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El bunga bunga

GILBERTO SERNA

Un suceso que lo exhibe como libertino, indecente y voluptuoso que ha levantado una polvareda alrededor del presidente de la Italia que, a sus 74 años de edad, aún conserva energías para aseverar, al ser involucrado en un nuevo sainete con tintes eróticos, que es mejor ser apasionado por mujeres guapas que ser gay, lo cual por lo que se ha sabido de los bacanales a que se refirió Ruby, la chica a la que se le proporcionó dinero para que asistiera a las picantes veladas que se hacían en los sótanos de la residencia del Primer Ministro, según la prensa italiana.

Por lo pronto ese vigor a su edad debió ser tachado de gran mentiroso, lo que nos trae a cuento a aquel sorprendido anciano que consultaba a su médico diciéndole que le diera una receta para lograr lo que hacía su compadre quien se ufanaba, a su avanzada edad, de tener relaciones sexuales varias veces en una semana. El galeno reacomodándose las gafas, reaccionó esbozando una comprensiva sonrisa, usted haga lo mismo: cuente cuentos.

Las fiestas de Silvio Berlusconi desde tiempo atrás han sido motivo de escándalo; la autoridad determinó que en los saraos, aparentemente celebrados en numerosas mansiones del Primer Ministro italiano, las investigaciones van dirigidas a perseguir delitos, no a inmiscuirse en la vida privada de las personas y menos a constatar fábulas. Eso se decía en una colaboración anterior, ahora con el motivo de que una jueza italiana ordenó hace ocho días que el Primer Ministro sea juzgado de inmediato por las acusaciones de que pagó por mantener relaciones sexuales con una menor de edad, volvemos al tema del anciano Silvio Berlusconi anunciándose que el comienzo del juicio se ha fijado para el próximo 6 de abril, advirtiéndose que no sólo se concretó el ilícito de darle gusto a su apetito desordenado por placeres deshonestos, sino que además se le acusa de abuso de poder, por presionar a la Policía para que liberaran a la menor cuando fue arrestada en diversa ocasión por denuncia de robo.

Quien ha declarado sobre los hechos que inculpan al vetusto Primer Ministro italiano, es la bailarina de origen marroquí llamada Ruby que se había fugado de un centro de reclusión para menores, quien, según la fiscalía de Milán, recibió dinero de manos del provecto Berlusconi a cambio de favores sexuales, cuando era menor de edad. (Créame que en todos lados se cuecen habas, pues aquí en Torreón, la Policía Judicial abrió una investigación (1962) a raíz de una querella presentada por una docena de niñas, la mayoría menores de edad, contra tres torvos sujetos de una edad igual a la de Silvio uno de los cuales fue detenido y puesto a disposición de un juez penal, por el delito equiparado a la violación, en la cárcel permaneció hasta purgar su sentencia. Los otros dos concupiscentes, nunca fueron aprehendidos como suele pasar con la justicia en este y otros países del orbe).

Quizá este escándalo logre hacer caer al Primer Ministro. Las mujeres italianas, dicen los periódicos en Roma, miles de ellas salieron a las calles en protesta por los escándalos, que dicen daña la dignidad de la mujer y refuerza estereotipos obsoletos de género. Las manifestantes marcharon a través de Nápoles y Palermo llevando pancartas que instaban a la renuncia del Prime Ministro, mientras gritaban "Italia no es un burdel". Lideradas por actrices, políticos y otras figuras prominentes, las marchas se desarrollan en más de 200 ciudades en toda la bella Italia. Estamos pidiendo a todas las mujeres que defiendan el valor de nuestra dignidad y les pedimos a los hombres que "¿si no es ahora, cuándo?" La prensa italiana publica el último viernes, las declaraciones de Karima Mahroug, apodada Ruby Robacorazones, quien dijo que Silvio Berlusconi la sedujo para que participara en un "bunga bunga" en la que las chicas se desnudaban y se prostituían practicando sexo colectivo. Aunque en realidad una vez iniciado lo que se podría llamar un aquelarre sexual, hombres con la piel arrugada y pequeñas deslumbradas por la riqueza, no se sabía quien con quien, y ni quien se fijara.

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