EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

El Centro Histórico de Torreón

ANTONIO MÉNDEZ VIGATÁ

Torreón es una de las ciudades más jóvenes de nuestro país, con un trazo urbano atípico en el que su plaza principal -a diferencia del esquema tradicional- fue rodeada por hoteles, negocios y casinos y no por la alcaldía y la iglesia principal.

Una ciudad diseñada por un extranjero: Federico Wulff. La cual resultó también atípica por el ancho de sus calles, por su arquitectura -más parecida a la de las ciudades del sur de Estados Unidos que a las del resto del país-, así como por su diversa y hasta cosmopolita población.

Una urbe que según William Meyers tenía en 1910 poco más de 40,000 habitantes, de los cuales 5,000 eran extranjeros, que era el centro comercial y de servicios de una región agrícola en la que habitaban 200,000 almas, la cual en época de cosecha incrementaba su población en 40,000 personas. Hecho que ayuda a entender el porqué la ciudad tenía un área comercial tan desproporcionadamente grande con respecto a su población.

La mancha urbana del Torreón de hace 100 años era de alrededor de 2 kilómetros de diámetro y podía ser recorrida a pie de lado a lado en 15 minutos y tenía la particularidad de que sus pobladores más adinerados vivían literalmente encima de sus negocios y empresas y eran vecinos de los obreros y empleados que trabajaban en los comercios e industrias de esta moderna y boyante población.

Para 1940 la ciudad ocupaba ya un diámetro de 3.5 km y aún podía ser recorrida a pie, pero en las décadas siguientes fue sufriendo una transformación que le hizo perder su carácter eminentemente peatonal para convertirse en la urbe zonificada, con sectores claramente definidos para el comercio, vivienda, industria y servicios que hoy conocemos, misma que actualmente tiene aproximadamente 14 km de diámetro y una población, según el censo de 2010, de 640,000 habitantes. Esta evolución ha generado una serie de problemas de los cuales los dos más importantes lo constituyen el transporte de las personas de su casa al lugar en que trabajan, compran o se divierten y la especialización de algunas partes de nuestra ciudad, las cuales únicamente "viven" realmente durante las horas hábiles.

El caso más dramático de esta situación es precisamente la parte más antigua de Torreón, el "Centro Histórico", el cual desde hace décadas ha venido cayendo en una franca decadencia y con ello no sólo hemos perdido algunos de los paseos más característicos de nuestra ciudad, como el de la Morelos, que durante una buena parte de la existencia de Torreón fue el punto de reunión de los jóvenes y uno de sus más memorables rasgos urbanos. El Centro Histórico gradualmente dejó de ser el lugar donde vivían los torreonenses para convertirse en un área dedicada exclusivamente a la diversión, a los servicios y al comercio.

Si bien es cierto que esto es en parte el resultado natural del cambio de gustos que se da de generación en generación, el hecho es que nuestro Centro presenta un buen número de locales abandonados e incluso lotes baldíos -como es el caso de los que se encuentran en el lado poniente de la plaza principal- y durante las noches se ha convertido en un lugar que en el mejor de los casos es desolado y en el peor se convierte en el triste escenario del degradante espectáculo que es la prostitución.

¿Cómo es posible que la que alguna vez fue la parte más vibrante de nuestra ciudad haya caído en esto? ¿Cómo puede ser que dónde antes se localizaban los principales comercios ahora se encuentre un buen número de locales vacíos, o peor aún, lotes baldíos?

¿Esta situación será causada por un problema de falta de estacionamiento? ¿Por las malas condiciones de las calles? ¿Por la falta de mantenimiento de los antiguos edificios? ¿Por la creciente inseguridad que ha asolado a nuestra ciudad? ¿Por los nuevos centros comerciales que se construyeron a principios del siglo XXI?

Estas preguntas han llevado a muchos a creer que lo que nuestro Centro Histórico requiere es de una fuerte inversión para mejorar su imagen, renovar la plaza o construir un estacionamiento, pero de hecho ninguna de estas acciones por sí sola evitaría que en las noches continuase vacío y desolado.

La realidad es que el Centro Histórico a pesar de los lotes baldíos, de los locales abandonados, del mal estado del pavimento y de algunos de sus edificios, así como de la supuesta falta de estacionamiento, es bastante activo durante el día. La Plaza de Armas sigue siendo un punto de reunión -especialmente para personas de la tercera edad- existen muchos comercios exitosos, el mejor museo de la ciudad está localizado ahí y el Teatro Nazas atrae con sus maravillosos eventos a miles de personas a la semana.

No, lo que falta no son actividades, estacionamientos, o mejorar la imagen de los edificios. Para resolver esta situación y revertir la tendencia que amenaza a nuestro Centro Histórico lo que se requiere es, entre otras acciones, reconocer que ya no es posible atraer a la gente de mayores recursos con la competencia que dan los nuevos centros comerciales, ni pretender nostálgicamente que reviva de la noche a la mañana la vida nocturna que se vivía hace décadas en la Morelos. Lo que se necesita realizar antes que nada es mejorar el transporte público de las personas hacia el Centro, recortando los tiempos de trayecto con corridas directas; evitar la especulación inmobiliaria que ha hecho que muchos terrenos y edificios se encuentren abandonados en espera de un aumento en su valor y fomentar que sus propietarios construyan en ellos o incentivarles a que los renten. Y, sobre todo, fomentar que de nuevo se ocupen para vivienda el gran número de edificios de departamentos localizados en esa zona, muchos de los cuales eran de lujo en su época y que han estado desocupados desde hace décadas. Esta última medida no sólo lograría que se aprovechase una capacidad ya instalada que cuenta con todos los servicios -que hoy en día se desaprovecha-, sino también, que de nuevo nuestro Centro Histórico viviese de noche, además de permitir a muchos tener su vivienda cerca del lugar donde laboran, transportarse peatonalmente y recortar los tiempos que requieren para desplazarse a su trabajo.

Otra opción, que lamentablemente es inviable en este momento como consecuencia de la inseguridad que vive la región, sería convertir a esos edificios de departamentos vacíos en residencias estudiantiles para los jóvenes foráneos que asisten a las universidades de la región, lo cual no solamente haría más atractiva la oferta educativa de la Laguna y transformaría al Centro Histórico en un vibrante barrio universitario. El hacer esto también significaría una importante derrama económica para nuestra ciudad, que no sólo sostendría la actividad comercial actual, sino que también fomentaría, al igual que sucede en todas las ciudades donde se concentran los jóvenes, la aparición de restaurantes, librerías y lugares de diversión.

Ojalá los torreonenses cobremos conciencia que el rescate de nuestro Centro Histórico sólo será posible cuando se aborde desde varios frentes, de manera integral y concertada entre la iniciativa privada y las autoridades.

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 676150

elsiglo.mx