"La crisis financiera de 2008 no ha terminado."
Dilma Rousseff
De nada sirvió el anuncio por parte de la Reserva Federal el miércoles 21 de septiembre de que lanzaría un nuevo programa de estímulo para la economía de Estados Unidos.
La llamada Operación Twist, en recuerdo de una estrategia similar aplicada en 1961, busca aplanar la curva de rendimientos de los Bonos del Tesoro. El banco central se ha comprometido a vender bonos gubernamentales de hasta tres años de duración para comprar emisiones con períodos superiores a los seis años. Con esto pretende reducir los intereses de largo plazo, que se han mantenido testarudamente altos a pesar de todas las inyecciones de dinero de los últimos años.
Los inversionistas, sin embargo, ya no parecen creer en el paliativo de inyectar dinero a la economía para aliviar los daños generados por años de otras inyecciones de dinero. Cada vez se muestran más escépticos ante la capacidad de los bancos centrales y gobiernos para manipular la economía del mundo. Piensan que una nueva recesión, o por lo menos una desaceleración seria, es inevitable.
La negativa reacción de los inversionistas a la Operación Twist ha sorprendido a muchos. Los gobiernos de Estados Unidos y otros países inyectaron billones de dólares a la economía en los últimos años para lograr un repunte tras la caída de 2008. Supusieron que con ello habían cumplido con su función y que con la recuperación que empezó en el segundo semestre de 2009 ya la crisis había quedado atrás.
Las cosas nunca son tan fáciles en la economía, sin embargo. Las enormes cantidades de dinero permitieron, quizá, rescatar a algunas empresas y bancos, a prolongar los programas de apoyo a los desempleados y a ayudar a algunos deudores con las hipotecas que cargaban. Impulsaron también una recuperación temporal que hizo sentir a inversionistas y políticos que los problemas habían quedado atrás.
Pero estas inyecciones de circulante sólo pueden dar un alivio temporal a una recesión económica. Países como Irlanda, Grecia y España han hecho mayores esfuerzos para realizar reformas estructurales de fondo que Estados Unidos. No hay hasta ahora ninguna indicación de que se prepare algún plan en Washington para enfrentar el problema del déficit presupuestario ni el de los múltiples obstáculos a la productividad que se mantienen en la economía estadounidense. El único acuerdo político que se ha logrado entre republicanos y demócratas ha sido elevar el techo de deuda. Pero esto no ayuda en nada a resolver los problemas de fondo de la economía.
La decisión de la Reserva Federal de dar a conocer su Operación Twist en nada ha ayudado a generar confianza entre los inversionistas. Si los billones de dólares que se han inyectado hasta ahora a la economía estadounidense no han servido para generar una recuperación duradera, ¿qué tanto puede conseguirse con una operación de 400 mil millones de dólares en que se venderán valores de corto plazo para comprar otros de largo plazo? Aun si la operación tuviera éxito en su propósito de bajar las tasas de interés de largo plazo, cosa bastante dudosa, la verdad es que las empresas -que están cargadas de dinero, pero sufren de incertidumbre-difícilmente cambiarán por eso sus planes de inversión.
Una reforma fiscal adecuada o una eliminación de los factores que dificultan la inversión productiva en la Unión Americana serían medicamentos mucho más eficaces en este momento que una nueva inyección de dinero. Por eso cayeron ayer los mercados. Los inversionistas no parecen dispuestos a bailar twist con los miembros de la Reserva Federal.
RECESIONES Y QUIEBRAS
El afán de los gobiernos de George W. Bush y Barack Obama, así como de las autoridades financieras de Estados Unidos, por evitar las recesiones no parece haber logrado más que agravarlas y repetirlas. Algunos economistas sugieren que las recesiones son tan importantes para un mercado sano como las bancarrotas por el efecto de limpieza que tienen.
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