Este año las políticas monetarias de las economías emergentes y desarrolladas seguirán rutas muy distintas. Por un lado, países como China, India y Brasil registran presiones inflacionarias que los han obligado a elevar sus tasas de interés.
Algunos analistas consideran que esas alzas de tasas debieran ser más agresivas para contener las presiones de precios, así como para evitar los trastornos que causará una reversión de los flujos de capital cuando comiencen a subir las tasas de interés en las naciones desarrolladas.
La gran interrogante es cuándo iniciará ese proceso de alzas en los países desarrollados que, en apariencia, contemplan un panorama de estabilidad de precios. Ese es el caso, por lo menos, de Estados Unidos (EU), donde Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal (Fed) no tiene prisa en deshacerse de la política monetaria laxa que aplica desde la segunda mitad del 2008.
Por el contrario, sus declaraciones recientes muestran que su intención es mantenerla vigente por lo que resta de este año y, quizá, parte del próximo, ya que espera que la inflación permanezca baja hasta 2013.
En sus comparecencias semestrales a principios de este mes ante el Comité Bancario del Senado y ante el Comité de Servicios Financieros de la Cámara de Representantes, señaló que el alza de precios en el petróleo, alimentos y otras materias primas muy probablemente no ocasionará un incremento permanente en la inflación general.
Lo que ocurrirá, dijo, es un aumento temporal y relativamente moderado de la inflación al consumidor en EU, en gran parte porque los costos laborales son estables. Consideró, además, que si bien el crecimiento de la economía se acelerará este año, el retiro de los estímulos monetarios necesita que esa expansión se traduzca en un periodo de fuerte creación de empleos.
El gran peligro para esta política es que se agrave considerablemente la inestabilidad actual en el Norte de África y el Medio Oriente. Esto lo reconoció Bernanke al señalar que "un alza sostenida en los precios del petróleo y otras materias primas representaría una amenaza tanto al crecimiento económico como a la estabilidad general de precios, particularmente si causaran un deterioro de las expectativas inflacionarias".
En el otro lado del océano, las autoridades monetarias de Inglaterra presentan una posición no tan unificada como la estadounidense. En febrero los integrantes del Banco de Inglaterra (BI) adoptaron esencialmente dos posturas. Una que proponía el alza de las tasas de interés entre un cuarto y medio punto porcentual, y otra que planteaba incrementar las compras de bonos por parte del BI.
Por ahora prevaleció la posición de su gobernador, Mervyn King, quien consideró que elevar las tasas de interés para demostrar el compromiso del BI contra la inflación sería una estrategia que se "autoderrotaría".
Él aceptó que este mes y los siguientes se resentirían los efectos de las alzas de las materias primas y el petróleo sobre los precios internos, pero que eso no era evidencia suficiente de que se habían elevado las expectativas de inflación de mediano plazo.
A pesar de lo anterior, no veo en el BI el compromiso que ha mostrado la Fed con la política monetaria laxa, por lo que considero que comenzará a subir las tasas de interés hacia fines de este año.
El Banco Central Europeo (BCE) será, sin embargo, el primero que cambiará la dirección de su política monetaria. Su presidente, Jean-Claude Trichet, sorprendió a los mercados el jueves 3 de marzo al advertir que probablemente haya un alza de las tasas de interés en el mes de abril, lo que reiteró esta semana a pesar de los acontecimientos en Japón.
Este comentario muestra la convicción del BCE para cumplir su mandato de garantizar la estabilidad de precios, que pudiera deberse a que en estos momentos pesa más en sus decisiones el sobrecalentamiento de Alemania, Holanda y Austria que las penurias de los países periféricos de la eurozona.
Existe, además, la posibilidad de que ocurran varias alzas en el transcurso del año, como lo muestra la expectativa de los mercados de un incremento de hasta tres cuartos de punto porcentual, que no negó Axel Weber, miembro de la junta de gobierno del BCE y presidente del Bundesbank, en declaraciones del 8 de marzo.
En nuestro caso es muy probable que Banco de México no modifique su tasa de interés de referencia hasta que lo haga la Fed, más aún cuando la opinión de los analistas internacionales sobre el peso es muy favorable, lo que atrae capital y aprecia nuestra divisa.
No obstante, cuando los vientos cambien de dirección en la política monetaria de EU, que probablemente sea al inicio del próximo año, también lo harán en México, para comenzar entonces lo que puede ser un largo periodo de alzas de las tasas de interés.