El mundo en crisis. Jóvenes son los que encabezan las protestas en Egipto, de acuerdo a un análisis, la manifestación de fondo es menos control y más oportunidades.
Aviones militares sobrevolaron El Cairo ayer en un aparente intento de mostrar que las fuerzas armadas controlan una ciudad aquejada por saqueos, robos a mano armada y protestas contra el gobierno.
Minutos antes del inicio del toque de queda de las 4 de la tarde, al menos dos cazas hicieron varias pasadas sobre el centro de la capital, incluida la plaza principal Tahrir, donde miles de manifestantes seguían pidiendo la salida del presidente Hosni Mubarak, que lleva casi tres décadas en el poder.
Al mismo tiempo, algunos policías volvían a las calles cercanas, casi dos días después de que habían prácticamente desaparecido y dejado un vacío de autoridad. Sólo algunos soldados en tanques custodiaban sitios clave de la ciudad de 18 millones de habitantes.
Tras varios días de un caos creciente, grupos de hombres armados atacaron al menos cuatro cárceles en diferentes regiones del país antes del amanecer del domingo y ayudaron a que escaparan cientos de milicianos musulmanes y miles de otros reos. Turbas de jóvenes armados con armas y palos destruían automóviles y robaban a la gente en El Cairo.
Hasta ahora la cifra de muertos oficial llegaba a 74 y había miles de heridos.
El Banco Central ordenó mantener cerrados los bancos, y la bolsa de valores tampoco abrió en el que debería ser el primer día de operaciones de la semana. Los mercados de Oriente Medio caían por el temor a la inestabilidad en la región.
La interrupción sin precedentes de todos los servicios de Internet seguía vigente, luego que los cuatro principales proveedores dejaron de transmitir datos desde o hacia Egipto, en una aparente medida oficial para evitar que se organizaran más manifestaciones. La embajada de Estados Unidos en El Cairo le pidió a sus ciudadanos que contemplen irse del país tan pronto como sea posible, al tiempo que autorizó la partida voluntaria de todos los empleados en puestos que no son clave y de las familias de los diplomáticos, una muestra de la creciente preocupación de Washington por la inestabilidad en su mayor aliado en el mundo árabe.
Las empresas turísticas intentaban evacuar a sus clientes y las compañías multinacionales a sus empleados, pero decenas de vuelos estaban cancelados o demorados y el aeropuerto internacional capitalino estaba colmado de gente desesperada por irse.
La secretaria estadounidense de Estado Hillary Rodham Clinton dijo que su país espera que las protestas lleven a elecciones libres y justas en una transición "ordenada" a una "democracia real".
Mubarak, de 82 años, nombró a su jefe de Inteligencia, el exgeneral del ejército Omar Suleiman, como nuevo vicepresidente el sábado, una decisión que perpetúa el papel preponderante de los militares en la política del país.
Ahmed Shafiq, el saliente ministro de aviación civil y un excompañero de Mubarak de la fuerza aérea, fue nombrado primer ministro.
Ayer la televisión estatal mostró a Mubarak en lo que dijo era una visita al centro de comando militar nacional. El mandatario se veía sombrío y cansado en su primera aparición pública desde la noche del viernes, cuando prometió reformas al régimen y anunció la salida de todo su gabinete.
AMPLÍAN TOQUE DE QUEDA
Las autoridades de Egipto decidieron ampliar de nuevo el toque de queda que rige en las ciudades más importantes del país y a partir de mañana comenzará a las 15:00 hora local (13:00 GMT), informó ayer la televisión pública.
El toque de queda fue impuesto desde el viernes pasado a partir de las 18:00 (16:00 GMT) hasta las 07:00 (05:00 GMT), al día siguiente se adelantó el comienzo a las 16:00 (14:00 GMT) y a partir de hoy comenzará una hora antes y terminará a las 08:00 (06:00 GMT).
Desempleados, el rostro de las protestas
Días antes de huir de Túnez tras gobernarlo por 23 años, Zine El Abidine Ben Alí prometió en la televisión nacional que crearía 300 mil empleos en los siguientes dos años.
El egipcio Hosni Mubarak hizo algo parecido el sábado.
Las promesas de presidentes sitiados son un reconocimiento de que la furia sin precedentes que ha tomado las calles del mundo árabe se basa sobre todo en una insatisfacción de larga data, causada por décadas de desigualdad económica en que las élites políticas se han enriquecido y las mayorías han quedado en los márgenes.
La sorprendente velocidad de las protestas, que comenzaron hace menos de dos meses en Túnez, muestra las inestables bases en que se apoyan los regímenes árabes que tienen el poder desde la década de 1980 o incluso antes. Las políticas represivas -muchas veces presentadas como una lucha contra islamistas o espías israelíes- y el capitalismo entre amigos supieron combinarse para mantener controladas a las sociedades de estos países, pero ahora parecen no ser suficientes. La prueba está en las calles de El Cairo, donde hay 18 millones de personas y cerca de la mitad tiene menos de 30 años. Estos jóvenes ya no se conforman con que su máxima aspiración en la vida sea un puesto de empleado público. En medio de las nubes de gases lacrimógenos, un manifestante egipcio levantaba una copia a mano de su diploma universitario y gritaba una sola palabra, el término que define la crisis: empleos.
"Los regímenes y sus líderes son los blancos, pero realmente se trata de la desesperación por el futuro", dijo Sami Alfaraj, director del Centro Kuwait de Estudios Estratégicos. "Los rostros de esta situación incluyen al joven con el título universitario que no encuentra trabajo y a la madre que tiene problemas para alimentar a su familia".
Las condiciones que alimentan las protestas son comunes en el mundo árabe. Poblaciones jóvenes, una clase media creciente que quiere oportunidades. La revuelta tunecina comenzó por un joven de 26 años que se prendió fuego luego que la Policía le confiscó su carro de frutas. Actos similares comenzaron a sucederse en Egipto y otros países.