Pero la participación activa de los estudiantes y su contacto directo con herramientas que cada vez se usan más en el día a día, como las computadoras, es enriquecedor. “El uso de las tecnologías en los salones ha contribuido a mejorar el aprendizaje de los alumnos, pero para ello se requiere dejar atrás la preparación tradicional de los maestros”, señaló durante una visita a México a finales del año pasado.
Knowlton, de cabello rubio y corto, afirma que Enciclomedia, programa con el que se digitalizaron los libros de texto y se intentó introducir en México la enseñanza interactiva, ha fallado en la capacitación a los preceptores, pues hubo un acercamiento previo muy débil hacia las nuevas tecnologías.
Para este año, la Secretaría de Educación Pública (SEP) planea lanzar un proyecto denominado Habilidades digitales para todos, con el cual los inscritos en preescolar, primaria y secundaria, así como los profesores, tendrán a su disposición bancos de actividades para las clases, recursos multimedia como apoyo a las lecciones, bancos de reactivos y libros digitalizados. Sin embargo, en febrero la Auditoría Superior de la Federación pidió a la SEP frenar el programa hasta que no se asegure su control, seguimiento y evaluación. La recomendación de la Auditoría pareciera limitar el avance de las TIC en las aulas; pero toma sentido cuando se conoce que sólo en Enciclomedia se invirtieron 27 mil millones de pesos, y los resultados no han merecido una estrella en la frente...
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