El amor está... en el cerebro
¡Ah, el amor, el amor...! llega febrero y con él se inundan los negocios y las calles de corazones con motivo del día 14 en que se festeja a los enamorados. ¿Por qué con corazones?, pues porque siempre se ha relacionado a este órgano del cuerpo humano con el sentimiento del amor. Sin embargo, en años recientes se han realizado una serie de investigaciones que demuestran que en realidad, el amor tiene su origen en el cerebro, así que tal vez no sería una mala idea (y tal vez en un futuro lo hagamos) inundar negocios y calles con cerebros en lugar de corazones, o cerebros en forma de corazón, para que tenga un tinte más mercadotécnico.
Estos son las investigaciones que comprueban que el amor, realmente se deriva de la química y que para ‘desenamorarse’ tal vez sólo haga falta una pequeña intervención cerebral.
Fase 1
El enamoramiento y la unión de la pareja
Como cada sábado, Edgar de 17 años asistía a fiestas organizadas por sus amigos. Conocía a muchas chicas, pero ninguna le llamaba la atención. En una de esas fiestas conoció a Luisa y todo cambió, empezó a sentir una fuerte atracción hacia ella, una emoción hasta ese entonces era desconocida, y entonces se preguntó cómo era que no había sentido algo similar por otras chicas...
En la mitología tradicional, podríamos decir que Cupido atravesó con una flecha el corazón de Edgar y por eso se enamoró de Luisa, sin embargo, de acuerdo a la ciencia, lo que ocurrió en Edgar fue una serie de reacciones derivadas de sustancias químicas a nivel cerebral, pues los científicos aseguran que el verdadero enamoramiento ocurre cuando el cerebro produce la sustancia llamada feniletilamina, un compuesto orgánico de la familia de las anfetaminas.
Los científicos aseguran que el cerebro se inunda con feniletilamina y empieza a segregar dopamina, neurotransmisor responsable de los mecanismos de refuerzo del cerebro, así como norepinefrina y oxitocina, ésta última encargada de provocar las contracciones uterinas en el parto, y que también se considera mensajera química del deseo sexual... Y así comienza todo el trabajo de los neurotransmisores, que dan origen a los arrebatos sentimentales y al estado de enamoramiento.
De acuerdo a un estudio de la antropóloga Helen Fisher, profesora de investigación de la Rutgers University de New Jersey, en el cerebro humano se destacan tres aspectos fundamentales del amor: lujuria, atracción y unión.
El deseo sexual o lujuria, es lo que nos incita a buscar pareja, y es producto de la hormona masculina conocida como testosterona, de ahí que los hombres se enamoran de manera más rápida que las mujeres. Después viene la atracción, que se atribuye a la serotonina y dopamina, sustancias relacionadas con una sensación de bienestar.
El por qué Edgar se enamoró precisamente de Luisa y no de otras chicas que conoció antes, se debe a las feromonas, hormonas sexuales presentes en el sudor. En recientes estudios del Instituto Karolinska de Estocolmo, Suecia, se descubrió que el olor de las feromonas juega un papel poderoso en la sexualidad humana. A partir de esa investigación se descubrió que nuestro olfato no sólo permite percibir olores, también es como una brújula sexual, es decir, nos hace sentirnos atraídos por otras personas de acuerdo al aroma que las caracteriza.
Edgar y Luisa comenzaron su noviazgo, y su relación fue mejorando con el paso del tiempo, pues entre más se conocían, más sentían que se amaban, hasta que llegó un momento en que no podían vivir el uno sin el otro. Platicaban juntos hasta muy tarde y se sentían en completo bienestar juntos.
De acuerdo al estudio de Helen Fisher, en este caso son las endorfinas, compuestos químicos naturales de estructura similar a la morfina, las que confieren sensación de seguridad, dando lugar al apego. La investigadora afirma que por ello se sufre tanto con la pérdida del ser querido, porque el organismo deja de recibir su dosis diaria de ‘narcóticos’.
Fase 2
Perder o reafirmar el amor
El tiempo pasó, y la relación de Edgar y Luisa comenzó a decaer. Los momentos que pasaban juntos ya no eran iguales, y pronto comenzaron a notar grandes defectos que antes no habían percibido. Estas diferencias los fueron distanciando aún más...
Helen Fisher explica que la actividad de las endorfinas perdura de 2 a 3 años, inclusive puede durar un poco más, pero al final, la atracción bioquímica decae.
En caso contrario, si el amor llega a consolidarse, la atracción inicial evoluciona a una relación calmada y duradera, que a nivel químico tiene que ver con la acción de la vasopresina y la oxitocina, ésta sustancia se considera tan fuerte para consolidar uniones de personas que el profesor Larry Young, de la Universidad Emory de Atlanta, en Estados Unidos, afirma que agudiza la visión y aumenta la habilidad de reconocer emociones en otros. ‘Podría mejorar nuestra habilidad para formar relaciones, así que existe la posibilidad de que la oxitocina sea usada junto con terapias matrimoniales para devolver la chispa a una relación”.
Fase 3
La despedida
Luisa decidió terminar con Edgar, una decisión que era imposible evitar, pues la relación se había deteriorado en gran medida. Ambos sufrieron, pero Edgar lo resintió más, pues aunque sabía que la relación ya no iba bien, ahora sentía que algo le faltaba... pasaba las noches llorando y se sujetaba el pecho al sentir una fuerte opresión, sin embargo el verdadero dolor no estaba en su corazón, sino en su cerebro...
Cuando la dotación de los químicos naturales: dopamina y oxitocina, (que brindan un estado de bienestar a las personas enamoradas) se agotan por completo, dejan al organismo vulnerable a las hormonas del estrés, causantes de un estado completo de malestar a nivel físico.
La Doctora Naomi Eisenberger, profesora asistente de psicología en la Universidad de California en Los Ángeles, Estados Unidos, explica que durante cualquier experiencia que rompe el balance, el cerebro emite cortisol, epinefrina y otras hormonas del estrés, que, en cantidades limitadas, ayudan a reaccionar con rapidez ante situaciones de peligro. Sin embargo, una acumulación de cortisol, hace que el cerebro envíe demasiada sangre a los músculos, ocasionando que se tensen, lo que puede originar dolores de cabeza, torceduras de cuello y esa sensación de opresión en el pecho tan característica de quien ha sufrido una pérdida. Esta sustancia también provoca que la sangre escape hacia el sistema digestivo, generando molestias gastrointestinales. Lo que es peor, las hormonas del estrés pueden bloquear el sistema inmune, y hacer a las personas más vulnerables de enfermarse.
Pero, ¿todo es química en una relación?
Es realidad, existe toda una revolución a nivel fisiológico cuando nos enamoramos, nuestro organismo cambia y nuestros estados de ánimo también. Sin embargo, algunos científicos también consideran que el amor no sólo ocurre como una reacción química aislada, sino que entran en juego otros factores.
El profesor Nick Bostrom, de la Universidad de Oxford explica: ‘Es interesante explorar las bases neuroquímicas del vínculo amoroso, pero no podemos pensar que esta teoría por sí sola nos proporciona una comprensión total de lo que es realmente el amor. También están involucrados factores evolutivos, psicológicos y sociológicos, además de perspectivas humanistas que ofrecen puntos de vista interesantes’.
Sin embargo, cree que con estas investigaciones, en un futuro tal vez se pueda modificar los mecanismos neurológicos que estimulan un vínculo amoroso, para mejorar la experiencia humana con el amor y así evitar sufrimientos innecesarios. ‘En cualquier caso, este tipo de manipulación planteará una serie de cuestiones éticas y culturales, que deberán ser exploradas cuidadosamente’.
La primera vez
Fue en la década de los cincuentas cuando se descubrió que el cerebro posee áreas generadoras de estados afectivos, a través de estudios realizados por el doctor Wilder Penfield, neurocirujano del Instituto Neurológico de Montreal, Canadá, en pacientes sometidos a cirugía cerebral para el tratamiento de epilepsia.
El doctor Penfield descubrió que la estimulación de la corteza prefrontal –sobre todo en el hemisferio izquierdo– generaba estados emocionales afectivos. Esto se logró gracias a que los pacientes sólo habían recibido anestesia local -pues era requisito que permanecieran totalmente conscientes durante el procedimiento quirúrgico- por ende, fue posible conocer cuáles eran las sensaciones o pensamientos que la estimulación les provocaba.
FUENTES
http://www.conacyt.mx
http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/science/newsid_7697000/7697274.stm
http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/science/newsid_7817000/7817542.stm
http://www.eluniversal.com.mx/notas/406707.html
http://www.elsiglodedurango.com.mx/descargas/pdf/2007/09/23/23dgo01g.pdf?