"La administración de justicia
Es el pilar más firme del gobierno."
George Washington
El Charly, Carlos Cázares, gerente del Bar Bar, quedó en libertad este sábado 5 de febrero por la madrugada. Durante más de un año había permanecido en la cárcel mientras se le juzgaba por coparticipación en una supuesta tentativa de homicidio en agravio del futbolista Salvador Cabañas el 25 de enero en ese establecimiento.
El juez séptimo de distrito determinó que no había pruebas para esa acusación. La jueza 30 de lo penal reclasificó la acusación a encubrimiento. Este cargo permite la libertad bajo fianza.
Los comentarios en los portales de internet revelan que buena parte de la gente ya había juzgado y condenado a Charly y considera inaceptable que esté en libertad. Ha tenido razón Simón Charaf, dueño del Bar Bar, cuando afirma que la presentación de una versión tergiversada de los hechos en los medios de comunicación y por la Procuraduría de Justicia del Distrito Federal influyó poderosamente sobre la opinión pública.
Para comprobar una coparticipación en una tentativa de homicidio la autoridad debió presentar pruebas de que Cázares se puso de acuerdo con José Jorge Balderas Garza, el JJ, o con José Francisco Barreto, el Contador, para matar a Cabañas. La PGJDF, sin embargo, nunca sometió pruebas en ese sentido. Las declaraciones e indicios disponibles sugieren que la agresión fue producto de un pleito de momento.
La Procuraduría afirmó que los empleados del Bar Bar no revisaron al JJ y a sus acompañantes para buscar armas al ingresar al establecimiento. Los videos de seguridad, cuando se ven completos, muestran que sí se les revisó. El arma al parecer la metió posteriormente el Contador; un escolta que se encontraba fuera se la pasó cuando se encontraba en una terraza para fumadores. ¿Una falla de seguridad del Bar Bar? Por supuesto, pero no una coparticipación. Las declaraciones a los medios del JJ y el Contador corroboran que sí se les revisó al entrar.
Afirma la Procuraduría que una vez que se hizo el disparo en contra de Cabañas el gerente facilitó la huida del JJ y el Contador. Los videos de seguridad revelan que la salida se hizo en menos de 20 segundos y sin que nadie la facilitara. Las declaraciones del JJ y el Contador lo ratifican.
Dice la Procuraduría que el Charly trató de impedir que entrara la Policía y ordenó que se limpiara el lugar de los hechos para destruir pruebas. Está comprobado, sin embargo, que de inmediato se llamó a la Policía y a una ambulancia. Un grupo de elementos de la Secretaría de Seguridad Pública entró al Bar Bar tres minutos después de los hechos La ambulancia arribó en 14 minutos. El propio Charly acompañó a Cabañas, de quien era amigo, en la ambulancia. Esta rápida reacción pudo haber salvado la vida del futbolista.
Los policías preventivos nunca resguardaron el lugar de los hechos. Después de un tiempo, cuando el lugar quedó desalojado, se retiraron sin dejar ninguna instrucción. Sólo entonces se limpió el establecimiento. Horas después llegaron agentes del Ministerio Público y se encontraron con un lugar limpio. Al afanador de los baños, a lo mucho se puede acusar de no ser abogado penalista.
No sorprenden en realidad las razones del amparo que tumbó la acusación por coparticipación. Supongo que ni siquiera el cargo de encubrimiento podrá sostenerse. Afortunadamente la agresión no ha quedado impune. Tanto el JJ como el Contador, los verdaderos agresores, están en la cárcel.
El número de estudiantes de secundaria y preparatoria que reconoce haber probado drogas ilegales en la ciudad de México ha subido de 9.3 por ciento en 1993 a 18.3 por ciento en 2009, según una encuesta del Instituto Nacional de Psiquiatría y la SEP. Si el propósito de la guerra contra el narco es matar a mucha gente, el gobierno puede seguir vanagloriándose de su triunfo; si es reducir el consumo de drogas entre los jóvenes, el resultado es un rotundo fracaso.
